Margarita Álvarez: “He aprendido a amar las palabras y a sentir que tienen vida”

Margarita Álvarez Rodríguez

Manuel Cuenya

“Su primavera es olorosa, / sonora y multicolor, / sus galanas y piornos / tiñen los montes de flor.

Y cuando llega la otoñada / y se pierde el verdor / el paisaje se convierte / en alfombra de color.

La rica fala omañesa / es un delicia oír, / con ella los omañeses / han contado su vivir“.

(Margarita Álvarez, 'Canto a Omaña

“Omañesa del año 2013” (galardón que le otorgara el Instituto de Estudios Omañeses), la profesora, narradora y poeta Margarita Álvarez Rodríguez es profeta en su tierra, lo que le procura gran satisfacción.

Se siente entusiasmada de haber nacido en Paladín, un pequeño pueblo leonés de Omaña, donde, observando el comportamiento de las gentes, aprendió el espíritu de sacrifico, la rectitud moral, el deseo de acoger y ayudar a los demás, la austeridad, el ser de buen conforme, la fortaleza de ánimo. “Y también la cultura del sentido común de la que a veces carecen personas de gran formación académica”, resalta.

Siempre se ha enorgullecido de su tierra natal. Y nunca ha entendido que alguien pudiera avergonzarse del lugar donde ha nacido. “Quiero ese lugar, tanto su paisaje como a su paisanaje: a esos omañeses que nos siguen cuidando la tierra, los que le dan vida en el día a día y también aquellos que los precedieron y nos dejaron su legado. Por todo eso, todavía hoy puedo decir con orgullo que lo más trascendente de mi vida lo he aprendido allí...”. Y allí, en su pueblo, fue a la escuela hasta los diez años. “Una escuela unitaria con una única maestra, Felipa, con la que teníamos una relación familiar...”.

También en su pueblo de Omaña comprendió lo que era la siega del pan a hoz, la trilla y la maja, la siembra, ir con las vacas, andar a la hierba... y tantas otras faenas. “Conozco los nombres y el uso de todos los utensilios que había en las casas de labranza. Sé distinguir un garabito de un garabato, una forca de una forqueta, un escaño de un escañil, un pote de una pota, un cazuelo de una cazuela, un vinco de un rebinco, un tentemozo de un tentetieso... Allí he aprendido la riqueza expresiva de la llamada fala omañesa, que me acompaña hasta hoy”.

Una tierra en la que, “al compás de las estaciones”, aprendió a observar, a respetar, a querer y mimar a la naturaleza, “esa naturaleza que rodea nuestros pueblos y que llega a las puertas y ventanas de nuestras casas como una madre protectora que acompaña silenciosa nuestra vida cotidiana. Y a nosotros nos gusta cobijarnos bajo su manto y sentirnos acompañados por ella. ¡Qué desprotegido se sentiría cualquier omañés si le quitaran el cobijo del paisaje que lo rodea!”.

Quiero ese lugar, tanto u paisaje como a su paisanaje: a esos omañeses que nos siguen cuidando la tierra, los que le dan vida en el día a día y también aquellos que los precedieron y nos dejaron su legado

También, al compás de las estaciones, aprendió juegos: “la maya, el enduño..., a adivinar cusillinas...”. Y escuchó leyendas que unían lo natural con lo sobrenatural...

