La Diócesis de Astorga crea un organismo para garantizar que los espacios eclesiásticos sean seguros

Carlos S. Campillo / ICAL Nueva delegación de protección de los menores y acompañamiento a las víctimas de abusos de la Diócesis de Astorga. (IaD) José Antonio Crespo, Maria José Díez el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez y Ana Belén Fraile

Miriam Badiola/ ICAL

El Obispado de Astorga pone en marcha la Delegación de Protección de los Menores y Acompañamiento a las Víctimas de Abusos, con el objetivo fundamental de conseguir en toda la Diócesis que las instituciones eclesiales “sean lugares seguros para que los padres y los tutores de menores tengan toda la confianza de confiar a sus hijos en catequesis y colegios”, es decir, asegurar que “los espacios eclesiásticos sean espacios seguros”.

Así lo apuntó este martes el obispo de Astorga y presidente de la comisión antipederastia de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Antonio Menéndez, durante la presentación de la Delegación de Protección de los Menores y Acompañamiento a las Víctimas de Abusos en la sede del Obispado de la capital maragata.

La Delegación está coordinada por la psicóloga María José Díez Alonso, como delegada, acompañada por la abogada civil y canónica Ana Belén Fraile, y el padre espiritual José Antonio Crespo, “acostumbrado a tratar casos de personas heridas espiritualmente en una comunidad situada en el Santuario de Las Ermitas en Galicia”. Además de estas tres personas que integrarán el equipo, habrá tres asesores, un vicario judicial, una delegada de medios y una víctima extradiocesal.

El obispo de Astorga señaló que la decisión de crear esta Delegación parte del pensamiento de que “las víctimas han de ser acompañadas y se debe tratar de escucharlas siempre” y con la necesidad de que se encarguen de ella personas técnicas con experiencia y estudio del tema para que “puedan ser más eficaces”, porque “por muchos protocolos que se tengan, si no hay un seguimiento personal es muy difícil que se alcance el objetivo de que la Diócesis sea un espacio seguro para los menores”.

Las funciones de esta Delegación, según expuso el obispo, parten de ofrecer a las víctimas la posibilidad de ser escuchadas y acompañadas moral y legalmente, asesorar a los órganos de gobierno de la Diócesis, sensibilizar, y formar e informar correctamente sobre la cuestión de los abusos a menores a todos los fieles, con especial atención a los sacerdotes y aquellos que tienen un tratamiento más directo con los menores.

Asimimso, debe estar coordinada con el Seminario Menor y el Mayor “para que la formación de los futuros sacerdotes sea la correcta, así como su coordinación en red con las otras delegaciones de la Diócesis ”para que al catequesis, la enseñanza, la familia, los jóvenes y las organizaciones de Cáritas sepan a qué atenerse y qué hacer en todo momento“, y con otras posibles instituciones que se creen en ámbitos nacionales o en otras instituciones religiosas y con asociaciones civiles dedicadas a la cuestión.

Menéndez resaltó que la Delegación ya se ha puesto en contacto mediante carta con cinco víctimas de la Diócesis, “dos con los hechos ya juzgados y otras tres en procesos de investigación”, sin obtener aún respuesta y quiso dejar claro que “el Obispado siempre que ha tenido denuncias las ha cursado y ha realizado los procesos según los protocolos correspondientes”. Para el obispo, la creación de este órgano es una “alegría”, ya que “este tipo de casos llevan mucho tiempo y hay que hacerlos con mucha delicadeza y precisión técnica y psicológica”.

La coordinadora de la Delegación de Protección de los Menores y Acompañamiento a las Víctimas de Abusos, María José Díez Alonso, se dirigió a las víctimas de abusos sexuales en la iglesia, a quienes manifestó “la disposición del equipo para escucharlas y atenderlas en todo aquello que puedan necesitar”, ya que según puso de relieve comprende “su rabia, frustración y pena”, por lo que puso su esperanza en “poder ayudarlas en la reparación del daño del que han sido víctimas”.

Díez Alonso puntualizó que la tarea del órgano pasará por “acompañar de la forma adecuada a los supervivientes, escucharles y poder ayudarles”, para lo que mostró apertura ante la recepción de nuevas denuncias y el compromiso para “asesorar a los denunciantes en todos los aspectos técnicos, jurídico, psicológico y el acompañamiento moral a lo largo de los posibles procesos de instrucción”.

Entre las labores de esta Delegación, María José Díez resaltó la formación de todos los agentes pastorales para crear espacios seguros donde los menores puedan realizar las actividades eclesiales, “cuidando especialmente que se cumpla el protocolo diocesano de prevención y actuación frente a los abusos sexuales a menores”, mediante el que todas las personas que vayan a trabajar con menores presenten un certificado de penales y hagan un expreso rechazo de la violencia física, psicológica y sexual.

Actuación

Juan Antonio Menéndez explicó que en el caso de que se produzca un abuso, la víctima deberá comunicárselo a sus padres para que denuncien o en el caso de que sea una tercera persona la que detecte el acoso, deberá comunicárselo a la Fiscalía para que investigue las cuestiones.

Para ello, la Delegación dispone del correo electrónico proteccionmenores@diocesisastorga.es, donde “si alguien quiere dirigirse para ser acompañado y orientado, se hará con mucho gusto”.

El obispo recordó que cuandollegó a la Diócesis de Astorga se encontró un caso que estaba ya concluido y del que él tan solo tuvo que hacer el proceso final. “Al hacerse público el caso y haber más víctimas yo he escuchado a todas y he actuado conforme a los protocolos, enviando lo sucedido a la Santa Sede”, matizó Menéndez, quien señaló no saber “por qué dicen que yo he encubierto las cosas cuando solo he respetado siempre las leyes, el derecho de defensa, el de presunción de defensa y el de las víctimas a tener un juicio”.

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