Víctor J. Andrés: “En un futuro próximo, seguro que veremos a autores que surgieron del confinamiento”

Víctor J. Andrés es escritor.

Manuel Cuenya

Leonés afincado en Alicante, Víctor J. Andrés dice que se siente un “misionero del leonesismo” fuera de la provincia de León, habida cuenta de que León es su eje vertebrador. “Supongo que el hecho de vivir lejos acrecienta el sentimiento de pertenencia a la tierra. De hecho, casi todo lo que hago gira alrededor de León”, afirma el autor de 'El romano', su tercera novela, que narra la historia de las Guerras Cántabras, enmarcada en la explotación de las minas de oro de Las Médulas, lo que enfrentó, según su creador, a la Roma Imperial de Augusto con las tribus cántabras y astures. Un libro protagonizado por un legionario originario de Lucentum y una druidesa astur de Lancia.

Aparte de escribir novelas ambientadas en tierras leonesas, dirige desde hace diez años una tertulia literaria llamada el 'Filandón', palabra leonesa donde las haya –apunta él–, que encierra matices tan potentes como la transmisión oral o escrita de cuentos y narraciones. Asimismo, cuenta con su propia editorial. Y un restaurante de cocina leonesa. Ya se sabe que la escritura es una forma de cocinar las palabras. Y Víctor elabora sabrosos guisos.

Aunque vive fuera, está al tanto de lo que se cocina en el ámbito literario en León. Y se siente encantado porque percibe un movimiento pujante en las letras leonesas. Y cada vez aparecen nuevos nombres que, en su opinión, engrosan las ya pobladas listas de escritores de toda la provincia.

“En un viaje por la Valduerna, me topé con el certamen 'Poesía para vencejos', en Palacios. Me pareció precioso el seguimiento y el apoyo que da toda la población a ese premio que ya transciende la comarca. Es una manera de poner a nuestra provincia en el mapa, ese mapa que se empeña en esconder los tesoros de nuestra tierra por desconocimiento”, asegura, convencido de que no se puede escribir si antes uno no ha sido un gran lector. Y además es necesario leer de todo.

“Al final, cuando lees mucho, acabas dándote cuenta de cómo quieres o no escribir. En mi caso, me hice adicto a leer gracias a los tebeos de Mortadelo y Filemón. Cobrar la 'paga' semanal, e ir al kiosko a comprarlo, era todo uno. Luego creces y lees grandes novelas de aventuras, como 'Miguel Strogoff', que te hacen viajar a otras épocas, a otras latitudes. Descubres las pasiones humanas y la historia, como en 'Sinuhé el egipcio'. Y poco a poco, leyendo grandes y pequeños libros, llegas a los clásicos, a los 'best sellers', a todo”, apostilla Víctor, que recuerda cómo le surgió la pasión por la literatura a través de la compra de un libro en la colegiata de San Isidoro de León acerca de la figura de Don Pelayo. “En realidad era una recopilación de todo lo que se conoce (que no es mucho) del primer rey del Reino de Asturias. Me fascinó lo desconocido que me resultaba ese periodo, pese a mi afición por la historia. Tras devorarlo, me puse a investigar por mi cuenta y entonces surgió la 'molestia', esa sensación de que tienes que escribir una historia. Busqué un personaje que me sirviera de vehículo para contar una historia paralela a la de Don Pelayo y lo ubiqué en una población que estaría situada en lo que hoy es el Valle de Valdeón. Ahí empezó todo”, señala este enamorado de la provincia de León y de sus gentes, que, siendo joven, mochila a la espalda, recorrió con su primo la Cordillera Cantábrica.

León oculto para urbanitas

“Entonces se podía acampar libremente. Ahí descubrí ese mundo oculto para los urbanitas. Oí aullar al lobo, me bañé en los fríos arroyos de montaña, vi al gato montés bebiendo plácidamente en medio de la nada, aprendí cómo trabaja un mastín defendiendo un rebaño, conocí esos establecimientos deliciosos que combinaban tienda-bar-oficina de correos de los pueblos escondidos en las montañas... Perdiéndome en León, encontré a quien soy ahora”, rememora el creador de 'Relatos para leer en voz alta', que ha trasladado sus vivencias a sus libros.