“He contemplado muchas veces las transparentes aguas del río que da nombre a la comarca: las truchas que se cebaban en ellas, la belleza de sus riberas cubiertas de alisos y chopos, sus riadas invernales, con su impresionante sonido... También me han fascinado los distintos trajes estacionales con que se visten nuestros frutales: sus estampados blancos y sonrosados de las flores primaverales, los lunares escondidos de color cereza, guinda, manzana... que aparecen entre las hojas del verdor veraniego, la maravilla de esos trajes multicolores de tonos ocres y rojizos de la otoñada y hasta la elegancia de su desnudez invernal. Allí aprendí lo que eran las labores del campo y todo el vocabulario que llevaban aparejado”, expresa con sentimiento lírico Margarita, que es una apasionada además de la terminología que se emplea en su tierra. No en vano es autora de un volumen titulado 'El habla tradicional de la Omaña Baja' (Lobo Sapiens, 2010), cuyo prólogo corresponde a la profesora de Filología Hispánica de la Universidad de León, Janick Le Men, “que es toda una autoridad en el conocimiento del léxico leonés, pues ha realizado una obra de recopilación del mismo titánica”, y el epílogo al periodista y escritor Emilio Gancedo (a quien también le hemos dedicado fragua).

Un libro exhaustivo, apasionado y honesto, según Emilio Gancedo, que reivindica las palabras más propias y familiares –y por tanto la esencia misma–, de una comarca que resulta vital para comprender el astur leonés rural de nuestras comarcas. “Omaña es, en muchos aspectos, el corazón rubio, verde y pardo de este Viejo reino nuestro”, agrega el autor de 'Palabras mayores'.

Una obra, 'El habla tradicional de la Omaña Baja', en la que recoge palabras y expresiones propias de la zona, que ella escuchara con frecuencia durante los primeros años de su vida como forroñoso (oxidado); prestar (gustar); junjurir (sollozar); hacer esparavanes (gesticular excesivamente), bojas (ampollas); roya (fruta no madura), entre otras muchas.

Recuerda que, cuando ella publicó su libro, no existía ninguna publicación (“más allá de algún breve palabrero”) sobre los rasgos lingüísticos de la zona (Ayuntamiento de Valdesamario y pueblos próximos). En cambio, sí existía para la Omaña más alta: La Lomba, el Valle Gordo...

'El habla tradicional de la Omaña Baja' es no sólo un trabajo filológico (pues Margarita es filóloga), sino un libro de lectura accesible para los hablantes de la zona, constituido por un glosario de cerca de 3000 palabras, 200 frases hechas, unos cuantos refranes, y algunas características de la toponimia. “Incluí también unas notas iniciales de carácter antropológico relacionados con la forma de hablar: 'Así hablamos, así vivimos, así somos'. Quiero aclarar que no es un trabajo específico sobre el leonés, sino sobre el habla tradicional de la zona, muy vinculada al hecho de vivir y trabajar en el campo, un leonés castellanizado o un castellano 'leonesizado', si bien recoge los rasgos morfosintácticos y léxicos de leonés que se conserva en el lugar. Recoge una forma de hablar y también una forma de ver el mundo”, nos aclara su autora, satisfecha con la buena aceptación que tuviera su libro no sólo en Omaña, sino también en otros ámbitos de la cultura leonesa.

“Suaves hojas multicolores acariciaban su cara. Sabores frutales inundaban su boca. Un arrullo sonoro mecía sus oídos y apenas dejaba oír el latido de su corazón. ¡Silencio!

Sueño blanco de invierno. Camino frío y nebuloso... Vida y muerte“.

¡Quién sabe si despertó!

(Margarita Álvarez, 'Sueño amarillo', Antología colectiva de Diversidad Literaria)

He contemplado muchas veces las transparentes aguas del río que da nombre a la comarca: las truchas que se cebaban en ellas, la belleza de sus riberas cubiertas de alisos y chopos, sus riadas invernales, con su impresionante sonido...

De Madrid al cielo, es decir, a León

Desde que acabara su carrera universitaria ha residido en Madrid, donde trabajaba como docente de Lengua y Literatura, actividad de la que se siente muy orgullosa. Dice que le encanta que le llamen maestra, aunque no se corresponda con su título académico. “Educar, conducir... No creo que haya nada más hermoso. He dedicado mi vida académica a dar clase a adolescentes, a enseñarles los entresijos de la lengua: de la lengua coloquial y de la lengua literaria. He sido también una ávida lectora. Entre las lecturas y los comentarios de texto he encontrado el busilis, que diría don Quijote, para aprender a casar las palabras. He aprendido a amar las palabras y a sentir que tienen vida. Desmenuzar los textos, en el comentario de texto, enseña a encontrar las claves del arte literario”.

