César Gavela: “Me fascina la belleza de la literatura. Me cura del dolor de vivir”

César Gavela en una librería de Ponferrada. Foto: Manuel Cuenya

Manuel Cuenya

Hijo literario de su infancia, de su adolescencia y de su primera juventud, César Gavela es ante todo y sobre todo un narrador del Noroeste, que salió joven de su Bierzo natal, como tantos mozos de su generación, con su bagaje de mitos, sueños, melancolías, anhelos, esperanzas... porque su ilusión, entonces, era vivir en una ciudad grande, ganar un sueldo público y poder comprarse libros, instalándose en Valencia, desde donde sigue viendo y sintiendo el Bierzo con una gran nitidez, con interés, con cariño, con cercanía siempre, pero también con las ganas de frecuentarlo más a menudo, porque su memoria, su memoria afectiva y literaria, le devuelve a su tierra cuando lo desea, no sólo a la comarca que lo formó y conformó como persona y literato sino al Bierzo actual a través de la información, habida cuenta de que lleva escribiendo desde hace cuarenta años en la prensa leonesa, algo que lo mantiene en contacto con su tierra. El hecho de poder escribir columnas en la prensa, de escribirlas con aliento literario, le resulta muy placentero, una forma de felicidad, “un estímulo y un reto de cada semana. Un modo de estar muy vivo en la realidad pública”, según él, que conoce la literatura que se está haciendo en la provincia de León. “Viviendo en el Bierzo hay dos excelentes narradores, a la altura de lo más auténtico y original de España. Me refiero a Carlos Fidalgo y a Fermín López Costero. De Carlos me gusta mucho cómo combina épica y lírica en sus novelas; de Fermín, su capacidad para descubrir las paradojas del vivir. También vive en el Bierzo una gran poeta que es Ester Folgueral. Profunda, radical, madura. En el resto de la provincia de León vive nada menos que Antonio Gamoneda, premio Cervantes, y muchos otros excelentes escritores. Que siguen creando, que siguen emocionándonos”.

Viviendo en el Bierzo hay dos excelentes narradores, a la altura de lo más auténtico y original de España. Me refiero a Carlos Fidalgo y a Fermín López Costero. De Carlos me gusta mucho cómo combina épica y lírica en sus novelas; de Fermín, su capacidad para descubrir las paradojas del vivir.

Desde Valencia, El Bierzo se le antoja una hermosa costumbre, una presencia constante. “Un enriquecimiento. Que dialoga y convive en mí con mi otra identidad, por así decirlo, la que yo forjé libremente, la de vivir en el Mediterráneo”, rememora él, que se siente leonés del Bierzo y ciudadano valenciano, porque también la influencia de Valencia se aprecia en su narrativa, en sus artículos literarios, no sólo políticos, que escribe en la prensa diaria de esa capital, incluso en partes de 'La sagrada familia', una novela que escribiera con su amigo Alberto Gimeno, y aun un nuevo libro ambientado en la capital del Turia, en este caso un volumen de cuentos de amor, muy contemporáneos, que saldrá el año que viene.

Hijo espiritual asimismo de grandes autores como Azorín, Torga, Cunqueiro, Pereira, Carnicer (al que le ha dedicado un ensayo), Rulfo, García Márquez, Cortázar Bioy Casares o Borges, aparte de algunos escritores más recientes como Tabucchi o Michon –sin olvidarse del extraordinario Italo Calvino–, el autor de 'El puente de hierro' es, desde su juventud, un lector muy fiel de la poesía, “donde radica el corazón del idioma y su arte” y un entusiasta de la prosa de poetas como Juan Ramón Jiménez, Cernuda o Valente.

