Cómo contar, grabar y fotografiar una crisis con un protagonista invisible

De arriba abajo, Pablo Morán, Yaiza Fernández Rollón y Carlos Sánchez Campillo. Acompañan, respectivamente, dos fotos de Campillo y otra de su trabajo en León estos días.

César Fernández

Pablo Morán nunca se habría imaginado ir a trabajar en Madrid por una Gran Vía prácticamente vacía. Tampoco se podía esperar que dos aviones derribaran las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Por entonces becario de la SER, cogió un autobús en Ponferrada para comprobar cómo se vivía un acontecimiento de ese calibre en la redacción de la cadena. El 11 de marzo de 2004 ya era uno de los editores del 'Hoy por Hoy' y se desplazó a la estación del Pozo del Tío Raimundo para contar el mayor atentado de la historia de España. “El 11-S y el 11-M nadie los pudo prever o anticipar. Y fueron un shock. Ahora la crisis del coronavirus se desarrolla mucho más lentamente; es como una película a cámara lenta”, dice el periodista berciano, que ha dado una vuelta completa al reloj de la emisora para volver a ser una de las voces de referencia del programa más escuchado de la radio española.

Yaiza Fernández Rollón nunca se habría imaginado grabar la Calle Ancha de León completamente vacía a plena luz del día. “Ha sido lo más impactante”, confiesa esta reportera gráfica de Televisión Española que lleva nueve años contando desde detrás de la cámara la actualidad de la provincia leonesa, desde las movilizaciones mineras a los problemas del campo pasando por la vida política o las últimas reivindicaciones autonomistas. Su agenda diaria ha pasado a ser una especie del día de la marmota desde el pasado 9 de marzo, fecha desde la que apenas contabiliza una salida a San Isidro para grabar la nieve y otra de imágenes de primavera al margen de la crisis del coronavirus.

Carlos Sánchez Campillo nunca se habría imaginado fotografiar a militares patrullando por el centro de León, en estado de alarma por el confinamiento decretado para contener la expansión del Covid-19. “Y ahora ya estoy empezando a ver como normales cosas que nunca habría pensado”, dice apenas unos minutos después de retratar otra imagen inverosímil hace apenas un mes como el montaje de una carpa para el triaje en los exteriores del Hospital de León. “Nunca he cubierto nada que sea comparable”, admite este fotoperiodista de la Agencia ICAL en León con 11 años de experiencia, a los que suma otros 12 entre la Televisión de León y Canal 4.

Ahora ya estoy empezando a ver como normales cosas que nunca habría pensado, dice el fotoperiodista de la Agencia ICAL Carlos Sánchez Campillo tras retratar una imagen inverosímil hace apenas un mes como el montaje de una carpa para el triaje en los exteriores del Hospital de León

El coronavirus “no ha cambiado mucho la dinámica” de trabajo en la redacción del 'Hoy por Hoy' si no fuera porque varios de sus integrantes lo hacen desde casa. No es el caso de Morán, uno de los responsables del primer tramo del programa, dispuesto a “aprender lecciones de una situación excepcional”. La crisis sanitaria ha modificado sólo en parte la agenda de las profesionales de TVE en León, ya acostumbradas a buscar temas al margen de la actualidad pautada y a extender el foco a diversos puntos de la provincia. Y sí ha puesto patas arriba la rutina del fotoperiodista de la Agencia ICAL, basada fundamentalmente en la cobertura de varias previsiones diarias de convocatorias y ruedas de prensa. “Y ahora todo es imprevisto”, contrasta Campillo.

Contar, grabar y fotografiar una crisis cuyo protagonista principal es invisible no resulta sencillo. “Me sorprende cómo esta acaparando toda la atención y de forma tan sostenida en el tiempo. Eso no lo había visto nunca”, destaca el periodista de la SER. La situación obliga más que nunca a buscar imágenes de recurso, reconoce la reportera gráfica de TVE, ojo avizor a una rama de árbol que se mueve o un paisano que cruza una calle desierta. “A mí me da mucha vidilla la gente”, apunta el fotoperiodista de ICAL, que el 8-M retrataba la multitudinaria manifestación del Día de la Mujer en la misma Gran Vía de San Marcos hoy expedita por el coronavirus.

La reportera gráfica de TVE Yaiza Fernández Rollón se quedó sin respuesta cuando su hijo de 3 años le preguntó por qué salía a la calle si él no podía ir a la guardería. Te va a ver el bichito, le dijo con la lógica aplastante de los niños

La emergencia sanitaria obliga a tomar medidas de precaución. El equipo de redacción del 'Hoy por Hoy' se ha reducido a la mitad en los estudios “por seguridad y para garantizar que el trabajo pueda salir adelante”, expone Morán. Las circunstancias ya no hacen necesario pasar por la delegación de TVE en Ordoño II, señala Fernández Rollón, que elabora sus propias mascarillas, va en el asiento de atrás del coche, mantiene más las distancias en entrevistas con un pie extra para un micro con la espumilla recubierta y echa la ropa a la lavadora cuando regresa a casa. Con geles, guantes y mascarilla se mueve Campillo, que apura los tiempos para no estar más del necesario en la calle hasta encontrar un barrendero o un cartel de 'Últimos días' que se vuelve metafórico en un escaparate de la Calle Ancha.

