El Centro de Interpretación de 'La Cepedana', la pasión por el chocolate de la familia Cabezas

Alfredo Cabezas mostrando algunos moldes. / Astorgaredaccion.com

Uno de los aspectos menos publicitados de la industria chocolatera de Astorga es la contribución de las comarcas próximas a su auge y esplendor. De entre toda la red de artesanos chocolateros que se extendió por los pueblos de la contorna astorgana, uno de los que ha perdurado al paso del tiempo ha sido 'La Cepedana', una empresa que dio sus primeros pasos en 1903 cuando la curiosidad de Lorenzo Cabezas Álvarez por la transformación del cacao en el dulce conocido en la zona desde el siglo XVIII, se convirtió en el cimiento de la empresa que ha perdurado hasta el siglo XXI.

Una piedra ovalada y un rodillo similares a los que Lorenzo Cabezas utilizó en Sueros de Cepeda en la primera ocasión que tuvo contacto con el cacao, se exponen en uno de los lugares más visibles del Centro de Interpretación del Chocolate que su nieto, Alfredo Cabezas, mantiene con mimo en Astorga, en la Chocolatería La Cepedana situada en la calle Padres Redentoristas, enfrente del yacimiento arqueológico de la Domus Romana. La pasión por el dulce del cacao heredada de su abuelo y su padre, Pedro Cabezas, no la ha dejado de alimentar ni ahora cuando ya está jubilado. Él mismo se encarga de explicar a quienes se acercan a conocer este centro de interpretación cada una de las piezas expuestas que, sin duda, son testigos de la historia de una materia prima ligada a los monasterios del Camino de Santiago, que llegó a estas comarcas gracias a los arrieros maragatos.

En la Chocolatería La Cepedana se respira historia y respeto por el esfuerzo realizado por tres generaciones en una empresa familiar cuya marca fue registrada en 1920. Los herederos del abuelo Lorenzo han guardado celosamente objetos relacionados con su empresa o adquiridos en anticuarios de España y de diferentes países que tienen que ver con el universo del chocolate.

Las piezas de mayor valor expuestas en el centro de interpretación son dos máquinas del siglo XIX compradas por el empresario de Sueros de Cepeda para su primera industria de la calle 'Bajada de la Estación', hoy calle Pedro de Castro. Se trata de un mezclador de rodillos de piedra llamado 'Galet' y una refinadora también de rodillos de piedra movidos mecánicamente a través de unas poleas a una transmisión.

En un recorrido por el 'pequeño museo', encontramos libros de cuentas, de registros de la producción chocolatera, facturas, documentos que atestiguan la producción de chocolate en San Justo, Santa Colomba, Santiagomillas, Lucillo de Somoza..., piedras litográficas para copiar etiquetas, antiguas colecciones de cromos como el de una baraja inspirada en el circo donde los palos son copas, balones, espadas y mazas de malabares, también se pueden observar chocolateras de estaño o de Limoge. “Visito rastros y anticuarios”, asegura Alfredo Cabezas, que además viaja con su mujer por todo el mundo siguiendo el rastro del cacao, “hemos estado en Etiopía, Costa Rica... y ahora quiero ir a Guatemala porque es donde los mayas comenzaron el cultivo del cacao, a México a la zona de Chiapas...”.

Como complemento a la degustación del dulce de cacao o a una buena taza de chocolate caliente, el centro de interpretación propone toda una lección a través de los paneles que cuelgan de las paredes y del audiovisual que se proyecta para los visitantes que muestra cómo se cosecha el grano en Costa de Marfil.

De ese recorrido por el mundo también 'hablan' los chocolates 'La Cepedana', el de mayor solera es el tipo 'a la taza' que, como explica Alfredo Cabezas, “no ha variado, los porcentajes de cacao, vienen siendo los mismos ” y aunque los porcentajes no varían, son prácticamente los mismos para todos los fabricantes, cada empresa le proporciona su propia personalidad, “nosotros mezclamos cacaos africanos con americanos porque estos últimos son más aromáticos que los de África”. Otras variedades son el chocolate negro con avellanas, con almendras o con leche con almendras y pasas.

La empresa hoy continúa elaborando chocolates gracias a Mari Carmen y Francisco, antiguos trabajadores, que en 2003 se hacen cargo de la fábrica que mantiene la esencia del buen hacer de la familia de empresarios que llegaron de La Cepeda hace ya más de un siglo.

Pinchando aquí podáis conocer más de su historia.

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