Por fortuna, en su casa de Ponferrada había muchos libros y su padre era un gran lector, recuerda él, que también leía mucho, tanto prosa como poesía, aunque la emoción y belleza de la literatura las descubriera en una tarde de otoño de 1967, en La Bañeza, donde estuviera dos años interno. A través de la lectura de 'Castilla', de Azorín, que le propusiera un profesor, se le reveló el encanto de la literatura: “La imprescindible fusión de forma y fondo. La brevedad y la transparencia. La belleza de la sencillez expresiva”. A partir de aquel momento César, que aún guarda algunos de aquellos textos tan remotos y primerizos, decidió que quería escribir. Y desde entonces hasta el día de hoy no ha dejado de hacerlo, tanto en periódicos como en libros varios, véanse y léanse sus recientes 'Braganza' y 'El general se confiesa'.

Escribir columnas es un estímulo y un reto de cada semana. Un modo de estar muy vivo en la realidad pública

Narrativa del Noroeste

'Braganza' (Eolas, 2015) es un libro de cuentos fundamentalmente breves, incluidos algunos microrrelatos y algún relato más largo, como el que da título a esta obra, que es un topónimo que le gusta mucho a su creador. Ciudad de un país que admira y frecuenta desde hace años. Todos estos cuentos están teñidos por la melancolía, el humor y algunas dosis de absurdo. “Todos configuran un modo personal de ver el mundo. Sus personajes están emplazados por el amor, la muerte, los sueños... Unos también son fabuladores y recrean sus vidas. Otros parece que acuden a determinados lugares para ajustar cuentas con su pasado. Unos se curan y otros no tanto. Es un libro poliédrico, ambientado casi enteramente en el Noroeste”, aclara César, que reconoce el entusiasmo y la profesionalidad de su editor, Héctor Escobar. “Ojalá consolide en León una gran editorial literaria. Va camino de ello y eso sería sensacional”.

Dentro de la narrativa breve se enmarcan otros libros suyos como 'Pobres del Sil', 'Cuentos de amor y del norte' o 'El camino y otros pasos', porque César prefiere los relatos que sugieren a los que lo cuentan todo. Le atraen en particular, dice él, los cuentos que están en el límite del género, los que colindan con la poesía, con el diario... “Me gusta más la atmósfera que la trama, aunque es evidente que sin acción no hay cuento propiamente. El final ingenioso, por ejemplo, tan canónico él, no me interesa tanto. Aunque algunas veces me agrade”, apostilla este creador, que también acaba de publicar en formato digital una novela sobre Franco, 'El general se confiesa', “un libro arriesgado en el que interviene de un lado la voz del dictador a través de un conjunto de monólogos, y del otro, una historia que se intercala en ese discurso”.

Ojalá Héctor Escobar consolide en León una gran editorial literaria. Va camino de ello y eso sería sensacional

Ya sean novelas, relatos cortos o ensayos (léase el que le dedica a su gran amigo Ricardo Muñoz Suay, escrito bajo la emoción de su inesperada muerte) a César Gavela le gusta inventar historias que se sitúen en un territorio conocido, vivido, un lugar que también puede ser fruto de los viajes, a él que le apasiona viajar sobre todo por el espacio ibérico. Sin embargo, ese territorio casi nunca queda explícito en sus textos. Prefiere la literatura que va de “dentro a afuera”, la que está fecundada por la memoria, porque “sobre esa memoria actúa la imaginación”. Y él es un estupendo fabulador, que ha podido publicar todas sus novelas al hilo de los premios que ha conseguido, como el Torrente Ballester por 'El obispo de Cuando' o el NH Vargas Llosa, “único método para quien, como yo, ha vivido al margen del poder editorial y de sus cotarros y camarillas”, precisa él, que publica libros literarios, los cuales nada tienen que ver con los 'best-sellers' o con los infinitos libros que aspiran a serlo y no lo logran. “No escribo de vampiros o de templarios, tampoco novelas de género, o de sociología disfrazada de presunta literatura”, apostilla contundente este escritor berciano, que ahora está con varios proyectos a la vez, entre los que se hallan dos nuevos libros de narrativa breve: “uno de cuentos, muy avanzado ya, y otro de microrrelatos de humor”. Asimismo está embarcado en el ensamblaje de un libro nuevo, memorioso y largo, sobre el que ya tiene muchas páginas escritas. Y, por si esto fuera poco, tiene previsto revisar un poemario, que le gustaría publicar.

