Sin convivencia no hay ritual de las castañas: la pandemia deja el otoño huérfano de magostos sociales

De izquierda a derecha y de arriba a abajo, magosto del CIT en Santa Marina del Sil y en Madrid; Magosto de Páramo del Sil y Biocastanea en Carracedelo.

César Fernández

Antes de que la minería del carbón marcara el desarrollo de la provincia durante el último siglo, hubo otros monocultivos. El castaño fue motor de algunas zonas. Alimentó y proporcionó madera a sus gentes y cambió sus paisajes. “Era la base de todo”, dice el presidente del CIT (Centro de Iniciativas Turísticas) de Santa Marina del Sil (Toreno), Ángel González, que se recuerda de chiquillo saltando el fuego en las celebraciones que recogían el espíritu de los pastores que asaban las primeras castañas que 'pingaban' en los sotos. El magosto en el suelo es precisamente una de las peculiaridades del organizado desde hace casi cuatro décadas por el CIT, obligado este año por la pandemia a cambiar la lumbre por la conexión online para mantener viva, aunque “descafeinada”, la llama de la tradición.

La Feria de las Castañas del CIT de Santa Marina tiene pedigrí. Además de pasar por ser la celebración institucional de este tipo más antigua, goza desde hace años de la consideración de Fiesta de Interés Turístico Regional. Cada año reunía a cientos de personas el sábado por la tarde al calor de la lumbre y el domingo al mediodía en la comida de exaltación. Su trigésimo octava edición se quedará en las distinciones: la del Castañero Mayor, que recibirá sus habituales atributos (el tambor, un medallón con cinta bordada, una cesta de castañas y un cuadro con su retrato) y a algunos socios con méritos. La presentación de dos pergaminos y una exposición que combinará la cestería con la cerámica que moldea José Manuel Peinada completarán unos actos que se podrán seguir a distancia. “El magosto es, sobre todo, convivencia. Y los tiempos que vivimos nos dictan justo lo contrario”, admite, con resignación, el presidente.

Más reciente (este año cumpliría su decimocuarta edición), el Magosto y Mercado Tradicional de Páramo del Sil ya cuenta con la declaración de Fiesta de Interés Turístico Provincial. Páramo también carburó gracias a las minas de carbón, pero sus castaños conservan la esencia de un fruto pequeño pero de gran calidad que cada año se ponía en el escaparate gracias a un evento que el año pasado despachó hasta 1.300 kilos. “Y la mejor publicidad es salir agradecido”, dice su alcalde, Ángel Calvo, al destacar el “sabor” que conquistaba al público. Pese a vislumbrar ciertas esperanzas en verano, la evolución de la pandemia llevó al Ayuntamiento ya en septiembre a descartar la organización. Como en el caso de Santa Marina, la cita se reserva cada año para el fin de semana posterior a la festividad de Todos los Santos, el 'prime time' de la temporada 'magostera'.

El magosto es, sobre todo, convivencia. Y los tiempos que vivimos nos dictan justo lo contrario, admite, con resignación, el presidente del Centro de Iniciativas Turísticas de Santa Marina del Sil

“El magosto es nuestra tradición social y cultural más importante. No creo que perderlo suponga tanto daño económico, porque la comercialización se puede seguir realizando, pero sí se pierde imagen y marketing”, señala el director técnico de la Marca de Garantía Castaña del Bierzo, Pablo Linares, en un fin de semana marcado en rojo en una comarca en la que los magostos crecen como las setas en una tradición que también ha llegado a otros puntos de la provincia como la capital. Con marchamo desde 2008, la castaña berciana “ya ha dejado de estar 'mezclada' en el saco de la gallega” en la percepción del consumidor foráneo, considera Linares, que avala el papel de los magostos precisamente en la difusión e identificación del producto.

El Bierzo ha tomado la delantera en esa proyección gracias también a una cita que combina lo técnico y lo experimental con lo social: la Feria Internacional de la Castañicultura Biocastanea. “Se trata del evento más importante relacionado con el castaño al menos en España y Portugal, y casi me atrevería a decir que en Europa”, presume Linares. La organización mantiene las jornadas técnicas (“a día de hoy todavía combinando presencial y online”, puntualiza sin ocultar su contrariedad por los vaivenes en las decisiones políticas que convierten en una “locura” cerrar los calendarios), así como una jornada de campo en un soto de Corullón teóricamente a salvo de restricciones sanitarias estrictas por ser al aire libre. Pero hubo que renunciar precisamente a la parte social, a la Feria en Carracedelo para la que ya contaban con cerca de medio centenar de expositores. “Fue lo primero que vimos que no se podría hacer por ser en un espacio cerrado”, admite.

