León no salva la Navidad ni evita la tercera ola de coronavirus pese a las restricciones

Controles policiales y ordenadas colas para respetar aforos en los pocos locales abiertos en el Barrio Húmedo en la tarde de Nochevieja.

Alba Camazón / elDiario.es/cyl

A principios de noviembre, el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, aseguró que tomaban medidas “duras” -como el cierre de hostelería, gimnasios y centros comerciales- para “salvar la Navidad”. A pesar de que el vicepresidente autonómico, Francisco Igea, después descartara esta justificación y apostara por las restricciones para salvar vidas, todavía permanece esa idea de 'salvar la Navidad', un concepto que no parece haberse cumplido en Castilla y León.

Ni se ha salvado la Navidad -opinan hosteleros y comerciantes, aunque estos últimos no son tan pesimistas-, ni Castilla y León se va a librar de una tercera ola, que, como la consejera de Sanidad advirtió hace días, ya ha llegado a la Comunidad, y en breve se esperan de nuevo más ingresos hospitalarios y más pacientes en la UCI.

“De salvadas, poco. Sin las cenas de Navidad y sin madrileños, perder menos del 50% de la facturación es imposible”, lamenta el presidente de la Federación de Hosteleros de Ávila, Víctor Gómez, que calcula que estas navidades se ha facturado el 30% de lo que se hacía otros años. “En Castilla y León nos han arruinado con el toque de queda”, reprocha.

El efecto del toque de queda

En Castilla y León, no puede salir de casa nadie desde las 22.00 horas hasta las 6.00 de la mañana salvo los trabajadores, algo que no ha cambiado durante el periodo navideño, salvo en dos fechas: en Nochebuena y en Nochevieja se alargó hasta la 1.30 de la mañana, aunque a partir de medianoche solo se podía estar en la calle para volver a su domicilio -cuyo incumplimiento provocó varias multas en la Comunidad-. Sin embargo, la hostelería debía cerrar a las 22.00 horas también estos dos días.

“Personalmente, si sé que va a ser tan tranquila la Navidad, ni abro. La situación es cada vez más insostenible”, segura el presidente de la Asociación de Hosteleros de León, Martín Méndez, quien afea que las administraciones públicas estén “dejando morir al sector”. “El caso que nos hacen es nada”, reprocha. “¿Qué ayuda nos dan? ¿200 euros por local? Eso son seis comidas, 30 cañas, no más”, agrega Gómez.

Todos coinciden en la necesidad de sancionar a quienes infrinjan las normas sanitarias y defienden que aquellos establecimientos que mantengan abiertos los establecimientos cumplidores. “La gente intenta ser coherente, pero hay gente que cree que está por encima de la pandemia. Y si no lo hace bien, que te cierren el local. O si ves a cinco tíos fumando en la terraza, o sin mascarilla, que haya una sanción. Hay que reforzar la policía, y que actúe con coherencia”, reclama el presidente de los hosteleros de Ávila.

Ayudas que no llegan

El sector continúa cuesta abajo y no parece que vaya a remontar, con la tercera ola ya aterrizando en los hospitales de la Comunidad y las restricciones de nuevo. El pasado jueves, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, anunció que cerrarán los interiores de la hostelería al menos durante 14 días a partir del domingo 11 de enero en Ávila, Segovia y Palencia. Inicialmente iban a cerrar a partir del viernes, pero horas después del anuncio de Mañueco, la Junta aplazó estas restricciones “ante la petición de los sectores afectados para facilitar las tareas de organización ante las nuevas medidas de contención del virus”. Mañueco también anunció una nueva línea de ayudas para el sector, que no consigue aplacar los ánimos.

El presidente de los hosteleros de Ávila, como todos los preguntados por este diario, reclama ayudas directas equiparables a sus pérdidas. “Debería ser como con la expropiación común, cuando la Administración expropia por interés público y se le paga un justo precio. Nos han expropiado nuestra actividad y nos tienen que compensar”, suscribe el presidente de la Asociación Zamorana de Empresarios de Hostelería, Óscar Somoza.