Entrevista breve a César Gavela

“La gran literatura casi siempre es política”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Son dos. Y los leería muchas más veces: 'El Quijote' y los 'Diarios' de Miguel Torga.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Don Quijote, claro. Sin duda alguna.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Hay escritores ilustres, cuyos libros extensos me suelen aburrir: pongamos Javier Marías, José Saramago o Carlos Fuentes. En las distancias cortas, sin embargo, me interesan.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Tengo cierto déficit de atención. Enseguida pongo a volar la imaginación y me distancio de la realidad. Y bueno, tiendo a la melancolía.

¿Qué cualidades prefieres en una persona?

La libertad. La independencia de criterio. Y por encima de todo, la bondad y el valor.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

La política es el gran escenario público, y a todos nos concierne. He procurado ser siempre ciudadano consciente y que opina sobre los asuntos públicos. Añadiría que la gran literatura casi siempre es política. La política actual en España ha sido lastrada brutalmente por la corrupción, algo inimaginable para quienes vivimos con ilusión y fe la transición. Pero tengo una valoración global positiva de estos casi cuarenta años de libertad. España es un país homologable, europeo, democrático y social. Hay que apartar de la política a los indeseables, pero el ejercicio del poder es una gran tarea. En cuanto a la sociedad española, me sorprende que exista tanta mediocridad, zafiedad e indiferencia después de tantos años democráticos. Algo ha fallado ahí, muy gravemente. Con todo, resalto la solidaridad de los españoles, su cercanía y su cordialidad. Eso es muy importante.

¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?

Leer y escribir. También viajar por Iberia. Soy un viajero apasionado por esta península. Mis territorios preferidos son Portugal y Andalucía. Pero también las dos Castillas, León o Extremadura. Será porque vivo lejos de esos lugares. En todo caso, me gusta mucho vivir en Valencia, junto al Mediterráneo. Pasear por Valencia, una ciudad cordial, acogedora, optimista y para mí infinita.

¿Por qué escribes?

Porque me fascina la belleza de la literatura. Porque me cura del dolor de vivir. Porque me explica. Porque me busco en ella y casi siempre me encuentro.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Sin duda. Es un nuevo modo de comunicación que no excluye lo literario, sino que puede potenciarlo. Es un escenario más para un escritor. Y es un lugar para la comunicación, para la memoria, para la felicidad y el conocimiento. No comparto las críticas acerbas que muchos vierten sobre las redes sociales. Obviamente, hay que usarlas con mesura. Yo solo les dedico unos veinte minutos al día. Entro, miro, aprendo, propongo. Y me salgo.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Es muy importante haber leído mucho durante muchos años. Es más, es imprescindible. Yo desde los catorce años hasta los treinta, cuando publiqué mi primer cuento en un diario de Valencia, solo leía. Iba descubriendo a los grandes escritores; cada descubrimiento era una fiesta. Ese sustrato es imprescindible para escribir con criterio literario.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

No escribo un blog, ni sigo ninguno. Picoteo por la red, de un modo muy libertario. En cuanto a las herramientas literarias, creo que el secreto está en escribir mucho, en corregir, en buscar, en arriesgar, en trabajar con placer y curiosidad. En ser feliz en ese empeño. Siempre que escribo soy dichoso. Desde la adolescencia. La misma felicidad. No creo en eso de escribir con esfuerzo, con dolor, ni he sentido nunca el vértigo de la página en blanco. Para mí escribir es un gozo. Un privilegio.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

De Alberto Moravia: “No hemos venido al mundo para ser felices, hemos venido para expresarnos”.

Etiquetas
stats