Melchor Riol: “En mi vida, la mina me ha influido de forma considerable”

Melchor Riol.

Manuel Cuenya

Cuando Alicia estaba convencida de que el siguiente objetivo de esa lengua humedecida iba a ser su sexo, un giro brusco la dejó con las ganas. Su boca se desvió hacia el interior del muslo, algo que hizo que ella entreabriese más aún las piernas. Al mismo tiempo que sus manos recorrían suavemente el contorno de las caderas, su boca se deslizaba mordisqueando el interior de dicho muslo hasta la articulación de la rodilla, para de nuevo volver a subir.

Según se acercaba, el aroma que percibía lo excitaba cada vez más. Esta vez no lo esquivó. En esta ocasión, cuando su boca se centró en su sexo, el gemido que emitió Alicia en ese momento alcanzó niveles de grito, acelerando el ritmo de su jadeante respiración.

(Melchor Riol, fragmento de 'Un deseo con nombre de mujer')

Autor de la reciente 'La vida tiene que seguir', entre otras novelas, Melchor Riol nació en Avilés (Asturias), aunque de rebote, como él mismo señala, porque a su padre, que es de Valderas, lo destinaron a trabajar en Ensidesa. En todo caso, los veranos, desde que era un niño, los pasa en el pueblo de su madre, que es de Valdelugueros.

“Soy asturiano de nacimiento y leonés de sangre”, aclara Melchor, que dice tener poco deje asturiano porque él siempre ha hablado castellano y su narrativa es en castellano. Asimismo, reconoce que la gente de León es su gran fuente de inspiración, además de la mina, habida cuenta de que trabajó como electromecánico en diversas minas durante años hasta su jubilación a resultas de un accidente laboral en el pozo Nicolasa, cuya experiencia traumática le sirvió para componer su novela 'Los tres álamos', en la que relata el fallecimiento de catorce mineros.

El que trabaja en la mina desde guaje, es como el que lleva en prisión gran parte de su vida y le dejan en libertad bajo palabra. Al principio se excita, y luego no sabe vivir en el mundo exterior. Así que comete otro crimen, para que vuelvan a encerrarle. La institución puede ser restrictiva o insatisfactoria, pero él ya la conoce, y para él es segura.

(Melchor Riol, fragmento de 'Los tres álamos')

“Mi arranque literario surgió a raíz del accidente de los catorce mineros que se mataron en el pozo Nicolasa en Asturias... ver cómo se mataban de manera tan trágica esos compañeros me motivó para escribir mi primera novela 'Los tres álamos'”, rememora Melchor, el cual continuó su periplo novelesco con 'La forja de un minero'. Y en este sentido la mina le ha servido para plasmar por escrito, con realismo aunque también con elementos de ficción, sus dos primeras novelas.

“En mi vida, la mina ha influido de forma considerable, pues pasar de ser militar de carrera en Madrid a verme metido en las entrañas de la tierra a 600 metros de profundidad es algo que te marca, pero poco a poco te vas haciendo a ella y en mi caso le acabé sacando mucho rendimiento literario”, apunta Melchor cuya vocación literaria se remonta a su juventud, cuando se hallaba en la capital de España estudiando y se presentó a un concurso organizado por la Comunidad de Madrid y ganó un premio con un relato en la modalidad de novela corta.

Mi arranque literario surgió a raíz del accidente de los catorce mineros que se mataron en el pozo Nicolasa en Asturias... ver cómo se mataban de manera tan trágica esos compañeros me motivó para escribir mi primera novela 'Los tres álamos'

“Desde muy pequeño destacaba por mi imaginación, por la facilidad que entre mis amigos tenía para inventarme historias, que solía contarles cuando nos íbamos de acampada”, precisa el creador de obras como 'El eslabón de la cadena' sobre los prolegómenos de la Guerra Civil en Asturias con una historia de amistad, incertidumbre y lucha por ideales. 'La noche de los gamusinos' sobre las aventuras de una pandilla de amigos, o bien una novela erótica 'Un deseo con nombre de mujer' acerca de la relación de un joven con dos mujeres, Alicia y Lía. Algo de lo que se siente orgulloso Melchor, el hecho de haber podido plasmar distintos registros.

Hay momentos importantes a lo largo de la vida, que te marcan y en los que te das cuenta de que nada volverá a ser igual, a partir de ahí, cuentas el tiempo, por lo que todo se convierte en un antes y un después.

Todos sufrimos pruebas, aunque éstas, nunca se producen ni en la forma ni en el instante que hubiéramos querido. Deseamos ver las cosas claras, pero al igual que cuando cae la niebla, todas las figuras van haciéndose cada vez menos visibles hasta que acaban por desaparecer, así sientes como tu mente acaba por convertirse en un paisaje absorbido por la espesa niebla.

