La Pitanza, de bar del Barrio Húmedo de León a ultramarinos del siglo XXI

Apenas unos días de cambio de estilo, y el nuevo negocio de La Pitanza causa sensación entre leoneses y turistas.

Carlos J. Domínguez

Ya no hay nadie detrás de una de las barras de bar más auténticas del Barrio Húmedo de León. Pero La Pitanza no ha muerto. Donde antes se cerraban cada día las contraventanas de madera, desde la semana pasada ha llegado la modernidad, otro enfoque de la hostelería del siglo XXI, y hoy leoneses y turistas se sorprenden con dos máquinas expendedoras de última generación que anuncian un “ultramarinos market 24 horas” donde poder seguir disfrutando de los mejores productos agroalimentarios de la provincia.

Detrás de este innovador proyecto, como antes detrás del bar La Pitanza, está Vicente Pascual, un hostelero veterano que ha apostado por reinventarse después de haber pilotado durante 17 años su establecimiento en la calle Mariano Domínguez Berrueta que une la Plaza de la Catedral con la Plaza Mayor.

Pascual afrontaba hace meses su merecida jubilación y trató, explica, de “conservar el local como estaba poniéndolo en traspaso”. Pero las pocas ofertas recibidas no eran solventes y le forzaron a decidir entre dos caminos: cerrar a cal y canto y para siempre o repensar el negocio.

El inestimable apoyo de su hijo, experto en diseño gráfico, y un carácter emprendedor donde los haya, fueron suficientes para decantarse por la segunda opción. “No sin algo de pena, porque han sido muchos años, pero también con la ilusión” de un proyecto nuevo.

Y de tan nuevo, rompedor. La idea parece sencilla, pero no lo es. Hubo que localizar dos máquinas expendedoras de última generación que le ofrecieran la versatilidad que le permita en un clic, tan sólo marcando un código, entregar a los clientes desde chorizo de León a bacalao al pil pil, desde quesos de la provincia a un surtido de repostería tradicional leonesa. Y pagarlo con tarjeta y hasta con el móvil, como espera que pronto le habiliten.

Al final la tecnología llegó “desde Italia, puede que sean de las primeras máquinas de este tipo que funcionan en España”, relata, y es tan avanzada que “cuando hagamos todos los ajustes, porque hemos empezado este viernes, nos permitirán gestionar cualquier incidencia desde el móvil, con ayuda de una aplicación”.

Su apuesta de ultramarinos, que incluye nueva y atrayente imagen corporativa de La Pitanza, es también una apuesta por “precios de supermercado”, hasta tal punto que junto a una amplia selección de productos gourmet se ofrecen botellines de agua a tan sólo 0,30 euros, o chorizo o salchichón de sus “marcas con las que hemos trabajado siempre” (Doctor Picudo) ya en lonchas y con un coste de apenas 1,80 euros.

El salto es vertiginoso, admite Vicente Pascual en un tono que ya apenas transmite nostalgia de su taberna de siempre sino la ilusión del primer día. Ilusión con la que repasa el esfuerzo realizado para resumir en dos expendedoras lo más rico de León y del norte de España: morcilla, su Cecina de León de toda la vida, diferentes tipos de quesos, conservas de las mejores marcas llegadas desde Galicia, puerros de Sahagún, callos, pimientos, café o capuccino para llevar, esmerados precocinados de bacalao con tomate o al pil pil de la marca alavesa Giraldo o legumbres tambien de calentar y listo de la marca De Anita, de Mayorga de Campos.

El hostelero apuesta por que su ultramarinos de última generación satisfaga “al tipo de turismo que León tiene”, toda vez que se encuentra convencido de que con ese turismo “la hostelería leonesa cada día lo tiene más difícil, y en este año que es Capital Española de la Gastronomía, creo que peor que nunca”. Porque su experiencia personal es que “con esto de la tapa abrumadora nos estamos haciendo mucho daño a nosotros mismos, acostumbrando a poner demasiado de comer a costa de la calidad, y eso tiene que cambiar”.

Lo dice el profesional de una cantina de tal prestigio que fue la elegida para que en el año 2004 el entonces presidente del Gobierno leonés, José Luis Rodríguez Zapatero, sorprendiera con sabores leoneses a su homólogo el canciller alemán Gerhard Schröder en la cumbre bilateral que situó a la capital leonesa en el mapa internacional.

El 8 de noviembre de aquel año, Schröder y la delegación germana fueron recibidos en San Marcos por unas 2.000 personas, pasando después a visitar San Isidoro y la Catedral. Y después, La Pitanza, donde Vicente Pascual agasajó a mandatarios y ministros con su afamada Cecina de León, vino del Bierzo “en pequeñas dosis”, rezaba la prensa de la época, y hasta algo de orujo patrio. El canciller se llegó de vuelta a su país un jamón de pata negra, aceite y vino como regalos de La Moncloa.

Eran otros tiempos. Hoy toca quedarse con “los muchos buenos recuerdos” con “tantos amigos y amigas” hechos detrás de la barra, e incluso disponer del tiempo para “salir a tomar yo algo por ahí, que es algo que hace mucho que no podía disfrutar”. Mientras dos modernas máquinas que causan auténtica expectación en el Barrio Húmedo, protagonizando foto tras foto, hacen esta vez el trabajo por Vicente Pascual.

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