Pilar Blanco: “La poesía es una impregnación a través de los sentidos”

Pilar Blanco. Foto: Manuel Cuenya

Manuel Cuenya

Para Fermín López Costero, alas altas

VUELAS. No sabes con qué ojos contemplar lo que abajo te deslumbra.

Sol inverso, más alto tú que el cielo.

Tu planear más libre.

El universo a un lado, como si no formaras parte de su equilibrio.

En tus manos, marionetas; el hilo que las tensa.

En tu oído esa música

A tu lengua no llegan ya la sal y la ceniza.

Y no sé con qué ojos vigilas la vida que está siendo,

que te ofrece el latido.

Pájaro que quemó sus alas,

que ahora es fuego.

(Pilar Blanco, 'Alfa', poema incluido en 'Vigía de tu paso')

Profesora de Lengua y Literatura, Poeta con mayúsculas, inventora de lenguaje (le encanta jugar con las palabras, incluso acostarse con las mismas, como quisiera Cortázar), Pilar Blanco es autora de un buen número de poemarios, entre ellos 'La luz herida', 'Raíces de sangre' o la antología 'Con la cal en los dedos'. Y ha logrado sustanciosos galardones. Como el Francisco de Quevedo por 'Vocabulario íntimo', el Miguel Hernández por 'Ceniza' o el San Juan de la Cruz por 'El jardín invisible'. Aunque los premios literarios no sean lo importante, sino tan sólo un mero accidente, como dijera el Premio Nacional de Poesía Juan Carlos Mestre, pues lo esencial es que ella vive 'respi-escribiendo', respirando poesía por su intra-ánima, como el aire transparente que viaja por nuestras venas. O algo tal que así.

En su caso, “la poesía es una impregnación a través de los sentidos, la emoción y el intelecto”. Y su compromiso con la misma es íntimo, esencial, pues es la suya una “poesía reflexiva, sosegada, a veces casi mística o metafísica... valiente, que no teme preguntarse a sí misma, descubrir y reconocer la verdad, hallar respuestas”, según Ana Vega. Una poesía que se nutre y orienta también a partir de sus lecturas desde niña, cuando fue alumna, y de adulta como profesora “que pretende, intenta y a veces hasta consigue contagiar la pasión a algunos jóvenes”.

Lectora voraz -y finalmente “tanteadora y versicida”-, no concibe la vida, su vida, sin poesía, sin literatura, “cuando se vive dentro de la literatura desde el primer cuento que te cuentan tus padres”.

No obstante, le resulta difícil entender que haya tantos millones de personas con oportunidad y medios que no sientan la más mínima inclinación por la lectura. Y aun otros tantos (y más millones) en el Planeta, que ni siquiera pueden echarse un libro a la mente, porque tienen que preocuparse por el sustento diario. Y ni siquiera saben leer y escribir. Literalmente. Véase casi toda Asia, África, incluso América. En el fondo, podríamos decir, quienes podemos leer y escribir, que somos unos privilegiados. Que nos hayan enseñado. Y hayamos aprendido.

Si nos alimentamos todos con potitos, terminarán por desaparecernos los dientes. Que tampoco pasa nada, supongo. Ya habrá algún masterchef que lo consagre

A Pilar Blanco la lectura le sirve, desde luego, para ser principalmente ella misma, “la que intuía ser y al fin he sido. Más feliz, más infeliz... no me veo sin ella”, afirma esta poeta, deudora en general de autores/as que la han atrapado por su capacidad evocadora y reveladora del lenguaje, “o que cultivan esa literatura de la herida y sus cauterios a la que me siento tan afín”.

Si bien reconoce que cada etapa ha tenido sus mentores y se ha apoyado en sus maestros, “que no se desdibujan nunca del todo, al contrario, muchos de ellos han pasado a mi riego sanguíneo. Otros no se ven a simple vista, nadie diría de la deuda contraída, pero todo queda de alguna forma, aunque no determine el estilo”, siente el influjo o la huella de la literatura del Barroco, Cernuda, Lorca, Rulfo, Mujica, Celan, Jabès, Gamoneda, Cortázar, Huidobro, Sexton, Adonis, Orozco, Brines, Pizarnik, Kafka, Valle Inclán, Martín Gaite, Ajmátova, Holan, Pessoa, Varela, Eliot, entre otros muchos.

