Dos Ayuntamientos de la Región Leonesa invierten en vacas, toros y cerdos para dar empleo a la zona

Varias reses propiedad del Ayuntamiento de Almaraz de Duero, en Zamora. Ayuntamiento de Almaraz de Duero

Alba Camazón

“Había cierto abandono de las praderas, había maleza. La hierba crecía y crecía y nadie la comía, se secaba y no producía. Las ovejas de la zona no pastaban en esa pradera. Decidimos crear actividad para el pueblo. Ahora, las vacas son las desbrozadoras”. El Ayuntamiento de Almaraz de Duero (400 habitantes, Zamora) decidió en 2014 comprar vacas para tener su propia explotación ganadera. No es la única Administración dueña de ganado. En Salamanca, el Ayuntamiento de El Cubo de Don Sancho (400 habitantes) también tiene una explotación, pero no vacuna, sino taurina y de cerdo ibérico.

El Ayuntamiento de Almaraz tiene ya unas 200 cabezas de ganado de extensivo y 70 terneros que luego venden para engordar y el intermediario ya se encarga también de la venta de carne. Unos cinco trabajadores municipales se encargan del mantenimiento de la cabaña, como lo hacen sus homólogos con la residencia de mayores que gestiona también el Ayuntamiento de Almaraz.

El alcalde del municipio, José Martín, espera que, con los años, la explotación crezca y pueda generar más empleo. “Aquí hace ya años había muchísimas vacas para el trabajo y para pastar... Nuestras vacas están todo el año en el campo, no están encerradas”, explica a elDiario.es el regidor zamorano. Aunque la mayoría de las vacas se entregan sin engordar, el Ayuntamiento sí ha engordado algunas vacas para la gente del pueblo. “La gente se fía de la calidad porque pueden seguir todo el proceso, es carne del pueblo. Lo compran y lo congelan”, explica Martín. Las vacas también limpian y desbrozan los campos, lo que ayuda a evitar incendios en la zona.

Aunque las cuentas cuadren “raspadas”, la apuesta de este municipio es firme. “No es que los beneficios sean muy grandes, porque entre que pagas, compras el ganado, inviertes y pagas a la gente... pero esperamos crecer en los próximos años y tener más gente empleada”, asegura Martín. “Aquí prácticamente no hay paro, la gente de aquí va teniendo empleo y hay personas que se han quedado por la explotación en lugar de irse”, comenta.

El alcalde lamenta que los límites del techo de gasto les impida invertir y pedir un préstamo para poder invertir en mejorar los servicios e instalaciones actuales. “Tenemos que ir con mucha calma”, apunta.

Además, en 2019 tuvieron un brote de tuberculosis y hubo que sacrificar a todo el ganado y empezar de cero. “Nos ha tocado volver a luchar por todo. Después del vaciado, nos sentimos mal, porque hay que volver a organizarlo todo cuando ya teníamos ganado estabilizado”, afirma Martín. Económicamente, este golpe no resultó “favorable” para las arcas municipales, aunque recibieron la indemnización de la Junta y algún ingreso procedente del matadero, explica.

En Salamanca, el Ayuntamiento de El Cubo de don Sancho empezó a gestionar una explotación ganadera propia a finales del siglo pasado. En 1982, el pueblo se movilizó para participar en la subasta pública de dos partes de la finca de Rollaneja que estaban en manos de la Fundación Piadosa Vicente Rodríguez Fabrés: una parte fue adjudicada al pueblo y a la otra renunció uno de los ganaderos que había pujado por ella “como favor al pueblo”.

En ese momento, los vecinos del municipio que quisieran podían meter ganado en la finca a cambio de una renta anual y dos sociedades agrarias de transformación gestionaron los fondos en los primeros años, hasta que España entró en el Mercado Común Europeo, lo que provocó un “descenso brusco” del precio de la carne de vacuno y dejó de ser rentable para algunos ganaderos. Ante la imposibilidad de poder pagar los intereses de la finca, las dos sociedades cedieron la gestión y explotación de la finca al Ayuntamiento del Cubo de don Sancho.

El Consistorio inició una explotación integral del cerdo ibérico y compró algunas vacas bravas para aprovechar los pastos y poder hacer frente a los pagos. “Al principio teníamos ganado de lidia en la mitad de la finca, algo de cerdo de bellota y la otra mitad la utilizaban los vecinos del pueblo”, explica el alcalde del municipio salmantino, Emiliano Muñoz.

Sin embargo, los impagos persiguieron al ayuntamiento y en 2011 –cuando Muñoz entró como alcalde– la deuda era de 600.000 euros, calcula el alcalde del Cubo de don Sancho. “No se cubrían los gastos ni se había amortizado la deuda. El Ayuntamiento tuvo que pedir otro préstamo para hacer frente a los gastos”, concreta.

El Ayuntamiento elaboró un plan de gestión y actualizó el ganado vacuno de carne. “Se hace todo de forma transparente y con facturas para que todo el pueblo lo sepa todo”, apunta Muñoz. Ahora, la explotación del Ayuntamiento tiene unas 140 cabezas de ganado vacuno, unas 40 de ganado de lidia, otras 50 de cerdo ibérico, que el propio municipio procesa y vende a mayoristas y en los comercios del pueblo.

Además, el Consistorio tiene una aula de naturaleza en el que potencian el turismo medioambiental y de dehesa con escuelas y curiosos. “Hay mucho turismo taurino y ecuestre, de asociaciones y peñas de caballistas que vienen a una ruta ecuestre. Ponemos un guía y dan un paseo campo a través”, añade el alcalde.

“Hicimos frente a la deuda y estamos empezando a tener beneficios”, reconoce el regidor del Cubo de don Sancho, que da empleo a unos siete trabajadores (más los eventuales), como una empresa más. Los ayuntamientos de Almaraz de Duero y El Cubo de don Sancho intentan mantener la actividad económica en zonas deprimidas y despobladas, con una oportunidad de negocio que quizá otros municipios puedan emular.

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