La muralla de León en la Era del Moro desvela un 'parque arqueológico' de más de diecisiete siglos de historia

Las excavaciones arqueológicas de la Era del Moro están revelando sorpresas. // Uribe

Jesús María López de Uribe

A veces una desgracia es preludio de grandes descubrimientos culturales e históricos. En mayo de 2016 se derrumbó parte de un lienzo de la muralla romana en el solar de la Era del Moro y las obras de reparación han sacado a la luz –gracias a la preceptiva excavación arqueológica de la zona financiada con los fondos europeos Edusi– restos olvidados con diecisiete siglos de Historia.

No es la primera vez que pasa en León, ya que el hundimiento del cubo de la calle Conde Rebolledo en 2017 –justo en el otro lado de la muralla, la esquina suroeste– demostró que era cuadrangular como el de los Ponce a la entrada de la Plaza Mayor. Pero en este caso los descubrimientos arqueológicos van a poder mostrar una línea de tiempo histórica de, al menos, diecisiete siglos de lo que fue el campamento legionario y después ciudad de León, del siglo III a lo que llevamos del XXI.

Los trabajos arqueológicos en la Era del Moro –dirigidos por el arqueólogo Fernando Muñoz Villarejo, de Miscelánea+Patrimonio– han desvelado vestigios de la Edad Antigua, de época medieval, Edad Moderna y Contemporánea; y la restauración de la muralla bajoimperial de la Legio VII Gemina ha mostrado que su base se encontraba enterrada entre dos y tres metros mostrando los lienzos originales con los grandes bloques (opus quadratum de gran sillería) que instalaron los legionarios.

Hermosa colección de lápidas a la vista

Además, también una hermosa colección de lápidas a la vista en uno de sus lienzos –reutilizadas para construir la imponente fortificación–, que están siendo estudiadas por el profesor Jorge Sánchez-Lafuente de la Universidad de León, experto que descifró también las lápidas que aparecieron en la carretera de los Cubos hace unos pocos años.

Cuando se peatonalice la zona, con un jardín, los leoneses tendrán un interesantísimo parque arqueológico. In aula didáctica en vivo, con más de diecisiete siglos de Historia a la vista junto al Centro de Interpretación del León Romano en la casona de Puerta Castillo.

El arqueólogo municipal de León, Victorino García Marcos –que acompañó a ILEÓN para este reportaje fotográfico de las excavaciones arqueológicas– indicó que “el solar es excepcional y contiene una muestra de la historia de León desde la construcción de los romanos, pasando por la Edad Media, la Moderna y la contemporánea gracias a que no se pudo acceder al mismo desde el siglo XX y no se urbanizó ni construyó en el siglo pasado en los aledaños de la muralla”.

“Ha sido una intervención largamente esperada por que si bien dentro del recinto amurallado había habido muchas intervenciones, por la parte de fuera prácticamente no había habido oportunidad de hacerlos. La verdad es que los resultados están siendo más que prometedores”, comenta.

Los hallazgos son tales, tantos y tan variados que los operarios siguen excavando. “Hay mucho que investigar en la Era del Moro, es una especie de parque arqueológico que va a dar mucho que hablar”, apunta García Marcos. Las catas comenzaron hace más de un año, en marzo de 2020, y todavía tienen tajo por los descubrimientos que se van encontrando.

Los primeros trabajos consistieron en consolidar el cubo y el lienzo derruidos en 2016, más la limpieza de la muralla. La primera sorpresa fueron unas lápidas de época romana que se conservan en el tramo esquinero que va de la entrada del viejo garaje ya derruido –aledaño al Molino Sidrón– a Ramón y Cajal, claramente visibles en ese lienzo. Los legionarios reutilizaron los edificios del siglo III (la datación más aproximada que se tiene de la segunda fortificación de piedra del campamento) y colocaron los grandes sillares allí donde pudieron. Muy probablemente estaban situados en el interior del campamento cerca de donde se colocaron.

También se ha excavado hasta la cota original de la base del vallum –sí, los romanos llamaban simplemente 'valla' a la muralla–, entre dos y tres metros por debajo del nivel del suelo actual, mostrando su técnica de cimentación. Allí también se ven grandes bloques perfectamente alineados. Cuando se peatonalice y ajardine, la zona será todo un museo al aire libre de época romana.

Pero aún hay más. Otra de las murallas de la ciudad, la más olvidada, la medieval del Castillo –recién limpiada y retirado el vallado de obra– muestra dónde estaban sus cimientos... a dos metros más alto de lo que es el nivel actual (sí, más arriba que la acera). En la fotografía retocada de más abajo se puede observar una franja destacada en tono marrón que se arregló en tiempos de la Alcaldía de Juan Morano (en los años 80) y se ha limpiado que corespondería a este basamento con lo que se puede colegir que la presa de San Isidoro tenía una caída pronunciada para dar fuerza al agua que entraría en el Molino Sidrón.

Justo en el lugar donde conectan la muralla medieval del castillo y la romana –reconstruida por el medieval Reino de León, lo que correspondería a la mayoría de restos de esta época detectados– se acaba de encontrar un muro que unía el lienzo semicircular con el cubo legionario. No se sabe todavía muy bien para qué lo hicieron (y no parece ser medieval), pero se cree que era un almacén o un murete para incrementar la seguridad de la fortificación.

