¿Dónde se ha metido todo el mundo? (II) León tras la caída del imperio romano: los suevos y visigodos en Hispania

Detalle de la cabecera de la iglesia paleocristiana de Marialba de la Ribera.

Seguimos en la cuarentena y yo sigo con mis historias, aunque sean de ámbito local, de León. Espero que sigan gustando y que entretengan. Y espero que permita aprender algo e incluso buscar algo más sobre la época, ya que ahora todos tenemos algo más de tiempo.

En la Historia y en concreto en la Historia de León han existido varios momentos en los que 'todos' desaparecieron. Como ahora. Nadie por la calle. Cuando la antigua ciudad se convirtió en una auténtica ciudad fantasma.

Se explicaba en la anterior entrega que durante el siglo IV después de cristo desaparecieron los habitantes del campamento romano y del entorno, como 'ad Legionem'. Ésto se convirtió en una ciudad fantasma.

A partir de ese momento comienza una etapa histórica que a mí particularmente me apasiona y además he logrado contagiárselo a mis compañeros de andanzas arqueológicas. Sin duda, los mayores retos son los más difíciles y también los que más nos desafían. Tratar de atisbar lo que ha ocurrido bajo condiciones difíciles y de escasísimos vestigios.

Si hay pocas noticias históricas, los restos artísticos también escasean y por lo general aparecen en edificios posteriores. Es el caso de este ventanal del Palacio del Conde Luna con columnas y capiteles visigodos reaprovechados, de procedencia desconocida.

Los siglos sobre los que voy a tratar se han conocido como la 'Época Oscura', calificativo que hace tiempo se aplicaba a la época tras la caída del Imperio Romano, de la destrucción cultural que siguió y el fanatismo religioso. Hoy ya no se juzga así, sino que se visualiza como un proceso más largo, que venía de tiempo atrás. Como ya vimos en la anterior entrega las cosas se torcieron (y mucho) en el siglo III y desde entonces no se volvieron a enderezar. Aunque Roma hizo reformas, siguió en picado y en el siglo V la megaestructura del Imperio, se había desplomado en medio de una crisis de gran calibre.

Si hoy se llama 'oscura' a esta época, no es de forma despectiva, sino por la ausencia de datos históricos o restos arqueológicos, que nos sume en la oscuridad a los investigadores.

¿Mientras León (o Legio) estaba vacío... qué pasaba en el mundo?

En más de un siglo en que León fue una ciudad fantasma el mundo cambió del todo. La administración romana en Hispania llegó hasta el año 409. Fecha que se aprende en clase, porque es el año se termina la Edad Antigua y empieza la Edad Media en la península. En ese año vándalos, suevos y alanos cruzaron los Pirineos y sembraron el caos por toda Hispania.

Nos contaron en la escuela de 'antes' que los germanos 'invadieron' Hispania, lo cual no es del todo exacto. El caso es, que el Imperio estaba en guerra civil ─una de tantas─ y a uno de los contendientes se le ocurrió la 'brillante' idea de llamar a los germanos y abrirles las puertas de los Pirineos, hasta entonces cerradas a cal y canto. Al 'lumbreras' no le benefició la ocurrencia, porque de todas formas perdió la guerra.

Por cierto, que en medio del caos y el vaivén de ejércitos, en ningún momento apareció nuestra Legio VII, que como contábamos el otro día, ni siquiera existía más que en el inventario de un político fantasioso.

Estos pueblos bárbaros se dedicaron a saquear Hispania y después se la repartieron. A los más débiles, que eran los suevos les tocó las peores tierras: Gallaecia. Pero no hay que dejarse engañar por el nombre: por entonces era una provincia romana mucho más extensa que la Galicia actual. Iba desde el río Duero hasta el Cantábrico incluidos los astures, Astorga y León y su capital estaba en Bracara Augusta (Braga, hoy en Portugal).

