Recomendaciones para tiempo de sendas, paisajes, vegetación, animales y encuentros

Un ejemplar de oso 'capturado' con fotografía. / José Manuel García Fernández

Luis Álvarez

En este recién iniciado mes de mayo, donde la benevolencia climática invita a llenar las sendas de nuestras montañas de caminantes en busca de nuevas experiencias, de disfrutar del paisaje, de observar la flora y fauna exuberantes, de buscar la mejor fotografía del momento, no vienen mal algunas sugerencias para los menos habituales.

Para los habituales de las montañas leonesas, no son necesarias orientaciones. De sobra conocen las peculiaridades y el intríngulis de esa enorme red de carreteras, pistas, caminos, sendas y veredas que como gigantesca tela de araña cubren los desniveles y valles de la provincia.

Para los nuevos caminantes de este extenso territorio, aquellos que se adentran por primera vez o no son tan habituales, les pueden servir de ayuda algunas ideas sobre lo que quizá les depare esta maravillosa experiencia, que es 'perderse' con sus pasos por nuestra tierra.

Hay senderistas diferentes y que persiguen objetivos diversos. Recorrer una ruta ya trazada y señalada o inventada por ellos, con un principio y un final, más o menos larga y, fácil o difícil. Alcanzar un pico para poder observar desde la altura con una mayor amplitud visual. Buscar la observación de la vegetación y quizá identificar especies, en una actitud de estudio y conocimiento. Hacer fotografías de todo lo que pueden observar. Buscar animales para su observación, captación de imágenes, sonidos o cinegéticos (aves, ungulados, cánidos, plantígrados, reptiles, mustélidos...). O simplemente sentarse en el medio del bosque o del camino y escuchar los ruidos del bosque, el rumor de un curso fluvial, o el silencio del momento y como en un instante se quiebra.

Las motivaciones para recrearse en el espectáculo natural que ofrecen las montañas pueden ser infinitas, cada uno sabe lo que busca y pretende en cada momento. No todos somos iguales y nos motivan las mismas cosas, por esos debemos ser conscientes de que esa misma diversidad es en la que vamos a adentrarnos.

Solo un apunte de tipo cívico: que quien venga detrás encuentre las menos huellas posibles de nuestro paso anterior, podemos jugar a engañar a los detectives rastreadores llevándonos con nosotros todo lo que de residuos podamos generar (papel, plástico, albal, latas o cristal). Y por supuesto mucho cuidado con las acciones que puedan significar un riesgo de incendio.

Los encuentros con animales

No vamos a dar pautas de senderismo, equipo o rutas. De ellas están llenas las paginas de asociaciones, colectivos, revistas e instituciones. Solo algunas recomendaciones para aquellos que tengan la suerte de encontrarse en su estancia en la naturaleza, con cualquier tipo de animales, especialmente de los llamados “peligrosos”.

Lo mejor que se puede hacer es contemplarlos y dejarlos en paz: si nosotros no los acosamos, ellos nos mostrarán su indiferencia y se alejarán de nuestro camino sin mayores consecuencias, para que cada uno de los dos prosiga su ruta prevista.

En nuestras sendas lo más peligroso que podemos encontrar son los perros, que estén ejerciendo su trabajo de guardianes del ganado. Y si hay mucha suerte un ejemplar de oso pardo. El lobo, el otro considerado peligroso, no se va a observar más que en mucha distancia, y para ello hay que ser observador experto y tener la paciencia suficiente; aunque lo normal es que no se dejen ver.

Para los perros, lo mejor es dejarlos tranquilos, no tratar de acariciarlos o darles comida y si se muestran muy amenazantes o estamos temerosos, alejarnos con calma del ganado que estén cuidando. Aunque lo normal, es que si no mostramos intromisión en su labor se limiten a unos simples ladridos de advertencia.

El segundo, los osos. Cada año por estas fechas comenzamos a tener noticias en medios de comunicación y redes sociales de avistamientos de ejemplares en proximidades de poblaciones, carreteras, fincas de frutales, colmenas y muy excepcionalmente ataques a animales.

Es normal que los animales del monte se vean próximos a las poblaciones. Por dos razones fundamentales, porque sin duda se mueven y en busca de alimento. Se mueven para desplazarse por razones de celo, de búsqueda de alimento y de espacio propio en que desarrollar su actividad vital.

Por eso es importante, que los residuos humanos que puedan servir de alimento a los animales silvestres se gestionen con inteligencia, no facilitándoles el acceso a una comida fácil. ¿Cómo? Recogiendo los contenedores con regularidad, cerrándolos, iluminando por las noches las zonas donde su ubican. Conclusiones que presentaron SEOBirdLife y Fundación Oso Pardo (FOP) en octubre de 2019, sobre los resultados de un trabajo de seguimiento de este tipo de hechos realizado en los municipios de Villablino (León) y Pola de Somiedo (Asturias).

Más difícil de controlar son las apariciones de estos animales en fincas de árboles frutales o colmenas, para los que el mejor remedio aplicado hasta ahora son modernamente los pastores eléctricos y antiguamente los denominados “cortines” (corrales de piedra donde se encerraban las colmenas).

Los encuentros de senderistas o vecinos con osos, son más alarmistas que peligrosos. No hay constancia en nuestro territorio de ataques de osos a personas desde antes de 1900 (en las hemerotecas consultadas, no existe constancia de hechos de este tipo, si de muchos ataques a la inversa, de hombres a osos, eran otros tiempos y su caza estaba permitida).

La FOP acaba de sacar a la luz un libro “Osos cantábricos. Demografía, coexistencia y retos de conservación”, de acceso y descarga gratuita en este enlace.

En él encontramos amplia información de mucho interés referidos a los posibles encuentros con osos y su contacto con los humanos. En concreto el capítulo IV, “Habituación, condicionamiento a las basuras y ataques a humanos”. En la página 81 del libro se detallan los ataques o encuentros peligrosos, documentados, de ejemplares de oso pardo a humanos en los últimos 23 años.

Y finaliza el capítulo con el siguiente texto bastante tranquilizador: “En cualquier caso, conviene recordar que los ataques de osos son rarísimos, y que los grandes carnívoros constituyen más una amenaza para la tranquilidad de espíritu que para la seguridad de las personas que viven o utilizan las zonas oseras”.

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