En un viaje por la Valduerna, me topé con el certamen 'Poesía para vencejos', en Palacios. Me pareció precioso el seguimiento y el apoyo que da toda la población a ese premio que ya transciende la comarca. Es una manera de poner a nuestra provincia en el mapa, ese mapa que se empeña en esconder los tesoros de nuestra tierra por desconocimiento

'Relatos para leer en voz alta' es una compilación de cuentos cortos que nace en la tertulia literaria El Filandón. Pues allí se propone escribir un cuento breve cada quince días. “Yo suelo sacar mi vena más gamberra (la real) y procuro escribir relatos divertidos en los que predomina un final sorpresivo”, añade este devoto de la novela histórica, que él divide en dos categorías, a saber, la “ambientada en la historia”, en la que el autor narra acontecimientos de ficción con personajes inventados y hechos que sólo sucedieron en la imaginación del escritor, como ocurre con la célebre 'Los pilares de la tierra', cuya catedral nunca existió –a juicio de Víctor– y está basada en la catedral de Vitoria. Y una segunda categoría que sería, en sus propias palabras, la “novela histórica” propiamente dicha, donde se relatan hechos reales, con personajes reales y, por supuesto, intercalando hechos y personajes inventados que sirven de vehículo al autor para dar cohesión a la trama.

“En mis novelas procuro que, bajo un manto de novela de aventuras, el lector aprenda historia casi sin querer”, matiza Víctor, que se siente a gusto en la novela histórica. Y ha publicado novelas como 'El Godo', que cuenta la historia de Don Pelayo, abordando el antes, durante y después de la ocupación musulmana de la península, de la mano de un médico, que pertenece a la ficción. O bien su segunda novela, 'Un vikingo en Al-Andalus', que narra la invasión de Sevilla por parte de los vikingos. “En esta obra, doy voz a dos personajes, un vikingo y una cordobesa, para que el lector pueda asomarse a esas dos culturas tan diferentes que se encontraron en el año 844”, puntualiza Víctor, que también se ha dedicado a la escritura de guiones para documentales, un reto, según él, que le propusieron en la Diputación de Alicante. Un proyecto conocido como 'Alicante pueblo a pueblo', que consistía en la realización de un documental de cada uno de los 141 pueblos que componen la provincia de Alicante. “Comencé, casi por casualidad, haciendo dos de esos pueblos y acabé realizando casi cien de los mismos”, recuerda Víctor, que tuvo la ocasión de trabajar con grandes profesionales tanto en la dirección como en la realización y el doblaje. “Es muy satisfactorio escuchar la voz de Camilo García (doblador entre otros de Anthony Hopkins) o de Nuria Mediavilla (dobladora de Julia Roberts o Nicole Kidman), leyendo e interpretando un texto tuyo. Incluso se ha traducido al Valenciano y al Inglés”, agrega Víctor, consciente de que el confinamiento ha cambiado todo. Y con la pandemia la sociedad ha entrado en una nueva etapa. “Por un lado, se ha adelantado el comercio on-line varios años. Era algo imparable, pero la pandemia ha pegado un fuerte empujón a este nuevo comercio. Las relaciones interpersonales, las fiestas de los pueblos, los clubes de lo que sea, las asociaciones, el deporte, los estudios en aulas, los encuentros familiares o de amigos... todo lo que resultaba plural, en compañía de otros; ahora pasa a ser inexistente en muchos casos. La posibilidad de socializar con otras personas ha quedado limitada al teléfono, al teletrabajo, a la videoconferencia, a las redes sociales”, se lamenta Víctor, sabedor de que las personas necesitamos el contacto directo, porque somos animales culturales, de rebaño.

Me hice adicto a leer gracias a los tebeos de Mortadelo y Filemón. Cobrar la 'paga' semanal, e ir al kiosko a comprarlo, era todo uno. Luego creces y lees grandes novelas de aventuras, como 'Miguel Strogoff', que te hacen viajar a otras épocas, a otras latitudes. Descubres las pasiones humanas y la historia, como en 'Sinuhé el egipcio'. Y poco a poco, leyendo grandes y pequeños libros, llegas a los clásicos, a los 'best sellers', a todo

“La soledad no es mala si la buscas; pero debe ser horrible si te la impone una situación como la que estamos viviendo. Mucha gente, sobre todo ancianos, con pocos o nulos conocimientos de informática o de manejo con el móvil, carecen de cualquier forma de interaccionar con el mundo, están aislados en medio de un mundo digital. No sé cuál será la factura de este año perdido; pero seguramente la psicología será una de las carreras del futuro inmediato”, explica Víctor, que está ahora con una novela que versa sobre los primeros años del Reino de Asturias hasta la creación de la peregrinación a Compostela.