Aunque vive en la capital de España desde hace muchos años, se siente muy arraigada a su matria. Veranea en su pueblo, al que vuelve también en otros momentos del año. Está en contacto con León a través de la prensa. Y sigue de cerca las noticias y las inquietudes de la provincia. Además, es socia de la Casa de León en Madrid y asiste con frecuencia a las presentaciones de libros y a otras actividades que se programan relacionadas con León, “por lo que intelectual y afectivamente estoy vinculada a lo leonés”, lo que le produce mucha satisfacción y alegría. No obstante, siente pena y rabia por la decadencia económica y demográfica que vive la provincia y por el poco apoyo que recibe de las instituciones autonómicas. También confiesa que le duele la falta de protección al leonés, “que corre el riesgo de desaparecer, a su juicio, a pesar de que debería tener protección específica por mandato de la Constitución, del propio Estatuto de Autonomía y de la Unesco, que la considera en peligro de extinción”. En este sentido, cree que debe conservarse lo que hay, darlo a conocer y fomentarlo, siendo conscientes de que no hay un leonés único, sino muchas hablas leonesas. “Teniendo en cuenta que el leonés no tiene históricamente una variante escrita que sea más prestigiosa que otras, como ha ocurrido en otras lenguas –apostilla–, me parece que un intento artificial de crear un leonés estándar y una norma escrita única, empobrecerá el leonés, porque será un código artificial no reconocible por los auténticos hablantes de la lengua que beben en las fuentes del pasado. No es lo mismo, por ejemplo, el habla omañesa que el pachuezo, a pesar de la cercanía geográfica. Y uniformar es empobrecer, desde mi punto de vista”.

Está convencida de que, en el diseño del estado de las autonomías, se cometió una injusticia con León. Y por ende no se hizo la distinción entre lo castellano y lo leonés, “en lo político y en lo sociocultural, y en especial contra el uso del adjetivo 'castellanoleonés', que funde componentes diferentes. A menudo tengo que recordar la importancia de la Y en Castilla y León. Sobre este asunto de la supresión de la conjunción Y escribí hace unos meses un romance en tono crítico y jocoso que fue bastante difundido en León por las redes sociales: Castilla Y León: una clase de gramática”.

Su querencia y defensa de León le lleva a decir que en ninguna otra provincia existe ahora mismo un grupo de creadores tan grande y de tanta calidad. “En los libros de Literatura de Bachillerato ya hace tiempo que aparecía un apartado llamado el 'Grupo de León', que no desmerece en nada a lo que fueron en su día la Generación del 98 o la del 27”.

Le gustan sobre todo los cuentos de Pereira, “el mundo surrealista y sobrecogedor, el Reino de Celama, donde se mueven los personajes de Luis Mateo, la magia de la literatura de Merino... y las novelas y cuentos de Juan Pedro Aparicio. Alguna vez he asistido a sus famosos filandones literarios y el goce fue inmenso. Quiero recordar también la belleza de los cuentos de Jesús Fernández Santos, un autor leonés hoy casi olvidado. Quizá mis narradores leoneses preferidos sean Merino y Llamazares. Las novelas 'El río del Edén' (Merino) y 'Distintas formas de mirar el agua'(Llamazares) están entre los libros que más me han gustado de lo leído en estos últimos años. Ambas me fascinaron. También he leído con gusto a Andrés Trapiello y a otros narradores leoneses: Mari Luz Melcón, Martínez Reñones... De una generación más joven he leído también relatos de Rodríguez Torices y de Sol Gómez Arteaga. De esta, me emociona su dramatismo mezclado a veces con la ternura y todo con un lenguaje sencillo y preciso. He de confesar que últimamente tengo mucho interés por los relatos. Me gusta el género de la narración breve”.

