Familias de acogida perrunas: Un hogar de dulce espera en León

Perros. Familia de acogida perruna

Marta Cuervo

Ahora son ocho, pero han llegado a ser muchos más. La familia de Cristina y Rubén es una de esas que llama la atención por la calle: dos humanos y seis perros adultos que fueron abandonados, y que ahora disfrutan de un hogar en paz, al menos hasta encontrar a quienes quieran adoptarlos de forma permanente. Floky, Playa, Pipa, Abu, Canelo y Terelu son parte de la misma manada, viven en una casa de acogida y están a salvo y lejos de las complicaciones que hubieran tenido en una protectora, porque a pesar de que hay muchas personas implicadas que trabajan para dotar a los animales que viven en estos lugares de seguridad y bienestar, la situación es muy complicada.

Así comenzó la aventura

A Cristina siempre le habían gustado los animales, aunque no fue hasta los 15 años cuando convivió con un perro en casa. “En 2014 vi la publicación en Facebook de una protectora que pedía acogida temporal para un perro que habían sacado de una casa en la que había muchos y en malas condiciones. La protectora, la de Sahagún, se encargaba de todos los gastos, sólo necesitaban un sitio donde pudiera estar el animal, con alguien que le cuidase y le llevase al veterinario”, recuerda la leonesa. Fue su primera acogida y duró dos meses, algo muy breve que quizás le hizo darse cuenta de que su labor era una ayuda pasajera, sabiendo que llega un momento en el que el perro se tiene que marchar. “Los chicos de la protectora de Sahagún me transmitían que era lo que más falta hacía. Puedes tener sitio en un albergue, pero hay determinados animales, mayores, cachorros o con otras necesidades, que no pueden estar allí”, asegura.

De esta forma, aunque durante el tiempo que están en su casa Cristina los cuida como si fuesen suyos, y se encariña, sabe que es una forma de ayudar a las protectoras. La que más implicación conlleva, sin duda. “Después de 5 años, y tras haber acogido a unos 50 perros, es la forma de ayuda más directa y como más te puedes involucrar con un animal, metiéndolo en casa, cuidándolo una temporada y asumiendo que luego se vaya”, asevera.

Una forma de vida

Existen familias de muchos tipos, y cada una tiene sus normas. Para que la de Cristina y Rubén funcione, lo principal es la disciplina, ya es que no es fácil vivir con seis perros. Ella vive en un piso céntrico en la ciudad de León, y él en una pequeña casita, sin patio ni terreno. Además, algún verano han convivido todos juntos, llegando a tener a 9 perros bajo techo. “He llegado a juntar a 5 perros en mi piso. Y aunque mucha gente se extraña de que todos sean míos, con normalización, dándoles ejercicio y paseos, se lleva bien. Es cierto que dan mucho trabajo, es un esfuerzo, te quita tiempo, y muchas veces pones de tu dinero porque las protectoras tienen limitaciones, no son entes mágicos”, confiesa Cristina. Pero a pesar de que es un estilo de vida que a veces supone disgustos, o momentos de desesperación, para Rubén y Cristina es gratificante. “Ves que consiguen una familia, o que mejoran su estado. Al final compensas la balanza”.

“A veces la gente me llama porque se ha encontrado un perro, y yo les digo que soy igual que ellos. Decidí involucrarme más y ofrezco mi casa y pongo de mi dinero, pero hay límites. Hay dificultades para sacar el problema del abandono adelante, sobre todo porque hay falta de gente implicada. Con las redes sociales sobran los '¡ay qué pena!, yo me los llevaría todos...' Sólo hace falta que se lleven a uno”, bromea Cristina, pero con mucha determinación en sus palabras. “Necesitamos a gente que aporte tiempo. También haría falta un sistema más organizado de voluntariado”, apostilla.

Con las redes sociales sobran los '¡ay qué pena!'. Hace falta una mayor implicación de la sociedad

La organización como clave

Estos dos chicos han conseguido la armonía entre todos los canes que les acompañan en casa sin dificultades. “Normalmente, casi todos los perros tienen buen carácter, es muy difícil encontrar a uno con muy mal genio, muchas veces somos nosotros los que provocamos un mal comportamiento”, argumenta Cristina, que aprovecha para explicar que cuando decides meter a un perro en casa es necesario seguir unas pautas.

Entre sus anécdotas graciosas lo que más les ha pasado es que les pregunten si son paseadores de perros. También es muy común que les pregunten si son todos suyos, si viven en una casa enorme, y si se saben el nombre de todos. “Hay gente que te mira revirada, aunque ya lo hacen cuando sólo vas con uno. Pero la mayoría de la gente no pregunta con mala intención, al contrario”.

Una insuficiente implicación de la Administración Pública

Cristina es tajante a la hora de pedir una mayor implicación de las administraciones. “La recogida de los perros vagabundos es responsabilidad de las administraciones públicas, otra cosa es lo que hagan con ellos: sacrificio o buscarles un hogar. Ahora todo el mundo tiende al 'sacrificio cero', pero el objetivo no puede ser que haya 'macroalbergues' con tropecientos perros que no salen. No hay suficientes adopciones responsables para el volumen de abandonos que hay ahora mismo”, sentencia.

Es necesario un mayor control de los perros abandonados por parte de las administraciones púbicas

Por este motivo, desde las protectoras de León se colabora con otros países en el extranjero, donde el índice de la tasa de abandono es mucho menor. “Habría que cambiar el chip de 'sacrificio cero' por 'abandono cero', y la solución es un mayor control. Ahí las administraciones tienen que controlar el tema de los chips, de las camadas, de los regalos y de las ventas por Internet”, explica Cristina.

Como ejemplo de medida, la leonesa cree que se tendría que cumplir el compromiso de esterilización a cualquiera de los perros que salieran de una protectora. Los chicos también apuestan por un proceso de educación para mentalizar a los dueños de la responsabilidad que conlleva tener un perro.

No hay suficientes adopciones responsables para el volumen de abandonos que hay ahora mismo

Cuando las acogidas son muy largas, los lazos llegan a estrecharse mucho. Además, los perros mayores o los de talla grande, es más difícil que salgan en adopción, por lo que Cristina y Rubén saben que sus perros lo tienen complicado. “Si pasa mucho tiempo y ves que igual no va a tener la vida que les das tú, te planteas si darlo o no. Para los míos tendría que ser gente muy especial, que les conociera y supiera como iba a ser la vida de los perros. Con las acogidas muy largas a veces pasa esto, por eso lo ideal son acogidas cortas. Y es lo que intentamos cuando pedimos acogida, por ejemplo han aparecido unos cachorros en Sahagún y buscamos a gente que pueda cuidar alguno en verano, dos meses”. Cristina lanza la pregunta. ¿Algún voluntario para abrir su puerta a una 'acogida perruna'?

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