El informe de impacto del desmantelamiento de la central de Compostilla no ve “efectos adversos”

Foto Mario de la Torre

ICAL

El proyecto de desmantelamiento de los tres últimos grupos activos en la central térmica de Compostilla II, ubicada en el municipio berciano de Cubillos del Sil, cuenta ya con un informe de impacto ambiental que no prevé “efectos adversos significativos” sobre el medio ambiente, según recoge la edición de hoy del Boletín Oficial del Estado (BOE). La publicación de este informe se produce al día siguiente de que Endesa confirmase que cerrará todas sus centrales térmicas de carbón en España.

En ese sentido, el anuncio de ayer significa que las centrales de As Pontes (A Coruña) y Litoral (Almería) se sumarán a los cierres ya aprobados de Andorra (Teruel) y Compostilla. Al respecto, durante la fase de consultas a las Administraciones públicas de la evaluación de impacto ambiental, la Dirección General de Energía y Minas de la Junta consideró “conveniente” el escalonamiento en el calendario de cierre de este tipo de instalaciones, así como su sustitución por nuevas centrales de origen renovable.

Tras constatar que no hay afección a espacios naturales protegidos, el informe apunta que las mayores afecciones podrían producirse en la calidad del aire o en los vertidos a cursos de agua. Por ello el informe recalca que “se deberán extremar las medidas preventivas” y especifica que se instalará un captador de partículas en suspensión en el municipio para controlar las posibles emisiones por las obras de derribo.

Por su parte, Endesa deberá elaborar un plan de gestión de residuos que describa en profundidad las acciones que se llevarán a cabo para la puesta en valor de los materiales derruidos. Una vez hayan concluido las labores de demolición de la central, la empresa tendrá que elaborar un proyecto específico de clausura de los vertederos de productos no peligrosos, como cenizas, yesos, escorias y lodos, ubicados en Cubillos y Ponferrada.

El proyecto incluye el desmantelamiento y demolición de todos los equipos, estructuras e instalaciones de la central, desde los edificios y el parque de carbones, a las turbinas, las calderas y las chimeneas. En total, está previsto que el proceso se alargue por un período de cuatro años.

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