“En el mundo de cultural, ha sido una debacle –subraya–. Muchas artes se han visto torpedeadas bajo la línea de flotación. La música en directo ha desaparecido, el teatro y el cine prácticamente también. Quizás se pueda salvar algo en el caso de los libros. Sospecho que el confinamiento ha hecho que se lea más y, es lo más curioso, que se escriba más. Mucha gente, que no tenía tiempo antes, se ha lanzado a la aventura de escribir. En un futuro próximo, seguro que veremos a autores que surgieron del confinamiento”, concluye.

Entrevista breve a Víctor J. Andrés

“Los tontos no tienen sentido del humor”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Creo que quedan demasiados libros por descubrir, para volver a leer de nuevo una vez ya leídos. Con todo y con eso hay libros deliciosos que te llaman de vez en cuando. Uno de ellos es 'El río del olvido', de nuestro compatriota Julio Llamazares.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Julio Verne y su mundo de aventureros. A partir de ahí, muchísimos otros creados por monstruos literarios de todas las épocas y estilos: Cervantes, Asimov, Christie, King, Delibes, Maupassant, Waltari... y tantos y tantos más.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Hay un autor que, en entrevistas, me parece delicioso. Despliega una elegancia y una clarividencia de esas que hacen que dejes todo para estar atento a lo que dice. Pero no he sido capaz de leer más de treinta páginas de ninguno de sus libros. Queda feo decir quién es; pero me llama la atención esa dualidad.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Curiosidad, pasión y ansia por vivir y descubrir lugares y cosas nuevas.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

El sentido del humor. No hay nada más adictivo que una persona divertida porque, además, siempre va acompañado de inteligencia. Los tontos no tienen sentido del humor.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Me aburre soberanamente la política actual. Desgraciadamente, en las formaciones políticas actuales, la mayoría de los que llegan arriba son “profesionales de medrar en el aparato interno del partido”. Me considero eminentemente práctico y me encantaría que los dirigentes en los distintos ámbitos fueran tecnócratas, no políticos que no han tenido un trabajo real fuera del partido. Hace falta gente preparada para abordar lo que se nos viene encima y tener miras de futuro. Creo que tenemos que defender el planeta, tomar conciencia de lo destructivos que somos, apreciar el entorno. Hace falta sembrar de cara a 10 o 20 años vista; pero para los partidos políticos parece que lo importante es solo ganar las próximas elecciones.

La sociedad, por su parte, va en paralelo a la vida política. Estamos desnortados, sin interés y, encima, por culpa de la pandemia, crispados y enfrentados.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Una buena charla alrededor de una mesa. El lema de la tertulia de El Filandón es: “¿Cuántas palabras encierra una copa de vino?”. Luego esa charla puede darse en un bar, sentado en un ribazo, en un prado, o en casa de alguien; lo importante son los contertulios.

¿Por qué escribes?

Porque me molesta. Cuando tienes una idea rondando en la cabeza, es como un taladro. Percute sin cesar, te quita el sueño, te distraes de lo que estás haciendo, te ronda sin parar hasta que te pones frente al teclado para “curarte” de esa sensación de agobio.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

No, en absoluto. Es más, hay que cuidarse para no dejarse envolver por esa gama de palabros nuevos que nos invaden, por esas tendencias de abreviar, por ese abandono de los signos de puntuación y la ortografía. En las redes sociales parece que vale todo a la hora de escribir y a veces se encuentran textos que hacen que se te salten las córneas.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Una historia que me agite. Una época que me exija atención, que me pida estudiar, que me haga exprimir el cerebro para sacar jugo de neurona.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Reconozco mi pereza absoluta en el tema de las redes sociales. Alterno sin orden ni concierto por la red en medio de momentos de grandes lagunas.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Disfruta hoy, es más tarde de lo que crees. O dicho más castizo: ¡vive, coño, vive!

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