La Agencia Aeroespacial en León: ¡Ay los altos vuelos!

Vuelo de un globo aerostático.

Máximo Soto Calvo

Conciudadanos leoneses, perdón por el pesimismo que voy a derramar. Puede que en algún momento nos hayamos sentido en condiciones de ser reconocidos y estar, con la importancia que cada tiempo demandaba, en la cresta de la ola, y no ocultos en el arca de la vanidad de un pasado cuya tapa, con el cerrojo de un extraño pudor echado, nos inmovilizaba.

Es evidente que acudo a los moradores de Legio, legionenses, como herederos de lo que fue sede de un Reino, pero en no menor grado a los leoneses en el más amplio concepto de este vocablo, cuando hago mención a un pueblo, heredero de un territorio donde se promulgaron Fueros, se ensayó, y con éxito, el Parlamentarismo, Cortes, Leyes, en suma derechos y libertades que pasmosamente se van quedando autonómicamente subsumidos en historia.

La tapa aludida ha resultado, con el óxido del tiempo en sus bisagras, y ahora sentados sobre ella los autonomistas que nos ha tocado soportar, muy difícil de levantar –¡Tanto!– como para no haber podido elaborar, culturalmente definidos, un plan popular diferenciado. Mucho menos, en el ámbito político partidista y centralista, poner en valor aquellos ideales que nos definieron en origen. Y así nos va, ensimismados en el soy leonés enquistado, cultura y herencia –¡Puede que fruto de un demasiado castigado dejar pasar!–, hayamos llegado a un estadio donde, para salir y seguir adelante, tengamos que empezar por hacer frente a una pervivencia socioeconómica agobiante, desde el somos al estamos.

No menos cierto es que también hemos perdido estampa y figura, que pasamos demasiado desapercibidos institucionalmente, como un pueblo sin voz, que ensayó a tenerla, siendo pioneros en ello, y logró que se le escuchara, mas ahora hasta los propios políticos que se dicen nuestros la desdeñan.

Estampa decadente de León

La estampa decadente como leoneses, tal como hemos venido permitiendo que se nos arrinconara en la propia tierra leonesa, por tolerancia unos, por dejación la mayoría, casi innominada nuestra personalidad, nos ha llevado a ser invisibles en España y a que se nos desconociera en Europa, o cuando más, se nos tomara por un apéndice castellano, que puede resultar hasta peor. Un grave inconveniente, duro de salvar a la hora de intentar arrancar en las oportunidades que han venido surgiendo, o las que se nos han colocado, tan sólo, a modo de zanahoria.

De estas últimas recordemos que, allá por el 2000 y poco, Aznar nos prometió una Escuela de Pilotos de índole europea, y que al fin voló lejos. Para recordarnos sonoramente esta pérdida, pocos días atrás, en este año que vivimos ha venido un caza eurofichfer a nuestra base aérea de la Virgen del Camino, en ejerció o prueba según dijeron.

Es evidente que otros vuelan impulsados por vientos gubernamentales, que se pueden leer en los mapas de isobaras ambientales parlamentarias y nacionales para alcanzar metas; nosotros, sin políticos, apenas si acertamos a leerlas en los medios, y eso duele. Pero más hiriente resulta que, desde el ente autonómico, nos arrebaten planes de desarrollo o que por no factibles en territorio castellano los silencien o soslayen, y nosotros a verlos pasar.

El aeropuerto civil, adjunto al aeródromo militar, fue propiciado por el socialista Turiel, entonces presidente de la Diputación, y terminado con cierta dignidad por otro socialista en el más alto estamento de la nación española, aludo, como es sabido, al presidente Zapatero.

Me satisface poder seguir diciendo de éste algunas cosas más, quien no necesita de mi pluma para ser recordado y en cierto modo ensalzado, pues puso cierto empeño en el desarrollado de León, capital y también provincia, durante su mandato, aunque lo dejado sin rematar, otros pronto lo olvidaran. Siempre fui crítico con él en la vertiente leonesista, tema que de modo ocasional personalmente tratamos; desde mi punto de vista, un demérito por falta de compromiso autonómico diferenciado.

Las migajas prometidas en León, para Valladolid

El Inteco, su obra, luego Incibe, como base y soporte nos pudo haber colocado en plan europeo, como capital de la ciberseguridad, pero tanto tiempo metidos en el arca, las arrugas de la inmovilidad nos afean tanto, y nos empequeñecen, que, dadas las raquíticas presentaciones por falta de imaginación o convenciones memorísticas alicortadas, de este supuesto favor europeo, nada llegó a León, ni siquiera las últimas migajas que se fueron a Valladolid, siempre en plan fagocitador.

En el tema aeroespacial, generador de este escrito de opinión, hemos de tener presente que el arca que supone falta de desarrollo y visibilidad, también ha sido factor muy condicionante a la hora e ser vendido León como idóneo para la sede de la Agencia Espacial. En nuestra devenida nimiedad, balbuceamos de cara a la ULE, “estos son nuestros poderes”, intelecto y ciencia, e historia a rabiar, pero insuficientes, cuando no sabemos luchar socialmente contra el sambenito de apéndice de lo castellano, y recuperar personalidad y bienes.

Sin desdecirme de nada de lo anterior, prefiero terminar con otro simbolismo, acerca de nuestro posicionamiento en el ente autonómico, interpretable como menos agresivo, pero de dureza final pareja. Hemos estado los leoneses, como pueblo, en las burbujas, del engaño primero, después como paso intermedio en la de la tolerancia, para acabar en la del peligroso conformismo, donde nada nos refuerza el interiorizado ser leonés por más que lo consideremos intocable. Los más doloroso es que nuestro desánimo pueda ser motivo regocijo para otros: ¡¡No lo olvidemos, a los que aúpan nuestros políticos y nuestros votos!!

Un dueto fatal incomprensible.

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