León, julio de 1936: los hilos de la trama negra falangista

Voluntarios falangistas leoneses en julio de 1936 en Zamora. // JCG

José Cabañas González

Antes de la imposición del partido único falangista-tradicionalista, a mediados de diciembre de 1936 Cayo Díez Tirado denunciaba en León a Francisco Rodríguez Sañudo (de 40 años, casado, natural de Cabezón de la Sal, Santander, y residente en Oviedo), quien era entonces su camarada en Falange, lo que daría lugar a que al inicio de febrero se incoara contra el denunciado el Sumario 58/37.

Lo acusaba aquel de traición por haber facilitado un carnet de la Central Obrera Nacional Sindicalista (CONS) a Leoncio Villanueva Viejo, “masón de cuarto grado y jefe de una Logia en Turón”, al que Sañudo protegió y ocultó en los primeros días del alzamiento en la ciudad en la Pensión Beltrán, de la que merced al salvoconducto que aquel le facilitó ya había huido cuando entre el 25 y el 30 de julio él, Cayo, con dos guardias de Asalto y acompañado por Baltasar Ibán se presentó en ella para apresarlo, y que se halla ahora al mando de una columna de rojos en el frente de Asturias y haciendo alarde de tal carnet.

También lo culpa de que, presente en Ponferrada antes del movimiento, los falangistas locales le entregaron por mano de Antonio Fernández y otro 800 pesetas destinadas a la compra de armas para ellos, con el compromiso de devolvérselas al cabo de una semana si no las adquiría, sin que supieran más de él hasta la fecha; de explotar y aprovecharse de la firma del Jefe territorial de Falange, camarada Leopoldo Panizo Piquero, mientras este estuvo preso en la cárcel Modelo madrileña antes del alzamiento y está hoy oculto en Madrid en lugar desconocido, según le manifestó la esposa del jerarca asturiano en Cangas de Narcea; y de que lo ha amenazado de muerte, pues “estando de Subjefe de Milicias en el frente de Riaño, y actualmente en el Servicio de Investigación de FE-JONS, llegó una orden de detención contra mi dirigida a un capitán y extendida solapadamente por Sañudo”, quien, según confidencias que le hacían Baltasar Ibán Valdés (del Garaje Ibán) y Donato Díez Díez (del Bar Hollywood), “hacía gestiones ante los Jefes de Falange para que lo fusilaran”.

Detenían y encarcelaban en la Prisión Provincial de Oviedo a la mitad de enero de 1937 a Francisco Rodríguez Sañudo (trasladado al cabo de un mes a la Provisional leonesa de San Marcos), Jefe nacional de los Sindicatos de Falange y provincial de Asturias –designado recientemente por Manuel Hedilla en el Consejo Nacional celebrado en Salamanca– nombrado el 27 de julio de 1936 por el Jefe provincial Manuel Marqués secretario de la CONS en la provincia de León, que aparece el 9 de octubre con el mismo cargo en Asturias, y el 20 del mismo mes regresando a Oviedo desde Burgos –en tren– tras realizar a las órdenes del Jefe de la Junta de Mando Provisional Manuel Hedilla servicios de reorganización de las JONS y los sindicatos obreros falangistas, “en tanto se toma Madrid” y se hace lo mismo en todas las provincias.

Interrogatorio a Francisco Rodríguez Sañudo

Declara al ser interrogado que estuvo detenido en mayo de 1936 en la prisión ponferradina, de la que le concedieron luego la libertad provisional, trasladándose a una fonda y huyendo después de la ciudad con la ayuda de falangistas de la misma, recorriendo varias poblaciones castellanas y reuniéndose en Santander con Leopoldo Panizo (con quien siempre tuvo inmejorables relaciones), empleando el dinero que aquellos le entregaron para fines particulares y olvidándose de las armas puesto que no podía volver a Ponferrada. Después de la amnistía del Frente Popular le ordenaron sus superiores contactar con elementos de la cuenca minera, haciéndolo con Leoncio Villanueva, concejal del Ayuntamiento de Mieres, que le prometía infiltrar directa o indirectamente el espíritu falangista en los lugares en los que él gozaba de ascendiente, al que encontró luego en León, temeroso de ser detenido por sus antecedentes, y al que, dadas sus relaciones con Falange, inscribió en el Sindicato de Oficios Varios de la CONS y otorgó el oportuno carnet. Añade que a quien lo denuncia (“inconcebiblemente, dado lo mucho que lo persiguieron los marxistas antes del Movimiento, su decidida y leal cooperación a este, y que dos de sus hermanos han sido en Santander asesinados por los rojos”), Cayo Díez Tirado, lo depuso él de su cargo de Jefe local de León cumpliendo lo mandado por Panizo.

