El bando de Villafranca del Bierzo frente a la gripe de 1918 que aconsejaba paseos frecuentes al aire libre

Vista aérea de Villafranca del Bierzo. / Ramón Cela

César Fernández

Han pasado más de cien años, varias revoluciones tecnológicas y grandes avances en el campo de la medicina. Pero la respuesta general a una pandemia no difiere demasiado en las restricciones que las autoridades dictan a los ciudadanos. Ahora que el Gobierno de la nación y los ejecutivos autonómicos buscan encuadrar sus medidas para contener la segunda ola del coronavirus, un vistazo a un bando del Ayuntamiento de Villafranca del Bierzo fechado en octubre de 1918 en plena expansión de la gripe deja unos cuantos paralelismos con la crisis del coronavirus y una gran diferencia con respecto al confinamiento de marzo: una de las recetas hace un siglo fue “pasear frecuentemente al aire libre”.

El bando de Villafranca del Bierzo está fechado el 3 de octubre de 1918. Los primeros casos en el mundo se notificaron en marzo en Estados Unidos. En mayo se produjo el primer fallecimiento por esta causa en España. Su condición de país neutral en la Primera Guerra Mundial, entre el silencio de los países en litigio para que no decayera la moral en el frente, hizo que la epidemia pasara a los libros de Historia como la 'gripe española', cuya mortalidad se disparó con la llegada del otoño. Y ahí fue cuando el entonces alcalde accidental y presidente de la Junta Municipal de Sanidad, Lucio Beberide, firmó un documento que, con las particularidades de la época, recuerda a varias de las recomendaciones dictadas en este 2020 frente a la Covid-19.

Padre del reconocido pintor Norberto Beberide, el entonces regidor accidental no era sanitario. Había sido bombero en Madrid. “Y aquí se le llamaba a él cuando había un fuego”, recuerda el fotógrafo villafranquino Ramón Cela, que ha facilitado un documento en cuyo encabezamiento se reconoce que la adopción de medidas responde tanto al “estado sanitario” de la nación como “a la presentación de varios casos de infección gripal en este villa y pueblos inmediatos”. Fue, de hecho, una de las zonas de la provincia más afectadas por una epidemia que también se cebó con los trabajadores que de aquella construían la línea de ferrocarril minero entre Ponferrada y Villablino.

Con siete prohibiciones comienza el bando. Quizá las más curiosas sean las que impedían “la circulación de cerdos y gallinas por las calles de la villa” con la excepción “de los que concurran al mercado”, así como también “la de perros sin bozal”; o la que no permitía “la estancia en la población de gitanos, vagabundos y mendigos que no sean del municipio”. Era otra época. Tampoco se podía “sacudir alfombras y ropas desde los balcones y ventanas”. Y quedaba prohibida “la venta de frutas verdes y averiadas”.

Villafranca prohibió la circulación de cerdos y gallinas por las calles, así como la estancia en la población de gitanos, vagabundos y mendigos que no sean del municipio

El documento prosigue con las obligaciones: dos que sonarán mucho a la actualidad vivida en 2020 como la clausura de colegios y escuelas públicas o particulares y la “frecuente y rigurosa desinfección de los locales destinados a reunión del público” como tabernas, cafés o fondas, así como coches de alquiler. El bando también obligaba a transportar la ropa de uso de los enfermos “en sacos impermeables o sábanas mojadas en líquidos antisépticos” para lavarlas “más abajo de la confluencia de los ríos Burbia y Valcarce” tras someterlas a ebullición en agua de lejía.

Una enfermedad “extraordinariamente contagiosa”

Tras advertir de que la gripe es “una enfermedad extraordinariamente contagiosa, que afecta a las personas de todas las edades, fácilmente trasmisible por medio de los animales domésticos y que generalmente se localiza en los aparatos respiratorio y digestivo”, el bando hace una serie de recomendaciones a la población también bastante asimilables a la situación actual. Así, además de la consabida advertencia de “evitar todo enfriamiento por medio de abrigo suficiente”, el texto “recomienda encarecidamente” no asistir a lugares “donde se acumule público, ni permanecer en locales cerrados o insuficientemente ventilados”. “No entrar en casas donde haya atacados y menos (sin necesidad) en las habitaciones de los enfermos”, “lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón antiséptico”, “extremar el aseo y limpieza corporal y de las habitaciones”, “desinfectar las ropas de uso y cama” o “cuidar prontamente cualquier indisposición que se presente” también figuran entre los consejos junto a otros como más curiosos como “no salivar en el suelo y menos en las paredes”.

Además de promover los paseos al aire libre, las autoridades aconsejaban evitar lugares donde se acumule público, ni permanecer en locales cerrados o insuficientemente ventilados, algo de plena actualidad

En esta relación, aparece otra recomendación, la de “pasear frecuentemente al aire libre”, que sí entra en contradicción con las medidas de confinamiento estricto derivadas en marzo de la aplicación del estado de alarma, suavizadas progresivamente con los permisos para la movilidad primero de los niños y luego, en determinadas franjas horarias y otras condiciones, del resto de la población. El caso es que ahora, transcurridos unos meses y hasta la aplicación este sábado del toque de queda a partir de las 22.00 horas en Castilla y León, el consejo sí pasa dar preferencia a los espacios al aire libre frente a los cerrados.

El contexto de esta última recomendación se extrae de otra publicación de la Junta de Sanidad de Villafranca del Bierzo, denominada “noción general” sobre la propagación de la gripe. Y el primero de los “consejos para no contraerla” es “respirar aire libre por estar menos cargado de gérmenes que el de los locales cerrados o mal ventilados”, seguido de otros como el que reza “se procurará no levantar nunca polvo, para lo cual no deberá barrerse el piso en seco, sino con bayetas húmedas o regando previamente con soluciones antisépticas”.

Casi medio centenar de víctimas en un mes

Por lo que respecta a los consejos a los enfermos, el texto señala que de su asistencia “se encargará el menor número posible de personas”. “Se aislará”, prosigue en una línea muy similar a la situación actual, “el resto de la familia y adoptará con todo rigor las prácticas anteriormente reseñadas. El Jefe de la casa prohibirá la entrada en su domicilio de personas extrañas a la familia”. Y sobre cuestiones de higiene respiratoria que ahora han llevado a recomendar estornudar sobre la flexura del codo, entonces se aconsejaba que el paciente “no tosa nunca sin poner delante de la boca una toalla o paño grande”.

'La sonrisa berciana', una publicación de la época, da idea del impacto que tuvo la gripe de 1918 sobre la población de Villafranca del Bierzo al dar cuenta de las defunciones ocurridas como consecuencias de la epidemia. Tras las dos solamente registradas en septiembre de ese año, aparecen en un municipio que por entonces contaba con una población de en torno a 4.500 habitantes nada menos que 45 en el mes de octubre derivadas de causas como “broncopneumonía gripal” o “bronquitis capilar” fundamentalmente, el negro listado de una pandemia ante la que las autoridades sanitarias lanzaron a la población recomendaciones muy similares a las actuales.

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