Cuenta que décadas de enseñanza obligatoria y la práctica erradicación del analfabetismo en España no han conseguido provocar esa atracción, esa necesidad, esa forma de estar en el mundo (ni tampoco educar en valores o civismo). “No valen las excusas, siempre hay algo que interesa más o mejor a la inmensísima mayoría. Y rebajar hasta lo inane la exigencia que toda obra literaria debe suponer dándole 'al vulgo' lo que este pide y paga, no va a conseguir competir con otros reclamos de encefalograma aún más plano. Si nos alimentamos todos con potitos, terminarán por desaparecernos los dientes. Que tampoco pasa nada, supongo. Ya habrá algún masterchef que lo consagre”, se expresa con lucidez y retranca galaica este altoberciana, de Bembibre, para ser más precisos, la tierra en que la nacieran. Y a la que vuelve de vez en cuando, porque son muchos los bercianos y las bercianas (leoneses/as en general) que han tenido que emigrar fuera, por trabajo, en busca de un mejor futuro. Y en algunos casos han preferido irse a vivir a otros lugares, acaso porque la provincia leonesa es ya sólo un paisaje, un paisaje afectivo, en todo caso. También en el suyo, consciente de que, al cabo de los años, ha aprendido a trasladar su mundo familiar e íntimo –matiza– el resto de los mundos, siendo, más que nunca, de esa tierra. Del Bierzo. “Y menos que nunca de cualquier otra”, a la vez que rememora lo que escribiera Borges:

“La patria, amigos, es un acto perpetuo

como el perpetuo mundo (...)“.

El paso del tiempo en la poética

Recuerda que, con el paso del tiempo, la percepción del lugar de procedencia va cambiando sus matices. “De joven quise poner distancia porque traducía sueños y anhelos en kilómetros que me alejaban de lo ya conocido, y por conocido presumiblemente exhausto. Me llevé la mirada, el carácter altoberciano, el punto melancólico”, sostiene Pilar, queúltimamente dice estar bastante desvinculada de la literatura leonesa, “sea eso lo que sea, a no ser por amistad o devoción arraigada con algunos de sus autores, cuyas publicaciones procuro seguir en la medida de lo posible, tanto de los que han formado allí 'la resistencia' como los de la diáspora. Poco sé de nuevas voces si no despuntan a través de premios o la prensa. Sé que, en general, la iniciativa personal ha tenido que sustituir a las públicas y que, sobre todo los poetas, se reúnen, se convocan y hacen lecturas o ciclos para evitar que la llama sagrada se apague, y que se mantienen otros que han conseguido sobrevivir a todas las crisis, como 'Tardes de autor' en Bembibre, 'Poesía para vencejos', los Encuentros Literarios en Noceda del Bierzo, 'Poesía en el Hayedo de Busmayor' o 'Poesía a orillas del Órbigo'”.

Se lamenta (en cuanto a su profesión como docente) de que la deriva de la enseñanza en los últimos años ha dificultado cuando no impedido lo que antes era una relación fluida entre dar clases de Lengua y Literatura y poder dedicarse a escribir de un modo creativo, porque, en su opinión, no queda tiempo material para leer salvo en vacaciones, poco para escribir, nada para asistir a cursos o seminarios literarios, “sí para ”Resolución de conflictos en el aula“, mindfulness, adiestramento en nuevas tecnologías, gamificación y otros extraños engendros neopedagógicos... Afortunadamente para mí, todo esto ha llegado cuando ya tenía la mayor parte de la labor hecha, la base asentada y la vocación a prueba de encantadores y malandrines”.

Recientemente ha publicado 'Vigía de tu paso' (Chamán ediciones, 2018), que pretende, a su juicio, ser una nueva aproximación a un mundo “muy suyo”, construido con preguntas y medias respuestas, emoción y reflexión, indagación en la esencia del ser y al mismo tiempo en la del lenguaje, “porque las palabras, su armazón y su música, son las que recogen toda la carga significativa”. En este poemario, introducido con una cita de Hugo Mujica: “inspiración es saber que yo no soy, /soy la recepción de mí”, Pilar se ha alejado (al menos lo ha intentado) alejarse de lo confesional, aunque eso resulte tarea harto complicada, habida cuenta de que uno acaba estando en cada cosa que escriba (digan lo que digan quienes nos hablan de ficción). Y cuando uno está, de algún modo en lo que escribe, es cuando suele llegar a los posibles lectores/as. A emocionar. A invitar a la reflexión. Pues nada de lo humano me es ajeno.

Ella misma nos desentraña que no deja de estar en cada verso, “si por confesional entendemos lo que dice de nosotros, de cómo pensamos, cómo afrontamos la vida, al 'otro', al compromiso o la huida, el amor, los sueños y rendiciones en todos los ámbitos. Lo que nos conmueve, lo que nos calma, sacude, arrebata o vence”. Y para lograr esto ha usado –explica–unos personajes-máscara, 'la Criatura' y 'el que observa', y un masculino genérico que me incluya como un ser humano más.

Un libro poético, aunque su poesía entrañe, por fortuna, reflexión, filosofía (tarea extraordinaria construir filosofía a través de la literatura, de la poesía. Ahí están los grandes como Dostoievski, Hesse, por poner un par de ejemplos, nomás).

