Legislar en leonés: los Decreta de 1188

Los Decreta se han podido leer otra vez en público en San Isidoro tras la pandemia. // Peio García / ICAL

Máximo Soto Calvo

Aquí, donde a la senyera la han dotado de una estrella y ya soms nació, con la distancia nostálgica de la tierra leonesa, mi tierra, nuestra tierra, en tiempo de pandemia que ha frenado mi participación lectora en la lectura de los Decreta en este 2021, he estado con gran detenimiento observando todos los reportajes fotográficos, así cómo fotogramas rescatados de algún vídeo, todos reveladores de un acto vivo... ¡y ya tradicional! ¡Reconfortante!

Cada cuadro un personaje que me aportaba su propia emotividad. De modo especial si conocía “algo más que de vista” al actuante: “Buena mujer” o “Buen hombre”, que se aprestaba a dar verosimilitud a un acto que no debe perder la condición de popular. Abogo por ello, y en la medida que conozco, está en la mente de los promotores originarios, y de la Asociación Amigos de los Decreta en vías de consolidación oficial.

Es sabido que el mes elegido, ab initio, era abril, por ser en el que, el joven monarca, Alfonso VIII de León, en 1188 decidió llevar a sus Curias también al pueblo: electis civibus; en principio representantes de las más importantes ciudades de reino. La pandemia ya citada, 'obligó' a que se cumpliera el recuerdo en este mes de mayo de 2021.

Objeto de mis observaciones de los intervinientes, a través de los medios, surgen algunos datos cargados de señardá, (por emplear un leonesimo adecuado) que pueden tomar forma de crónica, mas no es lo pretendido. Mucho menos tratar de analizar actitudes gestuales, ni buscar dicción recitativa, predominaba el deseo de que exitosamente se lograra un todo, conseguir un empaste desde la sencillez no elaborada, para la magnificencia recordatoria de unos momentos medievales que el mundo, por mediación de la Unesco, acoge ya a León como Cuna del Parlamentarismo. ¡Y nos lo debemos repetir!

Tan sólo la intervención inicial de Juan Pedro Aparicio, que surge como introducción, lleva la carga discursiva que le corresponde. Su voz, además de la persuasiva y con mensaje en el acto que se conmemora, sirve de aliento a los intervinientes, en realidad a todos cuantos están presentes en la Plaza de San Isidoro. Un mensaje lleno de orgullo leonés, siempre bien acogido.

Los participantes se han de ceñir a la lectura del fragmento que les ha sido asignado, corto, pero con gran valor, también intrínseco.

Dentro del bien intencionado relato de lo contemplado, imagen y lectura, debo dejar reflejados apuntes significativos, algunos pueden parecer de menor cuantía y otros citables como novedad. En la Basílica, en cuya acera inmediata al atrio ha tenido lugar siempre la lectura, una valla por obras forzó un ligero desplazamiento al habitual. También un camión escenario de RNE, ocupaba buen espacio de la plaza. Hacía su programa, coincidente, pero sin intencionalidad, y sin salirse del encorsetado programa que tenían, perdieron o mejor perdimos la oportunidad de que saltara a las ondas la verdad de aquel encuentro ciudadano. Un fallo de periodismo vivo.

Escenografía novedosa por las circunstancias

La escenografía, era novedosa por los condicionantes antedichos, más la ausencia de algunos pendones del grupo Reino de León, asistente en las otras cuatro anteriores ocasiones, creo no equivocarme al decir que esto 'obligó' a la incorporación del Pendón de Baeza, en manos de Hermenegildo López, más dos personas de la Real e Imperial Cofradía.

Dos maceros municipales leoneses, fuera del protocolo tradicional de ellos, acompañaban al conocido como Pendón Real, en este caso, entiendo, con el rango de Pendón Concejil. Su purpurado paño, representaba al Pueblo Leonés. Puede que deba repetirse, lo han de valorar los 'Amigos de los Decreta'. La participación de José Antonio Díez en la lectura, como ciudadano, no como alcalde, facilitaría tal presencia.

El himno a León, creo que debe ser cantado por el pueblo. Bien la intervención del grupo coral, mas, entiendo que su momento debe ser previo al acto con una obertura pertinente, concitando al pueblo. Unos apunte finales. José María Merino puso de inicio voz al rey. Rogelio Blanco, a quien debemos el reconocimiento de la Unesco, cerró la lectura.

18 de abril, la fiesta de León

Aparicio deja marcada una fecha: 18 de abril, para la celebración leonesa. Un número bien connotado con la decimoctava Comunidad Leonesa, buscada, y que en justicia nos corresponde. También planteó que sería muy conveniente elaborar una estatua del joven rey, en su mejor momento legislativo, mediante cuestación popular... su lugar de emplazamiento la misma plaza.

Mi felicitación a los ciudadanos que dieron fortaleza al acto con su presencia. La purpurada ponía color leonés reivindicativo.

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