Asimismo, reconoce que ha gozado con la poesía de Gamoneda, de Colinas, de Crémer, de González de Lama, de Eugenio de Nora, de José Antonio Llamas. “Y la poesía desgarrada del poeta omañés Luis Miguel Rabanal, que ha creado Olleir. Y, entre los poetas de una generación más joven, me emociona también la poesía de Raquel Lanseros y de Rafael Saravia... Me subyuga y me desconcierta la riqueza de las imágenes inusuales de la poesía de Juan Carlos Mestre. También lo he oído unas cuantas veces declamar de forma extraordinaria su poesía y la de otros autores. Me llega al alma la poesía de Antonia Álvarez por la relación con la naturaleza y la belleza de las imágenes...”.

Cuenta que sigue, desde la distancia, las actividades del Ágora de la poesía y ha leído algunos poemas de los participantes. El Ágora le parece un espacio fabuloso para compartir versos y sentimientos y también para darse a conocer en el mundo editorial, “donde es difícil entrar, y más con el género poético...”.

Tiene la sensación de que los escritores leoneses se apoyan moralmente, y en cuanto a su difusión, unos a otros. “Hay una conexión intelectual y a veces afectiva que crea unos extraordinarios lazos de cohesión, que favorecen el fenómeno literario leonés. Es algo similar a lo que ocurrió con los narradores del 'boom' hispanoamericano cuando llegaron a España en los años 60-70. Hablaban unos de otros en los actos en que participaban y ello contribuyó a darlos conocer. El hecho de que haya tal ambiente literario creo que lleva a que los más jóvenes traten de seguir los pasos de los mayores y se miren en ellos. Y así sigan apareciendo nuevas promesas literarias y siga muy vivo el mundo literario leonés”, anota Margarita, cuya vocación por la literatura nació cuando era niña y oía los romances y leyendas de las palabras escritas en el viento.

Rememora que tenía gran interés en aprender a leer a los cuatro años, porque sabía que eso le podía llevar a leer otras historias que estaban en los libros. Pero el trabajo docente y las obligaciones familiares, el tiempo de lectura, por obligación y devoción, no le dejaban tiempo para otras tareas, hasta que, a partir de su jubilación, empezó a dedicar más tiempo a escribir: “cuentos para mis alumnos, para mis nietos. Algunos poemas. Y sobre todo artículos –consciente de su deuda con Larra– que se mueven entre lo lingüístico y lo literario, que juegan con las palabras coloquiales y las revisten de humor, de ironía... A eso añado un matiz de compromiso y crítica social”, añade. Artículos relacionados con la lengua leonesa o sobre el castellano, unos de carácter más lingüístico y otros más literarios“, señala Margarita, cuya escritura creativa, dado su carácter tímido, le sirve para comunicar sus sentimientos o sus reflexiones. Incluso le sirve para jugar con las palabras, para buscarles matices, para acariciarlas... ”Y también para ejercitar las neuronas, cosa que a cierta edad es importante“, apunta esta articulista, donde acaso se siente más creativa, cuyos artículos se mueven, según ella, entre el periodismo, lo literario y el ensayo. ”Tienen una estructura o un pequeño hilo narrativo sobre el que voy insertando palabras o expresiones de la lengua que tienen que ver con un asunto determinado. Así he escrito varias series sobre expresiones relacionadas con la cocina, con las matemáticas, con la propia lengua, con la música, con los libros... “.