El vínculo entre la hostelería y el comercio

Desde Palencia, lamentan haber estado entre los últimos en abrir la hostelería y ser de los primeros en volver a cerrar. “La gente no va a salir a la calle y las compras también se van a resentir. Las navidades no han supuesto un desahogo ni para el comercio ni para la hostelería”, comenta el presidente de los empresarios palentinos, José Ignacio Carrasco. “Si la ayuda es de 300 euros... eso no ayuda nada. Tienen que ser del estilo de Alemania”, insiste.

El vínculo entre la hostelería y el comercio también preocupa en el resto de las provincias. El presidente de la Federación de Comercio y Servicios de Valladolid (Fecosva), Jesús Herrera, sentencia que las Navidades no han sido “buenas”, aunque indica que en los días previos a Reyes han sentido un “ligero empujón”.

El sector del comercio ha aguantado un poco mejor que el hostelero porque las restricciones horarias no les han afectado tanto como a los bares y restaurantes. “En Salamanca ha sido un poco mejor de lo esperado... Hemos facturado menos, pero lo esperábamos peor. También es verdad que pensamos que esto ha sido puntual por las fechas que son, pero esperamos que la cuesta de enero sea larga”, explica la presidenta de la Asociación Salmantina de Empresarios de Comercio Vario (Asecov).

La prórroga del cierre perimetral hasta mayo

Otro de los aspectos que preocupa a la hostelería y el turismo, sobre todo, es el anuncio de la prórroga del cierre perimetral hasta mayo. Esta limitación podrá no durar tanto tiempo, en función de la evolución epidemiológica, pero eso no consuela a estos sectores económicos. “Es innecesario, incoherente e imprudente. Di que cierras 15 días y luego ya veremos. ¿Quién va a planificar la Semana Santa o el puente de mayo? Esto es avanzar la ruina a mayo”, vaticina Víctor Gómez. “Estas han sido las peores navidades para el turismo. En Segovia nos hemos quedado con reservas casi a cero y de ayudas no han llegado nada”, lamenta el presidente de la Asociación Turismo Rural y Activo de Segovia, Domingo Asenjo.

Desde estos dos sectores también protestan por la “confusión” que han generado los constantes cambios en las limitaciones en Navidad. “Algunos teníamos reservas y se han anulado todo por el tema de la movilidad y el confinamiento perimetral que unido al máximo día unidades familiares y de 6 a 10 personas ha supuesto un verdadero caos”, lamenta el presidente de la asociación Valladolid Rural, Luis Chico.

“Nuestros alojamientos rurales han estado con una ocupación muy baja por los cierres perimetrales pero los sorianos hemos disfrutado de un paisaje maravilloso. Soria es una provincia por conocer y esperamos que este 2021 atraiga a turistas de nuestra región”, agrega la presidenta de TurSoria, Beatriz Calavia.

Cada día más contagiados

Mientras estos sectores económicos se definen como espacios “seguros”, los contagios continúan subiendo, la mayoría, como siempre, procedentes de brotes familiares o de amigos que se reúnen a comer y no cumplen las normas que impone la COVID-19: metro y medio, mascarilla, ventilación, etc..

La consejera de Sanidad ya advirtió el martes de que la tercera ola ya estaba en Castilla y León, y las hospitalizaciones ya han comenzado a crecer. En los centros sanitarios ya se temen que esto “salga caro” aunque la mayoría de la gente haya cumplido con las normas. “Hay cosas ilógicas, como abuelos que viven en una residencia y se han ido a casa de sus hijos en Navidad...”, explican fuentes del Hospital Río Hortega.

A partir de la primera cena de Nochebuena han aumentado los casos de positivos y los sanitarios solo suman cansancio y se preparan “para lo peor”. Algunos profesionales no han descansado, se deniegan los días de vacaciones por falta de personal... “Hay gente que se ha relajado, va a los bares, se quita las mascarillas... El otro día en Río Shopping no había control de aforo ni la gente se lavaba las manos...”, comenta una enfermera consultada por este periódico. Solo en una semana se ha duplicado la incidencia acumulada de los últimos 7 días hasta 125 casos por cada 100.000 habitantes y la curva, parece, va a ser muy inclinada.

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