La gran familia rural: Las mujeres de un pueblo de León ayudan a personas mayores y solas

Varios vecinos de Valdespino de Somoza en una hacendera. / Toñi Reinares

Los pueblos siempre han tenido redes de apoyo, sobre todo en los momentos más complicados, como puede ser el invierno o la cuarentena decretada en el estado de alarma. Las localidades más pequeñas quedan todavía más aisladas e incomunicadas ante cualquier adversidad. Ante esta situación, surgen grupos de vecinos que están vigilantes ante cualquier necesidad que pueda surgir, o incluso hasta para repartir un trozo de bizcocho. Como otras muchas veces ha pasado en los pueblos, las mujeres jóvenes han liderado esta iniciativa.

“El otro día fue el cumpleaños de mi marido y mis hijas hicieron un bizcocho súper grande. Me dije: 'Vamos a echar unos culos... Esto se arregla ahora mismo'. Y salí a llevarles un trozo a José y Conce”. José estaba en casa, tranquilo, y Conce, octogenaria, hacía una sopa de letras. “Vamos a darles también un poquito de compañía. Conce me decía: 'Está todo esto muy malo y lo que tenemos que hacer es quedarnos en casa'. Está muy informada, ve la tele y está leyendo libros sobre los maragatos, las escuelas rurales de antes...”.

Es lo que hacen Carmen, Dolores, Esther, Maricarmen, Fe, Patricia, Zaira, Belén y Toñi. Nueve mujeres que viven en Valdespino de Somoza, una localidad de la comarca leonesa de Maragatería de apenas cincuenta habitantes, a 10 kilómetros de Astorga. A través de Whatsapp, según publica Eldiario.es/cyl, se organizan para estar pendientes de los más mayores del pueblo y, sobre todo, aquellos que viven solos, para “dar solución ante los posibles problemas”.

Si los mayores necesitan ir al médico, se les ha terminado el pan, agua o si solo quieren hacerles compañía. Con esta idea crearon el grupo de Whatsapp 'Coronavirus' en Valdespino, un pueblo envejecido que solo cuenta con vendedores ambulantes, cada vez más escasos. “La semana pasada nos dijo el pescadero que no estaba seguro de si iba a venir... Así que si necesitan algo, nos lo dicen y nosotros lo incluimos en nuestra compra y luego se lo llevamos”, asegura Toñi, una de las integrantes.

Además, el restaurante del pueblo ya tenía muchos productos en la cámara frigorífica para los turistas que iban a acercarse al pueblo en Semana Santa. Como tantos otros locales, La Venta de Goyo cerró el pasado viernes y ahora ofrecen estos productos a los vecinos que los necesiten. “Está siendo una explosión de solidaridad súper bonita”.

Una empresaria, una ama de casa, una auxiliar de residencia de ancianos, una limpiadora, una concejala, la dueña de una casa rural, una administrativa, una peluquera y una periodista. A algunas les unen lazos de sangre, y a otras una pared o una calle. Lo importante es que entre todas apoyan a quienes están solos. “Es una de las cosas bonitas de este pueblo, que somos como una gran familia. Siempre prevalece la buena vecindad y el buen rollo”, explica a eldiario.es Toñi.

“Los pueblos siempre han tenido una red de apoyo, no es nada nuevo. Lo único es que le hemos añadido la tecnología”. La idea de crear un grupo de Whatsapp surgió de una conversación entre varias vecinas, que vieron que la entonces epidemia -ya pandemia- de coronavirus. “Pensamos: 'va a ser muy gordo'. Tenemos que estar todavía más unidas, con ese ímpetu y arranque que tenemos las mujeres”, reflexiona Toñi, “sobre todo por estar en contacto y pendientes... Es lo más humano”.

En los tiempos más complicados es cuando la sociedad resiste y se apoya. El coronavirus afecta, con mayor o menor incidencia, a toda la población, y por eso la cuarentena es obligatoria para todos por igual. La cuarentena declarada en el estado de alarma también afecta a la España rural, ese conglomerado de pueblos sin policía, pero con Guardia Civil. La Benemérita patrulla como elemento disuasorio, aunque en la mayoría de los casos no hace falta. “Son todos muy responsables, la verdad”, señala.

Valdespino de Somoza no ha recibido esas preocupantes visitas de madrileños o leoneses como sí se han registrado en otros municipios a pesar de las recomendaciones de permanecer en sus domicilios habituales para evitar la propagación del virus. “Aquí no se ha notado, pero en otros pueblos sí ha ido mucho gente de fuera”, lamenta Toñi, que recuerda cómo fue su compra del sábado en Astorga: “Era primera hora y había ya un festival del copón, con gente con los carros llenos”.

Son muchos los que han decidido cambiar sus apartamentos por la casa del pueblo, normalmente más amplia. El aislamiento no se vive igual en un piso de 40 metros cuadrados que en las típicas viviendas maragatas, preparadas para el frío, con sus paredes rojizas empedradas y sus patios. Estos mismos muros que les protegen del frío en los meses más glaciales, ahora les protegen del virus. “Esto va a ser como el invierno, que aquí es muy duro”, opina Toñi. “Estamos acostumbrados a vivir aislados, pero dentro de las casas, que son más grandes, tenemos mucha actividad”.

A pesar del silencio de sus calles, el bullicio llena las casas en época de cuarentena. Internet está más presente que nunca -en los pueblos que tienen acceso-, y esto permite un contacto “permanente” con todas las personas y novedades. “Estamos leyendo mucho, los estudiantes con las aulas virtuales, cocinamos algún plato especial en la cocina...”. Todo dentro de casa. Porque al final, en eso consiste esta cuarentena. En quedarse en casa para frenar la curva y evitar colapsar el sistema sanitario. Porque hay muchas maneras de ayudar, como Toñi, Fe y Carmen. Pero lo importante es quedarse en casa. Ese simple gesto es lo que de verdad salva vidas.

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