'Des.contando cuentos'

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Gelines del Blanco Tejerina

Schiiissss... Un niño duerme, se llama Leo. Aunque llegó al mundo casi al mismo tiempo que la primavera le recibió un frío extraño, una sensación de desamparo que recorría los pasillos del hospital, sólo recuperó el calor al llegar a su casa y a su cuna, en los brazos de unos padres primerizos y asustados. Leo aprende a respirar mientras sus papás aprenden a contener la respiración, porque todos son novatos en lo suyo: uno nunca ha sido niño y otros nunca han sido padres. Padres cautivos. De haber nacido un mes antes, re rodearían risas, abuelos expertos, primos inexpertos, achuchones y tal vez un rock de fondo, pero Leo nació cuando los besos y abrazos están en cuarentena, las puertas cerradas y un silencio raro lo invade todo. La vida se ha ralentizado justo cuando le toca vivirla.

Querido Leo, no te asustes, esto es un juego que papá y mamá te ayudarán a ganar. Se llama “el escondite” y participamos todos, unos desde nuestras casas y otros desde su puesto de combate, el juego consiste en ocultarse para que no nos encuentre un monstruo diminuto e invisible que se estira y estira, cruzando fronteras mientras nosotros permanecemos inmóviles, paralizados, sólo reaccionamos a las ocho de la tarde cuando el monstruo se distrae y aprovechamos para salir a la ventana y aplaudir a los guerreros que luchan frente a él. Cara a cara. Cada uno combate con sus armas: hay batas y termómetros, micrófonos, camiones, ambulancias y estanterías repletas de alimentos, teléfonos, coches con sirena, bayetas y escobas... Incluso para los adultos es difícil superar niveles de este macabro juego porque el ogro es escurridizo y cobarde, pero tranquilo, ya estamos avanzando y entre todos conseguiremos darle esquinazo, entonces te sacarán del escondrijo y conocerás el mundo de verdad, en el que la gente toca y ríe, besa, madruga para ir a sus trabajos y se reúne por las tardes frente a un café o una cerveza para no celebrar nada, simplemente para estar cerca.

Tú no temas, estás a salvo acurrucado en el regazo donde llevas nueve meses, sólo has cruzado al otro lado de la piel ya conocida, déjate mecer en el calor y cansancio del pecho de mamá y la sonrisa de papá, que no es plena, no le sale entera porque tiene la cabeza repleta de temores que tú no entiendes, que nadie entiende, en realidad. Ahora, que se han detenido relojes y calendarios ellos tienen un motivo para levantarse, un horario, un motor, tú eres su fuerza, y tienes que ayudarles porque en su interior se están librando mil batallas, sensaciones intensas y contradictorias, motivos por los que seguir y sucesos dignos de olvidar, pero esos ya los leerás en los libros de historia cuando vayas al colegio.

De momento escucha nanas y cuentos, descubre y disfruta el olor de la piel y el sabor de la leche y mantén los ojitos borrosos unos días más, danos tiempo para recuperar los colores y la música, los fuegos artificiales y los globos. Te prometo que existe un universo infinito lleno de familia y amigos deseando conocerte que se están controlando para no derribar puertas y normas, conformándose con verte crecer a través de pantallas de cristal, que tanto nos alejan en nuestro día a día y tanto nos acercan cuando jugamos “al escondite”.

Duerme y sueña pequeño Leo, sueña que fuera hay parques esperándote, nubes de azúcar y nubes de agua que a veces lloran, ese llanto se llama lluvia y también es divertido porque forma charcos donde podrás saltar y salpicar manchándote de vida. En otro momento los papás y los abuelos te reñirían por ello, pero sospecho que a partir de este marzo desquiciado los charcos se celebrarán como fiestas de cumpleaños. Todos los animales de peluche que rodean tu cuna existen de verdad, son enormes, respiran, tienen plumas, pelo y pico, unos ladran, otros rugen, vuelan y se arrastran, no todos son suaves porque la vida no siempre lo es, pero cada uno tiene su lugar y su enseñanza, aunque a los adultos nos haya costado entender que los ogros pueden escaparse de los cuentos.

Tú estarás siempre a salvo porque hay brazos protectores esperándote, guarderías con niños y pinturas, jardines con columpios y bancos a la sombra, para que descansen los abuelos mientras te balanceas en el aire, hoy todo ello precintado porque está prohibido jugar y esperar. Los parques, los patios y los castros se sienten huérfanos de pies que les jueguen, tiempo habrá de hacerlo, tú espera.

Gracias Leo por escuchar mi cuento que en realidad es un descuento, porque resto días al aislamiento contándote lo que pasa por ahí fuera en un intento de recordármelo a mí misma, convencerme de que cuando salgamos del escondite la vida seguirá viva y el monstruo estará muerto. Aunque solo sea para que tú y muchos bebés que habéis nacido cuando los abrazos están vetados valoréis el calor del tacto que los adultos no apreciamos hasta perderlo. Y recuerda una cosa: a los monstruos se les vence permaneciendo unidos. Y lo estamos. Duerme. Schiiissss...

* 'Des.contando cuentos' es un cuento publicado dentro de la iniciativa lanzada por la asociación cultural El Pentágrafo e ILEÓN.COM para recoger relatos con temática relacionada con la actual crisis ocasionada por el coronavirus Covid-19.

La autora del cuento, Gelines del Blanco Tejerina, nos manda la siguiente reflexión: “Las letras me han otorgado muchos premios pero ninguno igualable a la emoción de la gente que me dice que disfruta o se emociona leyéndome. Gracias por esta iniciativa. Hagamos cuentos para dormir al virus.”

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