Los suevos formaron el primer reino germano de la península, con capital en Bracara. A mediados del siglo V se expandieron tanto que llegaron hasta la Bética y el valle del Ebro, lo que al emperador de Roma ─que ya no pintaba gran cosa en Hispania─ le mosqueó; así que envió a los visigodos a darles una paliza, porque Roma ya no tenía un gran ejército como en el pasado.

Los visigodos por entonces estaban en la Galia (o Francia), así que llegaron desde el Este y chocaron con los suevos en una batalla a orillas del Órbigo. No pudo ser muy lejos de la calzada y del puente sobre el Órbigo, probablemente cercano al actual pueblo de Hospital de Órbigo. Tras su victoria visigoda, conquistaron Braga y Mérida y de vuelta a casa saquearon todo lo que pillaron. Lograron entrar Astorga el año 457 gracias a engaños, dicen las crónicas, y saquearla. Lo intentaron sin éxito con Valencia de Don Juan, que entonces se llamaba Castrum Coviacense. Pero ni aluden a León (o Legio), porque aún seguía siendo una ciudad fantasma.

Plano de la villa romana de Navatejera. En la zona central están las habitaciones con mosaico, al norte (arriba) los baños privados y en el ángulo inferior izquierdo un edificio con planta de cruz griega que sería la capilla privada de la villa. (Fuente: Junta de Castilla y León).

Después de estos acontecimientos la Arqueología vuelve a detectar la presencia de población en León. Sin que se sean muchos habitantes, hay una tímida aparición de lugares ocupados y objetos, que llevamos estudiando durante varios años.

¿Alguien ahí?

Nuestro compañero José Carlos Álvarez Ordás excavó durante 1997 en la parcela del actual Centro de Interpretación del León Romano un edificio levantado a mediados del siglo V adosado a la muralla. Fue un hallazgo que nos despertó una curiosidad que aún sigue viva. Sirva este recuerdo, como homenaje y reconocimiento hacia nuestro compañero que se nos fue meses atrás. Demasiado temprano y de la misma forma que él era, con discreción.

Después de varios años rastreando este tipo de vestigios tenemos constancia de varios lugares ocupados en el viejo campamento legionario. No mucho más de una veintena, frente a varios cientos de excavaciones practicadas en la ciudad. Algunos edificios que no se habían venido abajo y otros que se reconstruyeron en el entorno de la via Principalis (hoy calle Ancha), calle que sus habitantes se tomaron la molestia de reparar. Y también en los grandes edificios aun en pie como las termas o el anfiteatro, o en el entorno de la muralla donde hubo una guarnición.

Para entonces la gente había cambiado mucho. En la práctica les seguimos llamando hispano-romanos, pero ni se parecían a la gente de siglos atrás. Para empezar, nada de legionarios, y más que una población urbana, era más bien rural y dedicada al campo. También habían cambiado sus creencias y casi no quedaban fieles de los dioses astures o romanos, por que el cristianismo estaba en auge. Los aristócratas ya eran casi todos cristianos, como el propietario de la villa que hoy se conserva en Navatejera, que en el siglo V se construyó una capilla privada. También se levantó algún gran templo cristiano, como la basílica de Marialba de la Ribera, a unos 10 kilómetros de la ciudad. Años más tarde, en los alrededores de León, se fundó el monasterio de San Claudio, que en el siglo VII ya existía. Aún así, la gente corriente seguía haciendo sacrificios, celebraba las fiestas de antes y mantenía muchas prácticas paganas que la Iglesia condenaba.

La vajilla turca

Los arqueólogos hemos logrado localizar dónde estaban los lugares habitados y los objetos de uso diario. En número son escasos, pero entre todos ellos hay incluso vestigios de un comercio de lujo de largo recorrido, como el plato que vino desde Asia Menor.

Esta es una historia que nos gusta contar, tipo abuelo cebolleta, ya me entenderán los lectores.