Ha escrito sobre vivencias y recuerdos leoneses, en los que engarza aspectos etnográficos de Omaña con la 'fala' omañesa, sobre educación, sobre el uso del castellano... sobre sexismo lingüístico. “Desde luego que en la lengua castellana existen expresiones sexistas, pero la lengua es una creación social y no es sexista por sí misma, somos los hablantes los que tenemos esa visión de la realidad y la trasladamos al idioma. Es evidente que el sexismo no desaparece por el hecho de que desdoblemos las palabras en masculino y femenino, ni por usar una @ para englobar ambos sexos, ni el uso del morfema –es para englobar los dos géneros en el plural. Creo que eso es extraño al idioma. Las lenguas en su evolución se han regido siempre por el principio de economía lingüística. Desdoblar el género por sistema es algo tedioso y poco práctico. No podemos ni imaginar que ante una urgencia médica alguien gritara: ¡Necesito un médico o una médica!”.

Sexismo lingüístico

Nos aclara Margarita que sexo no es lo mismo que género gramatical, “por más que en la sociedad actual se utilice con frecuencia la confusión entre ambos términos. Hay lenguas que no marcan el género morfológico, por lo tanto, en las que el sexismo lingüístico no existe y, sin embargo, se usan en sociedades que marcan mucho el sexismo (quechua). El género gramatical tiene poco que ver con el sexo. Somos los hablantes los que, llevados por prejuicios previos, damos sentido sexista a expresiones que a veces, en sí mismas, no reflejan sexismo lingüístico... El sexismo no desaparece por modificar una definición en el diccionario... Se critica a veces a la RAE por dar definiciones discriminatorias en el DLE, pero es con frecuencia la sociedad la que incluye esos matices sexistas, a pesar de que la definición no lo sea... La causa de estas discriminaciones no está en el idioma, sino en los comportamientos, y estos se modifican desde las leyes, y desde las vivencias y la educación. Lo mismo ocurre con palabras que pueden tener matices racistas. Decir de un negro que es negro, es algo puramente definitorio (no es una 'persona de color' –¿de qué color?-), lo que ocurre es que hay palabras y expresiones en el idioma que aluden a esa raza y se usan con matiz racista. Cuando cambie nuestra percepción de los negros hablaremos sin ambages de blancos y negros, sin ningún problema”, se expresa con lucidez esta especialista en lenguaje, quien también ha hecho prólogos a novelas como 'Tetas. La fuente de la vida', del escritor segoviano Antonio García Orejana, para el que ya había sido prologuista de una novela suya anterior. O bien críticas de libros para alguna revista ('La ciudad de Dios'). O una bonita reseña de 'Palabras Mayores', del periodista y escritor leonés Emilio Gancedo, “uno de los libros leídos en los últimos años que más me ha emocionado... una perfecta fusión de paisaje y paisanaje, a la manera de la intrahistoria de Unamuno y Azorín... El narrador recuerda también a aquel forastero de 'La Alcarria' de Cela. Un narrador que sabe escuchar y sirve de cauce para las palabras mayores de las gentes sencillas que pululan por la obra. Palabras que reflejan la historia individual y colectiva de España, contada por las personas que la han protagonizado, por esos españoles que no aparecen como protagonistas de la historia oficial. Un viaje en el tiempo, un tiempo pasado que consigue hacerse presente. Un viaje en el espacio, que consigue acercarnos a esa España de vivencias comunes y al mismo tiempo diversas. Un viaje al interior de las personas que aparecen en la obra que dejan fluir al exterior la evocación de sus experiencias vitales a través de la narración y el diálogo. Y también un viaje al interior del lector actual desde el que surge el respeto, la admiración y el asombro. Palabras sabias que siempre es un gozo oír.

En la actualidad, su intención es hacer una recopilación de los artículos que ha escrito y ha publicado en su blog y algunos más, inéditos. “Especialmente los relacionados con la utilización de frases hechas que se usan como disfemismos (expresiones que denigran) en el castellano, siempre dándoles un poco de chispa y de amenidad, de forma que el resultado sea interesante para un especialista y para el lector común”.