De la parte social sabe mucho el Centro de Iniciativas Turísticas de Santa Marina del Sil. Además de su propia celebración, ha llevado el magosto por las capitales de Castilla y León y otros núcleos con CIT, así como a la Plaza Mayor de Madrid en el año 2000 de la mano del periodista Luis del Olmo. “Y eso ha contribuido a la difusión y la comercialización de nuestras castañas”, afirma Ángel González al hacer notar la contradicción en la que se mueve la tradicional de parede: más codiciada entre los expertos por su sabor que entre el consumidor medio que “compra con los ojos” y se decanta por otras de mayor tamaño.

El Magosto de Páramo del Sil tenía el aderezo en sus apellidos: un Mercado Tradicional con muestra de oficios en peligro de extinción, una vertiente “cada vez más reconocida y más agradecida”, destaca su alcalde al citar las llamadas de interés recibidas incluso este año y lamentar el fallecimiento repentino en septiembre de uno de sus máximos exponentes, Vitorino 'el Cunqueiro'.

La comercialización no tiene por qué resentirse de la falta de magostos. El mercado en fresco para magostos o en casa no es muy relevante. Lo que más tira es la transformación, señala el director técnico de la Marca de Garantía, Pablo Linares

El cartel de 'prohibido' a los magostos sociales no tendrá previsiblemente una gran repercusión económica directa. “Nosotros se las comprábamos a voluntarios que este año podrán venderlas a muchos compradores. Ahí no se perderá dinero”, señala el alcalde de Páramo del Sil sin obviar que la suspensión sí eliminará el beneficio indirecto. Así, no habrá impacto en los negocios de restauración y casas de turismo rural que colgaban el 'completo' ya en septiembre para una cita que llegó a rondar el medio centenar de autocares y los 5.000 asistentes en un municipio que busca alternativas tras el cierre de las minas de carbón y la central térmica de Anllares del Sil, sus pulmones económicos hasta hace unos años.

Falta industria transformadora y agrupación de productores

La comercialización no tiene por qué resentirse también por un motivo añadido que apunta el director técnico de la Marca de Garantía. “El mercado en fresco para magostos o en casa no es muy relevante. Lo que más tira es la transformación”, advierte para citar su utilización como ingrediente de algunas pastas en Italia o su conversión en marrón glacé, muy renombrado en Francia. La carencia de una industria transformadora es justamente una de las asignaturas pendientes para maximizar su aprovechamiento. “Y nos falta también agrupar a los productores”, añade Linares. “Habría que ir a una producción más intensiva como la de los frutales”, aporta González al describir un círculo vicioso que se abre cuando un particular empieza a descuidar su soto por “no ver una salida comercial atractiva” y eso acaba siendo terreno abonado para las plagas que diezman la producción “pese a contar con un hábitat adecuado”.

Páramo del Sil no perderá la repercusión económica directa. Pero sí el impacto en los negocios de restauración y casas de turismo rural que colgaban el 'completo' ya en septiembre para una cita que llegó a rondar el medio centenar de autocares y los 5.000 asistentes

El castaño lleva años enfrentándose a plagas como el chancro, la tinta o la avispilla. Ahora que a la humanidad le toca hacer frente al coronavirus, la pandemia podría, según algunos algunos análisis, revertir la tendencia del éxodo rural. ¿Serviría de efecto multiplicador para cultivos como el castaño? “El medio rural ofrece respuestas a problemas vinculados a la pandemia. Pero haría falta un cambio real de mentalidad. No se trata de volver al pueblo, sino de tener un medio de vida. No se puede dar el paso por desesperación, sino por convencimiento. Y, pese a que tiene asignaturas pendientes, ahora la castaña es un producto rentable”, responde Pablo Linares.

La Marca de Garantía, que este año se prepara para una campaña de calidad pero de menor cantidad por “el mal cuajado en algunas zonas”, ya había logrado revertir la tendencia de abandono progresivo de los sotos en una comarca con 19.000 hectáreas dedicadas al castaño, una superficie que adorna la postal de otoño. “El paisaje del Bierzo es muy atractivo, más si cabe con el cromatismo del otoño. Si a eso le añades el calor humano, consigues un recurso completo. Nosotros hemos recibido a mucha gente de fuera que marchaba encantada”, destaca el presidente del CIT de Santa Marina del Sil, consciente de que ese aprovechamiento “se resiente” necesariamente por una crisis sanitaria que está reduciendo a pasos agigantados la movilidad y que este año se ha cargado uno de los principales rituales del otoño.

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