Manifiesta a su vez don Miguel Díez Gutiérrez Canseco que para comunicarle su propósito de organizar en León el sindicalismo falangista varias veces lo visitó en su casa el Jefe nacional sindicalista de Oviedo Rodríguez Sañudo (muy útil a Falange, muy afecto al Movimiento Nacional a pesar de sus antecedentes ideológicos, arrepentido de sus actuaciones en 1934 y gran entusiasta de la causa en las reuniones secretas que los falangistas celebraban antes del alzamiento), interesándole en una de ellas en la conveniencia de atraer a Falange a Leoncio Villanueva, que participó con los revolucionarios en los sucesos de octubre de 1934, en Turón sobre todo (como integrante del Comité encargado del transporte de heridos), “avisándolo él de que se manejara en ello con prudencia, pues se exponía a que el Villanueva fuera un traidor, como por lo visto ha resultado”.

De traidores iba el juego

Parece que de traidores iba el juego (a lo que se ve, alguno de ellos traicionado), o tal vez de espías de unas organizaciones infiltrados en las opuestas, o de agentes dobles (si no triples), pues declara el camisa vieja Cayo Garrido Martínez, desde 1935 Agente de enlace y organización de los Sindicatos obreros de Falange por orden de José Antonio a Leopoldo Panizo, que Antonio Rodríguez Sañudo, del todo fiel a la causa (preparado por el mismo José Antonio para entregarle la Secretaría Nacional de los Sindicatos cuando la dejara su segundo titular, también de procedencia comunista) militó –como él mismo– en partidos de extrema izquierda, de los que se separó en 1934 estando en la cárcel, y “vino a León días antes del alzamiento mandado por Panizo para reorganizar aquí la Falange y nombrar Jefe local (a Juan Carbajal), pues al que había, Cayo Díez Tirado, no se le encontraba por ningún sitio”. Opuso este alguna resistencia a dejar el cargo cuando, regresado a León, se enteró de su remoción, vencida con la intervención del Jefe provincial Manuel Marqués y algunos otros. Enterado después de que fue cesado por Sañudo, y sabiendo que aquel había dado un carnet sindical y otro de Falange al extremista Leoncio Villanueva venido de Asturias diciéndose arrepentido, puso la denuncia que motivó la detención del Jefe Sañudo, asunto zanjado ante el Delegado de Orden Público de León al no presentarse nadie a formular cargos contra el detenido.

Asegura Cayo Díez en su declaración al día siguiente que su denuncia se debe únicamente a los contactos de Sañudo con el marxista Villanueva, y añade que también los tuvo –en 1935– con Victoriano López Rubio el alcalde comunista de Valderas (según puede confirmar Ponciano Pérez Alonso, Jefe local de aquella villa), y con los extremistas de Sahagún –en 1934–, como puede acreditar Felícitos Placer Altier, Jefe del Sindicato Español Universitario (SEU) de León, quien además “le oyó hablar mal de la represión de la revuelta de Asturias” (en Sahagún, y al poco de sofocada aquella, dijo que en el Cuartel de Pelayo de Oviedo se fusiló a obreros), extremos todos ellos que también puede aclarar Julián Herreros Rueda, secretario judicial de Castrocalbón. Conoció este a Sañudo y a Panizo en el año 1934 en Sahagún cuando ambos hacían propaganda por los pueblos, y manifiesta que en julio de 1936, en los días iniciales del Movimiento organizaba él el fichero de Falange y se destituía a Cayo Díez Tirado al denunciarlo Sañudo por una malversación de fondos que no se comprobó en la reunión presidida por el Jefe provincial Manuel Marqués, el ingeniero Sterling y otros, y que el carnet entregado por Sañudo a Villanueva, con el que se pasó a la zona roja, lo recogió en Turón un sacerdote (cuyo nombre ignora y desconoce por qué medios) y lo adjuntó a la denuncia que el mismo clérigo interpuso (ni el uno ni la otra aparecen luego en Falange de León).