Por otro lado, también le gustaría llevar a papel el trabajo que ha realizado sobre el uso de disfemismos en Omaña y los artículos relacionados con lo leonés. “Así que el año 2019 será año de creación y de organización. De cualquier forma, si la edición no fuera posible, me siento satisfecha con hacer 'feliz' a una, diez, cien personas... que me lean a través del blog o de otras publicaciones en las que colaboro. Y seguiré también escribiendo poemas y narraciones breves”, precisa esta voraz lectora, devota, entre otros muchos, de los escritores realistas rusos del siglo XIX: Dostoievski, Tolstoi... Las novelas realistas francesas: 'Rojo y negro', 'Germinal', 'La cartuja de Parma', 'Madame Bovary'... “Y siguiendo en esa época, una genial novela española: 'La Regenta', que me parece una obra maestra. La leí mientras estudiaba Filología en Oviedo y el conocer los lugares y caminar por donde caminaba Ana Ozores generaba vivencias especiales”... Oliver Twist, de Dickens... 'Jane Eyre' y 'Cumbres borrascosas' de las hermanas Brontë... “Las 'nivolas' de Unamuno que tanto nos hacen reflexionar. Y de ahí al Realismo Social: 'Réquiem por un campesino español', de Sender, la trilogía de 'Los Gozos y las sombras' de Torrente Ballester... Y siempre, Delibes. El realismo de la vida cotidiana, la verdad de sus personajes, la riqueza y precisión del castellano que utiliza... La lista de los galardonados con el Nobel perdió un gran nombre”.

También ha disfrutado de manera especial de literatura de Antonio Gala. “Su palabra me enamora como lectora. Y también sus artículos periodísticos. Y su teatro”.

Y en la actualidad, además de los escritores leoneses que ha mencionado, le gustan Almudena Grandes, Javier Marías... “La ironía y el humor de Eduardo Mendoza”. Y en la narrativa hispanoamericana, siente predilección por García Márquez y sus 'Cien años de soledad', que le pareció deslumbrante, al igual que 'Crónica de una muerte anunciada', “por su estructura, porque conocemos el final desde la primera línea y, sin embargo, la novela no pierde el interés. Y otras novelas. Y el realismo mágico de sus cuentos”. Asimismo, se declara ferviente lectora de Isabel Allende. Y dos libros que le han marcado mucho desde el punto de vista de la reflexión y de la emoción fueron 'La sonrisa etrusca' de José Luis Sampedro y 'Donde el corazón te lleve' de Susanna Tamaro. “Su ternura, su emotividad...”.

Por otra parte, ha leído muchos ensayos (le gusta en especial la obra de Fernando Savater). Y ha releído varias veces dos ensayos relacionados con la lengua y la literatura que son para ella como una pequeña biblia: 'El Defensor' de Pedro Salinas y 'Escribir es vivir' de José Luis Sampedro.

“Palabras mayores, de Emilio Gancedo, es uno de los libros leídos en los últimos años que más me ha emocionado... una perfecta fusión de paisaje y paisanaje, a la manera de la intrahistoria de Unamuno y Azorín... El narrador recuerda también a aquel forastero de 'La Alcarria' de Cela. Un narrador que sabe escuchar y sirve de cauce para las palabras mayores de las gentes sencillas que pululan por la obra. Palabras que reflejan la historia individual y colectiva de España, contada por las personas que la han protagonizado, por esos españoles que no aparecen como protagonistas de la historia oficial”

Cuando era adolescente, en un internado de León, leyó todas las obras de teatro de Alejandro Casona. “Aquella mezcla de realismo y surrealismo (realismo mágico) me fascinó. Cuarenta años después planteé en una reunión del seminario de Lengua de mi centro proponer una lectura de Alejandro Casona a adolescentes del siglo XXI. Y la sorpresa fue que a los adolescentes de hoy les gustaba también 'La dama del alba'”.

En cuanto a articulistas, ha leído a Umbral, Carandell, Gala... Millás, Javier Marías, Rosa Montero, Vicent, Elvira Lindo, Álex Grijelmo... entre otros de prestigio.