“Aquí el riesgo no lo ves”

Y es que la sensación de riesgo también tiene esta vez sus particularidades para quienes se ven obligados a moverse sobre el terreno. “Aquí el riesgo no lo ves”, dice el fotoperiodista de ICAL al compararlo con los cortes de carretera de las movilizaciones mineras de 2012 a la altura de Ciñera de Gordón. “Y allí al final ya intentas colocarte en la autopista en el sitio adecuado para sacar las mejores fotos posibles sin resultar herido”, indica apenas unos minutos después de merodear el Hospital de León, el mayor epicentro del coronavirus en la provincia. “Tengo una sensación parecida a Ciñera. Y a mí me daban pánico los petardos...”, compara la reportera gráfica de TVE, a la que su hijo de 3 años de edad le dejó sin respuesta cuando le preguntó por qué salía a la calle si él no podía ir a la guardería. “Te va a ver el bichito”, le dijo con la lógica aplastante de los niños.

Estamos ante una emergencia sanitaria muy grave, pero esto no es una guerra, señala el periodista de la SER Pablo Morán, testigo de cómo se crispó hasta el extremo el debate político tras el 11-M: El tiempo dirá ahora quién se limitó a la crítica, legítima, y quién intentó aprovechar la situación

Con las redes sociales en ebullición, el rigor es más necesario que nunca. “Al final somos como doctores ante una operación. Hay que mantener la mente fría”, advierte Morán, que rehúye las comparaciones con terminología bélica habituales en las comparecencias de mandos militares. “Estamos ante una emergencia sanitaria muy grave, pero esto no es una guerra”, abunda también desde su experiencia como director del espacio 'Punto de fuga', desde el que ha contado en la distancia las consecuencias de conflictos en distintos puntos del mundo.

Construir sociedades “más resilientes” a nuevas pandemias

El enfoque global del programa también le permitió abordar el impacto en otras latitudes de una crisis sin precedentes que “nadie ha sabido ver”. “Pero que no lo viéramos venir no quiere decir que no tuviéramos avisos”, precisa con la esperanza de que esta experiencia sirva “para dar respuestas globales a problemas globales” y construir sociedades “más resilientes ante nuevas pandemias”. También está por ver si el debate político se endurece como lo hizo hasta niveles de crispación extremos tras el 11-M en España: “Ha habido bandazos e improvisaciones en el Gobierno, quizá porque la situación lo requería. El tiempo dirá quién se limitó a hacer una crítica, que es legítima, y quién intentó aprovechar la situación”.

El caso es que el periodismo es uno de esos “servicios esenciales” decretados por el Gobierno a la hora de endurecer el confinamiento para aplanar la curva de extensión del coronavirus, algo que los tres asumen sin vacilaciones. “El oficio lo llevas en la sangre”, cuenta Campillo. “Y ahora somos los ojos de la gente que está confinada en sus casas”, añade ahora que intenta recorrer distintos puntos de la ciudad y se reconoce “impactado por el silencio” cada vez que pasa por el entorno de la Catedral. ¿Quedaría alguna foto pendiente por hacer de este estado de alarma? “Hacer una con un dron. Desde arriba la imagen tiene que ser brutal”, responde.

Pieza informativa de TVE grabada por Yaiza Fernández Rollón con texto de Carmen Bayón

La cuestión de la importancia de la información en un escenario de estado de alarma que ha dejado en casa al menos durante un par de semanas a trabajadores de actividades “no esenciales” tampoco arroja dudas para Fernández Rollón, que aporta otros matices añadidos: “Los medios de comunicación son necesarios para estar informados. Televisión Española es, además, un servicio público que, en nuestro caso, ofrece una información de proximidad que resulta muy importante”.

La radio aporta información, pero también acompañamiento y entretenimiento, subraya Morán, que espera que lo público y lo comunitario se vean reforzados tras superar esta crisis sanitaria

En un estado de confinamiento en el que la evasión debería prescribirse como receta, la radio cumple una labor informativa “pero también de acompañamiento y de entretenimiento”, aporta Morán. El coronavirus ha arrinconado la agenda informativa. “Hoy no tendría sentido hablar del procés. Pero la información es más necesaria que nunca”, sentencia a la espera que de esta crisis se extraigan lecciones a la hora de valorar la importancia de la Sanidad pública o de oficios menos considerados como repartidores o limpiadores, básicos para mantener cierta normalidad, sin obviar la preocupación por el impacto en redacciones ya al límite de caídas sin precedentes de facturación en publicidad.

“Lo público y lo comunitario deben verse reforzados”, considera ahora que, en una sociedad “tan individualista” de una ciudad tan grande como Madrid, de repente la gente “descubre que tiene vecinos” cuando a las 20.00 horas sale a aplaudir a los profesionales sanitarios o de las fuerzas de seguridad. Él, que vive con los horarios cambiados a la mayoría de la población, todavía se sorprende cada vez que apenas se cruza con un par de personas y algunos coches camino del trabajo en la Gran Vía. Y es también en buena medida esa sensación “de irrealidad y de ficción” la que en estos días del coronavirus toca contar, grabar y fotografiar.

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