(Melchor Riol, fragmento de 'El eslabón de la cadena')

Cree Melchor Riol que se fomenta más la literatura en León que en Asturias, al menos en lo que a su obra se refiere, pues a él se le conoce más en León como novelista debido a la gran cantidad de charlas que le han propuesto con respecto a la mina y la literatura, tema que da mucho juego, sin duda. Se siente satisfecho con los responsables culturales que le han dado un buen impulso para que se conozcan sus obras.

La mina como fuente de inspiración

Admirador confeso de la obra de Julio Llamazares, quien escribiera un libro imprescindible titulado 'Escenas de cine mudo' acerca de la memoria y el mundo minero en Olleros de Sabero, Melchor destaca sobre todo su volumen 'El río del olvido', que es un estupendo libro de viajes.

En cuanto a la nueva hornada de narradores, nos recuerda a Virginia Asensio, que, aunque nacida en Madrid, reside en León, y cuya primera obra, 'El silencio del guardián', es totalmente recomendable, según él, al que también le entusiasma 'Caballo de Troya', “la espectacular novela de J.J. Benitez”, que le dejó huella, en su opinión, por la originalidad de su trama y por cómo se atrevió a tocar un tema tan delicado como fue la crucifixión de Jesús.

“Otro autor que me impactó fue Ken Follett con su obra 'Los pilares de la tierra', por la dificultad que esta tenía a nivel narrativo, una historia de época muy bien llevada, más aún, cuando se trata de una novela con más de 1000 páginas. Tanto J.J. Benítez como Ken Follett y Dan Brown me han dejado impactado por la complejidad de sus obras”, afirma Melchor Riol, consciente de la situación vírica que estamos viviendo, la cual le resulta lamentable, convencido de que, a pesar de que no se podría haber evitado, sí al menos que los responsables hubieran tomado medidas adecuadas en su justo memento, “pues ya teníamos como referencia de qué forma había atacado a otros países antes que a nosotros y, sabiéndose como se sabía, pues la advertencia llegó en el mes de enero, las consecuencias, a nivel humano, no hubiesen sido tan dramáticas. Por todo ello, debido a la poca eficacia con la que se trató la pandemia, a todos los niveles, tanto por parte del gobierno, como por parte de la oposición, aquí todos tienen su margen de responsabilidad, las consecuencias que va a generar, o los daños colaterales que ahora vamos a sufrir a todos los niveles: social, cultural, económico, entre otros, van a ser catastróficos”.

Debido a la poca eficacia con la que se trató la pandemia, a todos los niveles, tanto por parte del gobierno, como por parte de la oposición, aquí todos tienen su margen de responsabilidad, las consecuencias que va a generar, o los daños colaterales que ahora vamos a sufrir a todos los niveles: social, cultural, económico, entre otros, van a ser catastróficos

En estos momentos, acaba de publicar su sexta novela, que escribiera a petición popular como una continuación de 'La noche de los gamusinos'. Y de este modo surgió 'La vida tiene que seguir' dándole vida a una pandilla de amigos de Valdelugueros con tintes autobiográficos.

“Comienza en el mismo momento en que finaliza 'La noche de los gamusinos' y se desarrolla en los años de 1980 y 1981. Algunos personajes desaparecen, otros nuevos entran a formar parte de la pandilla, y juntos volverán a vivir situaciones que, como en la anterior, nos harán revivir grandes momentos de aquellos años ochenta”, nos recuerda su autor.

“En cuestión de días esta novela estará lista ya en Amazon”, apostilla Riol, que hace suya aquella mítica frase de Mae West, actriz fetiche que fuera del genio Dalí, “cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mejor”.

Entrevista breve a Melchor Riol

“Cuando tengo que ser bueno, soy muy bueno, pero cuando tengo que ser malo, soy el mejor”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'Caballo de Troya' lo he leído ya tres veces.

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).

Sin lugar a duda Don Quijote de La Mancha.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Aunque está considerado como uno de los grandes, el difunto Terenci Moix, nunca conseguí terminar ninguna de las novelas que empecé de él.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Carismático.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La honestidad.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

De política no suelo opinar porque soy totalmente apolítico. No entiendo que para cualquier oposición tengas que tener unos estudios y unos valores reconocidos y para entrar en la política valga cualquiera. Siempre he dicho que la política debería ser una carrera universitaria reconocida y, después de sus cuatro años de carrera, que entre en el poder el mejor.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Salir de pesca y hacer rutas de senderismo.

¿Por qué escribes?

Es una manera de desahogarme. Como las historias las invento, a través de los personajes, que creo para esas historias, sacó todo lo que tengo en cada momento en mi interior, bueno y malo.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Las redes sociales, bien empleadas son muy beneficiosas, en mi caso es un medio muy bueno para poder darme a conocer, tanto a mí como a mis obras.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Empleo cualquier fuente que me resulte factible para el desarrollo de una novela.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Escribo un artículo anual para la revista 'Arbolio' de la montaña de León, que me sirve para pulir mis herramientas literarias y para que me conozcan en cualquier punto de España adonde llegue la revista.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Cuando tengo que ser bueno, soy muy bueno, pero cuando tengo que ser malo, soy el mejor.

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