Respecto a la literatura juvenil, que considera que no es una literatura menor, “porque escribir para niños y adolescentes, y hacerlo bien, me parece más difícil que hacerlo para adultos”, ha leído a María Gripe, Heinz Delam, Concha López Narváez, Joan Manuel Gisbert, Gómez Cerdá, José María Merino ('El oro de los sueños') y varios más... “En fin, he bebido de muchas fuentes de aguas cristalinas y vivificantes. Cada lectura ha sido un pequeño chorro de agua que ha regado mi mundo interior”.

Y para finalizar este sustancioso recorrido por sus lecturas, cabe destacar la poesía, que no sólo le interesa para leerla sino para recitarla (“la lírica de los clásicos del Siglo de Oro, el romancero anónimo, los versos de nuestro teatro clásico... A. Machado, las imágenes deslumbrantes de Lorca, la pasión dramática de Cernuda, el Alberti de los versos populares y el de 'Sobre los Ángeles'... Claudio Rodríguez, Ángel González, Ángela Figuera. Alfonsina Storni, Delmira Agustini...”), pues durante muchos años organizó recitales en los que intervenían alumnos suyos.

Y ahora, ya jubilada, también participa en recitales que se hacen en centros culturales.

Entrevista breve Margarita Álvarez Rodríguez

“Desconfío de los libros que tengan más de 400 páginas”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Pues, aunque sorprenda, si hablamos simplemente de libro, un diccionario. Sin duda los diccionarios han sido los que más me han marcado. Siempre he trabajado con el DLE a mano. No solo para buscar palabras puntuales desconocidas, sino también para comprobar acepciones o matices. A veces me ha gustado abrirlo por cualquier página y leer unas cuantas palabras que están relacionadas por su familia léxica o simplemente por ocupar lugar en la misma página. Ahora es más difícil, al usar la versión digital.

En cuanto a libros creativos, siempre volvería a los clásicos, los antiguos y los más modernos. Pero también a algunos contemporáneos, por ejemplo, en novela, a 'La voz dormida', de Dulce Chacón. Sus frases breves golpean el alma y acentúan el dramatismo ya desde los primeros párrafos: “La mujer que iba a morir no sabía que iba a morir”. Es una novela de tragedia y silencio, pero también es un hito a la dignidad y la fuerza de las protagonistas.

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida)

En literatura, además de don Quijote, el Principito, ese personaje que hace una reflexión profunda desde la ingenuidad y la ternura, y Sherezade, la mujer que embelesa con la palabra. En la vida, además de la familia, cualquier persona que haga el bien.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Como decía Cervantes, creo que no hay libro del que no se pueda sacar algo bueno, aunque sea para aprender lo que no se debe escribir, hacer o ser. Eso sí, antes leía un libro hasta el final, aunque no me atrajera, por pura tenacidad. Con el tiempo me he hecho más selectiva. He aprendido que si en las primeras cincuenta páginas no me atrapa un libro lo puedo dejar sin remordimiento. ¡Hay tanto que leer! En general, desconfío de los libros que tengan más de 400 páginas. Creo que en ese espacio, y en menos, se puede crear una obra maestra. Por tanto, trato de practicar el 'ars legendi', que decía Pedro Salinas.

Un rasgo que defina tu personalidad.

El deseo de aprender...

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La discreción y la tolerancia.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Creo que se echan mucho de menos en la política actual el sentido común y el compromiso y moralidad en la 'res publica', salvo excepciones loables. Faltan grandes estadistas que ilusionen con sus propuestas y su palabra. Me preocupa también (y lo he expresado en alguno de mis escritos) el uso torticero que se hace del lenguaje para enmascarar la realidad, a través de los eufemismos, del alargamiento superfluo de las palabras... No mienten, solo “faltan a la verdad” más de lo que sería deseable. No sé si ese lenguaje vacío se corresponde también, en muchos casos, con un cierto vacío intelectual. La neolengua orwelliana. Yo escribo sobre el uso del idioma y su relación con la expresión del pensamiento. La lengua es un instrumento que no debe ponerse al servicio de una ideología o de una actuación.