“De joven quise poner distancia porque traducía sueños y anhelos en kilómetros que me alejaban de lo ya conocido, y por conocido presumiblemente exhausto. Me llevé la mirada, el carácter altoberciano, el punto melancólico”

'Vigía de tu paso' (en el que figura asimismo un poema dedicado al gran escritor Fermín López Costero) es lenguaje y es, en última instancia, anhelo de verdad y de belleza... es un resumen de silencios que grita con voz propia.

En estos momentos, tiene varios proyectos literarios abiertos (siempre los tiene), pero los va cerrando, según ella, cada vez más despacio por falta de tiempo y por exceso de tiempo. “Me explico: no puedo dedicarme a trabajar en mis libros, a leer, vivir, cumplir con mis obligaciones laborales y familiares simultáneamente, así que casi siempre sale perjudicado lo primero. Escribo y amontono poemas, pero no los organizo ni indago en ellos para darles forma unitaria, falta el trabajo de taller. Por otro lado, como nadie me urge para entregar nada, me muevo con total libertad y me dedico, sobre todo, a pulir los libros inéditos que, al menos, ya tienen cuerpo y forma. Planes muchos y de diversa índole, pero no sé cuándo me pondré con ellos, por qué orden y para qué”.

Entrevista breve a Pilar Blanco

“Vivo respi-escribiendo”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Unos cuantos. Quiero releer a Faulkner, alguna vez conseguiré terminar 'Ulises' de Joyce o 'Los Episodios Nacionales'. En poesía es más sencillo porque hay autores que siempre visitas y cada vez te ofrecen una perspectiva nueva, como cualquiera de los que he mencionado más arriba.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Los personajes más atractivos en literatura suelen ser poco recomendables en la vida real. Me apasiona Celestina, pero no me gustaría tener que tratar con ella, por ejemplo. Me parecen imprescindibles figuras femeninas como Jane Eyre, Antígona, la Nora de 'Casa de muñecas'... Y me seduce La Maga de Rayuela. Personajes masculinos...otro día.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Una vez intenté leer un libro de Bucay que me había regalado una exalumna y casi me muero. Iñaki Uriarte dice en sus diarios “con lo fácil que es no escribir un libro malo”. Yo añadiría: ¡con lo fácil que es dejar de leerlo!

Un rasgo que defina tu personalidad.

La ironía me define mucho, o al menos es una parte de mí muy visible.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Cualidades: la honestidad, la ternura y el sentido del humor.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Oscilo entre el descreimiento y la esperanza que se desilusiona y vuelve a alimentar el descreimiento. Odio tener que optar entre malísimos, malos y menos malos, porque no comulgo al cien por cien con nadie, ni siquiera conmigo misma. Pero la clase política es reflejo y se apoya en una sociedad que pide pan y circo y se deja engañar con galletitas para el perro. Si la sociedad española fuera exigente en derechos pero también cumplidora de deberes, educada, culta, respetuosa con los demás y del entorno... no toleraría ni juzgaría normales conductas que no se entienden en cualquier país civilizado donde gobiernan democracias sin complejos.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

La propia vida. Que es, al tiempo, lo que más me asusta.

¿Por qué escribes?

Supongo que para multiplicar la intensidad de la breve, insatisfactoria, única vida que se me ha dado. Como caja de resonancia y venda. Nunca quise “ser poeta”, me ha costado mucho identificarme públicamente como tal. Solo escribía. Vivo respi-escribiendo.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Me sirven para jugar con él, para tantear el estilo. Al no escribir allí con pretensiones exquisitas, soy mucho más desinhibida y libertaria que cuando preparo un libro donde mi nivel de autoexigencia es máximo. Aunque al final terminaremos siendo, la gamberra y la trágica, una sola carne impresa.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Pues lo que caiga. Soy una playa abierta a la que la resaca trae de todo y todo me aprovecha, para bien y para mal.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Sigo algún blog literario, generalmente de amigos, y maltrato con mi escasa dedicación el mío personal.

No los considero imprescindibles, pero sí orientadores de lecturas y acompañadores de travesía literaria.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Escoge una:

Hay un peligro en el dolor, así como hay un peligro en la felicidad, respecto a las cosas que escribimos. Porque la belleza es un conjunto de crueldad, de soberbia, de ironía, de ternura carnal, de fantasía y de memoria, de claridad y de oscuridad, y si no conseguimos obtener todo esto junto, nuestro resultado es pobre, precario y escasamente vital (Natalia Ginzburg).

Entre la certeza absoluta y la duda absoluta solo queda el espacio intermedio de la incertidumbre creadora (George Bataille).

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