Infiltrado en el marxismo

Aporta al sumario nuevos datos el testigo Bernardo González Moncaubeig, quien por mediación de don Miguel Canseco conoció a Rodríguez Sañudo cuando trataba de organizar en la mina de Matarrosa del Sil propiedad del industrial un sindicato falangista que contrarrestase la cada vez mayor adhesión a las ideas comunistas de los obreros, entre los que los había aprovechables para los fines perseguidos, proyecto al que Sañudo se entregó con entusiasmo, pero para el que hacían falta dinero y armas, cuatro mil pesetas con las que las compraría en Portugal.

Ya en las negociaciones para ello pudo prescindirse de los fondos, pues dijo aquel que “sabía por una confidencia que los marxistas de León escondían en las proximidades de San Francisco un depósito de armas que por la noche custodiaba un solo guarda, siendo fácil dar un golpe de audacia y apoderarse de ellas”. Cuando lo preparaban surgió el Movimiento Nacional, y dejó de serles necesario para armarse. A organizar sindicatos de Falange (atraer a ellos a obreros extremistas afiliados al marxismo era su misión) había ido en mayo Sañudo a Ponferrada, y al llegar fue reconocido y apresado, fingiéndose más tarde enfermo y pasando de la cárcel a ser custodiado en una pensión, de la que huyó en un taxi con ocasión de celebrarse en la ciudad un mitin extremista y disminuir la vigilancia.

En el domicilio del padre del Ingeniero se alojó Rodríguez Sañudo en compañía del Jefe de Milicias de Asturias Mario Fernández Peña García, “el día antes del levantamiento preparando las posibles eventualidades de este”, y también lo hizo aquel solo entre el 18 y el 21 de julio. Alarmado por los acontecimientos de aquellos días, llegó Bernardo González a preparar el traslado de su familia a un pueblo retirado de la montaña de Riaño, cesando su temor y desistiendo al ver claro el triunfo del Ejército “cuando los mineros abandonaron León sin haber cometido en la ciudad violencia alguna”. En su vivienda se reunieron con Sañudo “para lo relacionado con la intervención del Ejército en la ciudad” Donato Díez y otros más.

Absolución y sobreseimiento

Añade el Jefe de las asturianas Milicias de Falange que Sañudo, “destacado comunista antes de octubre de 1934 y procesado y absuelto por los sucesos revolucionarios de entonces, entró después en Falange al adjurar de sus ideas y por recomendarlo el comandante de la Guardia Civil Enrique Cotter Chacel” (nacido en febrero de 1889, que intervino en la represión de la revuelta, y “hoy preso o fusilado en Santander”, informa Manuel Hedilla el 20 de febrero de 1937) a quien le merecía absoluta confianza, sujeto aún así por la organización a estrechísimo control y mostrándose siempre leal, tratando de acercar al falangismo a Leoncio Villanueva, extremista de Turón, por considerarlo desengañado de los marxistas y aprovechable por la CONS, y que fue él, Mario Fernández, que tenía atribuciones para ello, quien “por razones que no vienen al caso” suspendió a Cayo Díez Tirado.

Se dispone el 10 de marzo de 1937 el sobreseimiento del sumario, pues acredita el primer mandatario de Falange (sustituto de el Ausente) que el camarada Francisco Rodríguez Sañudo, que hasta octubre de 1934 perteneció a partidos obreristas avanzados, prestó desde los puestos que le habían otorgado excelentes servicios como confidente (lo que certificaría el comandante Cotter si pudiera), y perseguido por sus antiguos compañeros ingresó en Falange Española al vencimiento de la huelga revolucionaria de aquella fecha, desde la que estuvo hasta el inicio de julio de 1936 en constante comunicación con él y a sus órdenes directas, cumpliendo a satisfacción y con total fidelidad a Falange y a la Causa Nacional sus cometidos.

__José Cabañas González es autor de las siguientes obras: 'La Bañeza, 1936. La vorágine de julio' (Volumen 1, publicado en 2010, y Volumen 2 –en 2 Tomos–, publicado en 2013). 'Convulsiones. Diario del soldado republicano Jaume Cusidó Llobet' (agosto 1938 – mayo 1939). Prisioneros catalanes en el “gulag” de León (publicado en 2019 en Ediciones del Lobo Sapiens, como los anteriores, y en 2020 una edición en catalán en Ediciones Base). 'Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León' (libro en preparación y próximo a publicarse, también en ediciones Lobo Sapiens, y del cual procede este relato). Se puede conocer más sobre su trabajo en su página web personal www.jiminiegos36.com

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