Sí se cree que había una escalera de madera en su interior para acceder al adarve (el paseo superior) de la muralla, como muestra la fotografía que abre el artículo. También se ve el terreno por debajo del soporte cimentado de la extensión amurallada medieval. “Hay mucho que investigar todavía en esta cata”, afirma Victorino García Marcos.

Adosados a los lienzos se pueden ver restos de casas de la Edad Moderna y Contemporánea adosados a las murallas. En uno de ellos hasta hay marcas de cómo se apoyaba un tejado sobre ella. También hay sorpresas, como unas escaleras de piedra que, según el Ayuntamiento –con la supervisión de la Junta de Castilla y León–, se está viendo cómo conservar para que la gente pueda contemplarlas. Servían para bajar al sótano de la edificación, donde se puede vislumbrar la base de la muralla romana.

También se puede ver un suelo de losetas de ladrillo rojo de, supuestamente, la entrada de una de esas construcciones, y la base de una columna ochavada (de ocho lados) y el desagüe enrejado –para evitar que nadie se colara por ahí– de lo que antaño fue el convento de los Descalzos; el actual instituto Legio VII, que también fue Escuela de Veterinaria desde 1852 (y el primitivo instituto Juan del Enzina hasta pasada la mitad del siglo XX) de la que también se ven tubos de desagüe de aguas fecales.

Al final, entre las salidas de la presa del Moro (la de San Isidoro), se puede observar cómo entraba el agua al Molino Sidrón y salía por un alcantarillado bajo la calle Ramón y Cajal.

Y en el tramo de salida hacia esa calle, justo debajo de las lápidas romanas, unas hornacinas labradas en la muralla que se cree de Época Moderna o Contemporánea y que aún no se sabe para qué servían y tendrá que ser determinado en investigaciones posteriores.

En la reconstrucción de la muralla también se ha podido estudiar la refortificación realizada a primeros del siglo XIX (ya en Edad Contemporánea histórica) debido a las Guerras Carlistas, con las troneras para fusil que protegían el adarve (el camino de ronda) en la parte superior, que se han conservado y consolidado, e investigar también si había almenas en tiempos romanos. Se sabe también, por los escritos y los planos que se dejaron, que se amplió la zona fortificada con bastiones adelantados para proteger, precisamente, el Molino Sidrón vital para garantizar el suministro de agua para la ciudad; pero la mayoría de restos de estos baluartes se encontrarían por delante de él, fuera del solar excavado, bajo los edificios colindantes existentes y la calle Era del Moro que lo circunda, además de la plaza del Espolón.

Esa fue la última vez que el complejo amurallado de la ciudad de León (Muralla de los Cubos, Las Cercas medievales y la del Castillo) tuvo todas las puertas operativas; es decir, en pie, evitando por la noche –o si hubiera un ataque– la entrada a la ciudad. A partir de la mitad del siglo XIX comenzaron los derribos de las mismas y de tramos de la muralla, como el de Puerta Obispo (a principios del siglo XX) y los cubos de la calle que continúa tras Puerta Castillo.

La siguiente fase de recuperación del entorno será precisamente la peatonalización de la calle Carreras y la Carretera de los Cubos, en la que el arqueólogo municipal tiene esperanza de encontrar más claves sobre la Historia de León.

Allí se responderá una incógnita que no se pudo resolver en la esquina noroeste de la muralla –en la entrada de la calle Abadía en el cruce de la de Renueva con Ramón y Cajal–, ya que las excavaciones en este tramo derruido no lograron determinar si el cubo esquinero era redondo o cuadrado como los dos de la parte sur. “Los archivos y los dibujos muestran el de la esquina de la carretera de los Cubos como redondo, pero igual las catas nos dan una sorpresa; es una de esas preguntas que siempre nos hemos hecho que, en breve, esperamos poder certificar”, explica el arqueólogo municipal.

“Estos proyectos nos ofrecen una oportunidad única de estudiar la Historia de la Ciudad de León y desvelar algunos de los misterios que siempre nos hemos preguntado y que, con suerte, podremos responder. Queda mucho por investigar de todo lo que se ha encontrado en la Era del Moro y se tendrá a ver qué puede salir en el siguiente tramo de la muralla, donde esperamos poder comprobar cual de nuestras hipótesis sobre la datación de la fortificación original romana es la correcta. Pero lo importante es que la gente de León pueda disfrutar de la nutrida Historia de esta ciudad”, concluyó Victorino García Marcos.

1,3 millones de euros para recuperar la zona

El presupuesto global de actuación en la Era del Moro se aprobó en 577.000 euros para la restauración de la muralla, más unos 700.000 para el ajardinamiento y peatonalización del solar. Financiado con los Fondos Edusi de la Unión Europea en el programa 'León Norte', y también con el 1,5% cultural del Gobierno de la nación.

El alcalde de León, José Antonio Diez, valora esta obra como un proyecto “muy importante que devuelve a la ciudad y a los vecinos de la zona un tramo de la muralla que lleva décadas oculto y en muy mal estado, mediante un proyecto de una nueva calle peatonal ajardinada que conectará la plaza del Espolón con la avenida Ramón y Cajal.

Diez califica este proyecto de “hito histórico” dentro de la estrategia del Ayuntamiento de León de “conseguir una ciudad más sostenible, accesible y moderna”. Y más aún después de los descubrimientos arqueológicos en un lugar que conserva los restos de la toda la Historia de León.

Una joya aún por descubrir y disfrutar, que, bien promocionada, puede ser otro hito turístico que permita dinamizar la zona y generar riqueza al ser un yacimiento cultural arqueológico de categoría.

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