En este mundo de la tecnología, del mercado y de la prisa, la sociedad actual, en general, creo que es poco crítica y con frecuencia no es consciente de lo que se esconde detrás del mensaje. Y no solo eso, sino que mimetiza ese tipo de lenguaje. Me preocupa también que el empobrecimiento de una lengua haga que se pierdan los matices para un correcto discernimiento intelectual y moral. Las personas que no conocen su lengua viven a medias, decía Salinas. Él los consideraba inválidos del habla. Y no me refiero a la lengua culta, sino a los matices de cualquier nivel del lenguaje. Algo o alguien que debe ser criticado puede ser inadecuado, impropio, malo, desvergonzado, despreciable, indigno, infame, inmoral, vil... Si lo dejamos todo en supermal o supermalo se acabaron todos los matices.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Cosas sencillas: caminar (si es posible, por el campo), una charla con un grupo de amigos o familiares, asistir a actividades culturales, viajar... O, simplemente, observar el comportamiento de la gente, aunque esto a veces más que divertirme, me irrita. Y, por supuesto, leer y escribir jugando con las palabras.

¿Por qué escribes?

Me entretiene, me hace reflexionar... Para mí escribir es vivir (tomando prestado el título del ensayo de José Luis Sampedro): vivir en las palabras, vivir a través de las palabras, vivir con las palabras... A ellas he dedicado mi vida: a buscarlas, a encontrarlas, a aprenderlas, a guardarlas como un tesoro, a contemplarlas, a usarlas, a reflexionar sobre ellas, a sacarles lustre... A quererlas. Y escribo porque en el baúl de mi mente, están bullendo, en danza armoniosa, muchas palabras que me han acompañado largos años, que me han hecho sentir, querer, pensar: ser. Y esas palabras, de vez en cuando, se acicalan y quieren dar un paseo y dejarse ver.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

No, no creo que las redes sirvan para ejercitar un estilo literario, aunque sí me permiten conocer algunos textos literarios o noticias sobre su publicación. Y también me permiten estar en contacto con el mundo cultural y literario de León y con el de Madrid. Aunque sí es verdad que de vez en cuando, uno puede encontrarse con alguna pequeña joya que publican personas que no tienen otro cauce para dar a conocer sus textos o que tienen la generosidad de compartirlos.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Me gusta mucho escribir poesía en versos octosílabos: romances, cuartetas, redondillas... El ritmo del octosílabo es el ritmo básico de los grupos fónicos del español, por eso, es el verso de la poesía popular. Siempre me interesaron mucho los poetas populares, que sin ninguna formación académica, podían hablar de lo divino y lo humano en octosílabos asonantados. Los primeros contactos con los romances los tuve en las veladas o filandones invernales, en algunos casos en forma de canción. Luego leí las recopilaciones de los romances tradicionales y, posteriormente los romances cultos de Machado, Lorca... En general, me gusta leer poesía y recitarla. He leído mucha poesía de todo tipo. Me gusta también leer artículos periodísticos que tengan forma literaria, novelas, relatos. Me interesa también el ensayo. Y, por supuesto, uno es deudor, a la hora de escribir, de todas sus lecturas y de todas sus vivencias.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Sí, escribo un blog en el que publico parte de lo que estoy escribiendo: 'De la palabra al pensamiento'. En él hay artículos que se refieren al uso del castellano actual, otros a la lengua y la cultura leonesas. Y también microrrelatos, cuentos y poemas. Sigo el 'Tam Tam Press', que me parece un buen escaparate para mostrar las inquietudes artísticas y literarias de mucha gente. También el del poeta Luis Miguel Rabanal y algunos otros.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Si no puedes hacer lo que quieres, aprende a querer lo que haces. Es una buena máxima para ser feliz y no saber nunca qué es el aburrimiento.

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