La Junta de Castilla y León dice que el coronavirus le 'ha costado' más de 253 millones

Personal del Hospital de León en plena desinfección, archivo. / ICAL

S. Calleja / ICAL

El impacto de la crisis del coronavirus ha implicado un gasto para las arcas de Sanidad Castilla y León (Sacyl) de 253,76 millones de euros desde el inicio de la pandemia. Y de ellos, más de la mitad se han destinado a la contratación de profesionales y a la compra de productos sanitarios y equipos de protección individual, en concreto 81,6 y 97,2 millones en cada caso.

Esta es la cuenta que a día de hoy lanza la Consejería de Sanidad sobre el coste de la crisis, dándose por hecho que se cuantifican gastos e inversiones exclusivamente vinculados a atajar esta enfermedad o paliar sus efectos, sin incluir gastos corrientes u otros presupuestos que igualmente se podrían haber gastado.

El resto de la inversión realizada, asegura la Junta, ha sido para gastos corrientes (49 millones), gasto farmacéutico hospitalario (13,9 millones), obras y equipamientos (10,1 millones), y 1,2 millones para otros aspectos no detallados.

Así lo explicó hoy la consejera de Sanidad, Verónica Casado, en un coloquio online organizado por Excecutive Forum España recogido por Ical, en el que precisó que ha esta inversión hay que sumar el gasto destinado al conjunto de sistema, porque también “hay otras patologías más allá del Covid-19”.

Precisamente, la estrategia de Sacyl en esta segunda ola pasa por establecer, dijo, una reordenación sanitaria en un marco de atención diferenciado entre pacientes Covid y no Covid, después de que en la primera todo el sistema se volcara con el coronavirus. Ahora, el “reto es alcanzar un equilibrio” porque no se puede permitir que el virus vuelva a desplazar a las otras patologías donde las demoras pueden provocar daños, como ocurre con el cáncer, enfermedades cerebro y cardiovasulares y salud mental.

Por ello, Casado explicó que su departamento trabaja en fijar los protocolos que permitan seguir con el despistaje, abordaje y tratamiento de los procesos, como pueden ser los cambios en la sintomatología de pacientes crónicos, lesiones musculoesqueléticas o intervenciones quirúrgicas de prioridad alta, no sólo las de nivel 1.

La hoja de ruta también pasa por mejorar la prevención primaria, con medidas de educación para la salud; tener un sistema efectivo de seguridad seguridad y asistencia en salud laboral, actualización científica, flujo de información en todos los niveles, y planes de contingencia que deben actualizarse en función de la evolución de la situación, sin olvidar el apoyo a la comunicación y la teleasistencia para mejorar la relación con el paciente. A ello, se une la necesidad de mantener los circuitos Covid y no Covid en la atención ordinaria, tanto en los centros de salud como en los hospitales, ya que en emergencias se actúa de otra manera.

Consenso y umbrales

Casado advirtió que la experiencia indica que las segundas olas puede ser peores que las primeras, y que las OMS ya ha aventurado que la evolución va a ser larga y puede llegar, “incluso” hasta la primavera. Por ello, insistió en la necesidad de que ciencia y política vayan de la mano, una premisa de la Junta de Castilla y León que trabaja bajo las directrices de su Comité de Expertos y de los técnicos, por un lado para que se apliquen las mejores evidencia clínicas, pero también que la actuaciones sean las mejores.

La consejera volvió a pedir al Gobierno de España que trabaje en esta dirección, y que fije criterios comunes que permitan “salir de esta encrucijada”. Confió en que sea más pronto que tarde, y que en el próximo Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) se llegue a un acuerdo sobre los nuevos niveles de alerta del plan de respuesta temprana para establecer las medidas mínimas. “Estar unidos y tener criterios es lo que nos va a permitir salir de esta encrucijada”, sentenció.

En este este sentido, recordó que una de las premisas de la Junta es la coordinación intersectorial, desde alcaldes, a colectivos y los propios rectores de universidades, más en cuando se está dando una repunte de casos importante entre edades comprendidas entre los 14 y los 29 años.

“Una pandemia es una guerra” y en este caso, “el enemigo es incluso peor”, de ahí la necesidad de avanzar en la mejora de la colaboración institucional, así como en mejorar la prevención secundaria, a través de los rastreos, seguimiento de las cuarentenas y aislamientos; en el diagnóstico, con proyecciones de necesidades de PCR y el uso de antígenos de nueva generación, y tratamientos, una tarea en la que está Sacyl, dijo, que también ha implantado una estrategia de prevención terciaria, con el fin de garantizar el seguimiento de pacientes graves por coronavirus que ya han sido dados de alta.

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