Se trata de un plato de cerámica, en realidad apareció hecho añicos que encontramos en una excavación en la calle Cervantes. Años después excavamos la parcela contigua y aparecieron más fragmentos del mismo plato, que pudimos unir. El plato era 'raro', palabra que para un arqueólogo supone más que un reto, con una fea pinta de ladrillo, pero una forma absolutamente fantástica ─ insisto─, para un arqueólogo. Desde luego no era ninguno de los objetos que habitualmente encontramos y se salía de todo lo habitual.

Revisando publicaciones se identificó como un plato manufacturado en Asia Menor, llamado terra sigillata focea, que estaba muy bien datado en otros lugares donde había aparecido, como Atenas entre las últimas décadas del siglo V y comienzos del siglo VI.

Además de su increíble procedencia, su fecha nos adentraba en las penumbras de la 'Edad Oscura'. Nos contaba la historia de un comercio a larga distancia que aún sobrevivía. El Imperio Bizantino, desde el otro extremo del Mediterráneo, seguía vendiendo aceite y vino de alta calidad y los comerciantes amortizaban el viaje rellenando los huecos del cargamento con vajilla de lujo, que debía alcanzar un precio fabuloso. La carga desembarcó en algún puerto del Atlántico, quizá destino a Bracara, en Brigantium (La Coruña) o tal vez en Gijón, lugares donde estas vajillas exóticas se compraban y se distribuían al interior. Y así, llegaron a Astorga que era la cabeza de su territorio, con sus aristócratas y obispo, que se podían permitir fardar de vajilla delante de las visitas.

¿Pero quién o quienes vivían en León que podían pagarse una vajilla tan desorbitadamente cara? La pregunta nos la hemos repetido decenas de veces y tal vez algún día encontremos la respuesta... O no. Y quedará para las próximas generaciones de arqueólogos. ¡No les vamos a dejar todo resuelto!

De nuevo, la ciudad fantasma

El plato de mi historia es posiblemente el último de los hallazgos bien datados (atención al matiz de 'bien datado'), que tenemos en mucho tiempo. Los pocos edificios que vimos reparados o construidos, y que tanto nos había costado encontrar, se desplomaron durante el siglo VI y la población volvió a esfumarse. León pasará otra etapa fantasma y esta vez bastante larga, de calles desiertas y casi nadie dentro de las murallas.

Las noticias históricas eluden a la ciudad. A finales del siglo VI hay un documento conocido como el Parroquial Suevo, donde figuraba Astorga como obispado y León como una simple parroquia. Años después los visigodos, con capital en Toledo, derrotaron a los suevos (583) y se quedaron con su reino, tras lo cual solo sabemos que reyes visigodos acuñaron moneda en las ciudades de Astorica, Bergio o Leione, para hacer dinero y pagar a su ejército.

No voy a afirmar que no quedase absolutamente nadie en León. Siempre hay alguien viviendo entre las ruinas, apostado tras las murallas. Es posible que hubiese una mínima guarnición, tan pequeña que no podemos localizarla. Tal vez viviese un puñado de aldeanos. Gente que cultivase dentro de las murallas, y de hecho durante la Edad Media dentro de las murallas de León había bastantes tierras de labor.

La población campesina del siglo VII vivía sumida en unas condiciones de vida bastante duras. Prácticamente habían regresado a la Prehistoria. Habitaban en pequeñas aldeas de cabañas hechas de madera y ramas, que apenas dejan huellas para la arqueología. Los campesinos cultivaban una zona, hasta agotar la tierra y entonces trasladaban su aldea a otro lugar. Hubo muchos algunos avances técnicos que se llegaron a perder, como por ejemplo el torno de alfarero...

Quizá el lector haya visitado ruinas de ciudades romanas en zonas despobladas. Muchas de las ciudades de origen romano o anterior, no llegaron a superar la época visigoda y se deshabitaron del todo. Las grandes capitales hispanas como Córdoba o Tarragona, apenas ocupaban un 25% de la antigua superficie que llegaron a alcanzar. Más o menos un pequeño barrio. Y los siglos posteriores a la invasión islámica y tampoco ayudaron a recuperar el mundo de las ciudades.

Pero de esa otra época trataré en la próxima entrega.

Etiquetas
stats